ENTREVISTA A HUWAIDA ARRAF, INTEGRANTE DE LA FLOTA DE LA LIBERTAD Y COORDINADORA DE FREE GAZA MOVEMENT
“No pararemos en nuestra lucha por romper el bloqueo”

Tras su liberación,
después del abordaje del
ejército israelí, charlamos
con Arraf. Un día después,
el 4 de junio, volvía a ser
detenida en una protesta
noviolenta junto al muro
en Bilin.

08/06/10 · 8:10
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ARRAF. La activista denuncia malos tratos por parte de los policías israelíes. Foto: Freegaza.org

DIAGONAL: La Flota de la Libertad
formaba parte de una estrategia
de resistencia noviolenta articulada
a lo largo de Palestina, algo
que Israel intenta deslegitimar. ¿En
qué consiste dicha estrategia?

HUWAIDA ARRAF: Desde Free
Gaza tenemos la consigna de no
caer en sus provocaciones, de no
responder a la violencia. Israel trata
de mostrar que quienes afirmamos
no ser violentos, lo somos. En el
abordaje nos requisaron nuestros
equipos así que las únicas imágenes
son las suyas. De hecho, ellos fueron
los únicos que atacaron. Todo
el mundo estaba desarmado, tan sólo
había cuchillos, como en cualquier
barco. Afirman que el Marmara
atacó primero, pero antes de
tomar el barco los israelíes ya habían
disparado, así que la gente se
defendió. No había armas. Quizá algunas
personas utilizaron sillas o lo
que encontraron para defenderse.

D.: Esta resistencia se articula desde
la base, desde la sociedad civil.

H.A.:Sí. Es un movimiento que cada
vez crece más. Desde la sociedad
civil llamamos a la comunidad internacional
a sancionar a Israel, a
boicotearlo. No importa cuanta violencia
usen, no van a ser capaces de
parar este movimiento. El ataque israelí
demuestra que su política no
tiene nada que ver con la seguridad,
sino con el control y el aislamiento
de la población palestina. No pararemos
en nuestra lucha por romper
el bloqueo a Gaza.

D.:¿Qué pasó al llegar al puerto?

H.A.:Querían que abandonáramos
el barco. Había muchos medios
de comunicación e intentaban
mostrarse muy amables. Dijimos
que no íbamos a abandonar el barco
porque estábamos en aguas internacionales.
No queríamos ir a
Israel. Entonces nos dieron de
nuevo con la pistola eléctrica y nos
forzaron a salir. Fui una de las últimas
en abandonar el barco y no
supe qué le pasó a mis compañeros.
Durante varios interrogatorios
me negué a responder a sus
preguntas, ya que había sido secuestrada
por soldados armados y
quería un abogado o un representante
consular. El abogado nunca
llegó, así que nunca respondí. A
las pocas horas decidieron que
querían liberarme porque tengo
dos ciudadanías, estadounidense
e israelí, no me pueden deportar.
Si querían mantenerme detenida
debería ir ante un juez para que
decidiera, y en ese momento no les
interesaba llamar más la atención.
Cuando me iban a liberar les respondí
que me habían quitado todos
mis objetos personales. No quería
separarme del resto de la gente. Me
golpearon varias veces en la cabeza
y me agarraron por el pelo para que
entrara en un coche de policía.
Después me sacaron por la fuerza y
me tiraron al suelo. Lo siguiente que
recuerdo es estar en un hospital.

D.:¿Fue denegada la ayuda a los heridos
en el barco?

H.A.:Sí, sé por otras fuentes que en
el Marmara fue así. Al llegar al
puerto había un montón de ambulancias
y comenzaron a hacer chequeos
a la gente ante los medios de
comunicación. Nunca supimos a
qué hospital se llevaron a cada persona,
ni cuántos muertos había.

D.:¿Cómo valoras las distintas
reacciones internacionales?

H.A.: Muchos países se deberían
haber posicionado hace tiempo en
contra de la política de ocupación
ilegal por parte de Israel. Además,
la postura de otros países, como
EE UU, no es muy buena. Nosotras
íbamos en un barco estadounidense
que navegaba en aguas internacionales,
con bandera y ciudadanía
también estadounidenses. Sin embargo,
no han dicho nada de manera
contundente. En cambio otros
países sí lo han hecho, y eso es algo
muy positivo.

D.:Sin sanciones parece que Israel
goza de impunidad total.

H.A.: Es cierto. La condena no es
suficiente. El ataque israelí a los barcos
ha demostrado el nivel de violencia
que este Estado utiliza para
mantener el control sobre Palestina.
Es importante demostrar esto, porque
el silencio de algunos gobiernos
europeos o de EE UU es lo que
permite a los israelíes actuar así.
Israel dice “Gaza está bloqueada”,
pero este bloqueo es ilegal.
Supone un castigo colectivo porque
Israel niega bienes de primera necesidad.
Lo hacen para presionar a los
palestinos y palestinas, para que derroten
a Hamas. Esto es ilegal, viola
la IV Convención de Ginebra, pero
nadie le sanciona.

D.:¿Cuáles son los siguientes pasos
a dar?

H.A.: A pesar del nivel de violencia
utilizado contra la Flota vamos a seguir
organizando más barcos y trabajando
hasta que termine el bloqueo
de Gaza y la ocupación. Más
gente se ha ofrecido a dejar sus barcos
para romper el cerco a Gaza. Ya
estamos planificando los próximos
pasos que vamos a dar. Es bueno
que haya más atención internacional
ante el bloqueo a Gaza.

«Intentamos defendernos con nuestros cuerpos»

DIAGONAL: ¿Cómo fue el
ataque a tu barco, el
Challenger One?

HUWAIDA ARRAF: A cien
millas de Gaza la armada
israelí nos contactó por
radio. Nos identificamos y
dijimos que teníamos bandera
estadounidense.
Como a todos los barcos,
nos pidieron que nos volviéramos.

Nos amenazaron
con usar la fuerza si
seguíamos adelante. Les
contestamos que éramos
civiles con ayuda humanitaria
y que al no ir armados
no suponíamos ninguna
amenaza. Cuando la
armada se aproximó,
intentamos defender el
barco con nuestros cuerpos.

Vimos cómo atacaban
al Marmara. Vimos
comandos navales armados
en zodiacs y oímos
explosiones, bombas de
sonido. Dispararon incluso
antes de llegar a los barcos.
También llegaron helicópteros.

La gente de los
barcos echó agua a las
zodiacs para que no llegaran
a su barco. No vimos
más del ataque al Marmara,
porque intentamos huir
y comunicarnos con el
exterior, pero habían interferido
los satélites.

A los diez minutos nos
abordaron con bombas de
sonido, también usaron
pistolas eléctricas. Reventaron
la cabina de cristal
donde nos refugiábamos, a
mí me aplastaron la cabeza
y me pusieron las
manos en la espalda. Después
nos grabaron con sus
propias cámaras, intentando
parecer muy amables,
dándonos agua, etc.

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