En su libro recién
publicado, este histórico
ecologista disecciona con
ojo demoledor la era del
petróleo abundante y
barato y ofrece claves
para entender la crisis
energética actual.
Agárrense fuerte.
- LAS MULTINACIONALES DEL EXPOLIO. El rey Juan Carlos durante su intervención en la apertura del 19º Congreso del Petróleo / Juan Carlos Rojas
Cada vez más medios y adalides del
sector energético emplean el concepto
de “crisis energética” para referirse,
prioritariamente, al incremento
del precio del petróleo. Desgraciadamente
este reconocimiento no está
suscitando ningún debate profundo
sobre sus causas y consecuencias.
Con el propósito de animar esta
discusión en el Encuentro Social
Alternativo al Petróleo (ESAP) –clausurado
el 3 de julio, el mismo día en
que lo hacía el 19º Congreso Mundial
del Petróleo en Madrid–, Ramón Fernández
Durán ha publicado El crepúsculo
de la era trágica del Petróleo.
Un libro que cuenta una historia,
la del petróleo en los últimos 150
años, cuando su explotación industrial
cambió la matriz energética del
capitalismo de la época. Lo hace a
través de una mirada holística que
rastrea la huella geopolítica, social,
ecológica, económica y financiera de
este líquido que ha marcado una era.
¿De qué forma se habla y no se habla
de la crisis energética en la mayoría
de los medios? Seleccionamos
un periódico del 1 de julio, pongamos
El País, e invitamos a Fernández
Durán a releerlo con nosotras.
Abrimos el periódico con la noticia
del precio brent (de referencia
en Europa), que ha llegado a su máximo
histórico: 143 dólares el barril.
“Esta subida no responde a cuestiones
político-militares como en las
crisis de los ‘70 (guerra de Yom
Kippur en el ‘73, la revolución iraní
en el ‘79-‘80 y la guerra de Iraq en
los ‘80), lo cual no quiere decir que
hoy no haya conflictos políticos que
tensionen el mercado del petróleo.
En los ‘70 la capacidad de extracción
de crudo era suficiente y ahora
cada vez más difícil, la demanda no
ha dejado de crecer, sobre todo en
países emergentes, y ya no hay capacidad
para poner más crudo en el
mercado. Este problema se oculta y
se echan la culpa unos a otros”.
Precisamente la noticia sobre la
primera sesión del 19º Congreso
Mundial del Petróleo saca en primer
plano a las petroleras occidentales
culpando a los países productores
del alto precio del crudo debido a sus
restricciones a la inversión. Un día
después, el presidente de la OPEP,
en una entrevista del mismo periódico,
desmiente que haya problemas
de oferta y acusa de la subida a la devaluación
del dólar, las tensiones geopolíticas
y la especulación. Ninguno
habla del cénit en la producción
mundial del petróleo: “En todas las
respuestas hay parte de verdad y parte
de intereses”. Háblanos de la especulación:
“El mercado de futuros de
petróleo empezó a principios de los
‘90, los grandes inversores abandonan
los mercados bursátiles (que están
cayendo mucho), y se orientan a
otros como el de las materias primas
(combustibles fósiles, cobre, alimentos,
etc.), que aumentan de precio.
Pero también es verdad que tienen
que darse unas causas estructurales:
que no va a haber suficiente capacidad
para poner crudo adicional en el
mercado en el futuro porque se acaba
la era del petróleo abundante y
barato, y sobre esa premisa operan
los mercados de futuros”.
Economía: la Bolsa española cierra
el peor primer semestre en 135
años de historia. Durán conecta esta
noticia con su tesis de la ‘decre-flación’
(decrecimiento con inflación):
“Está estallando la burbuja financiera
e inmobiliaria, hay una deflación
en los activos financieros y una ralentización
de la economía mundial
(decrecimiento) y, al mismo tiempo,
suben de manera fuerte los precios
de la economía real, debido principalmente
al alza del crudo”. Importante
la precisión: “La inflación
está siendo mucho mayor en los países
periféricos que aquí: en Argentina
está en el 30 % y eso genera muchas
tensiones sociopolíticas pues
hace falta renegociar las condiciones
de la venta de la fuerza de trabajo,
si no la gente se pone en huelga”.
Son los impactos sociales de la crisis
energética. Semanas atrás, prácticamente
cada día aparecía una noticia
sobre todas estas huelgas: “A
quien afecta más en un primer momento
es a los sectores cuyos costes
de producción dependen mucho de
los precios del petróleo y sus derivados,
como pescadores, transportistas
y agricultores. Ahora lo que van a
aparecer son los efectos de la ‘segunda
ronda de inflación’: esos sectores
acaban subiendo el precio de sus
productos porque no pueden subsistir
y eso repercute en el coste de todos
los productos de la economía”.
El tiempo se acaba, el periódico
también. En este rosario de noticias
faltan los agrocombustibles –planteados
por Occidente como alternativas
al transporte– y sus impactos en
el precio de los alimentos. Tampoco
hemos hablado de los impactos medioambientales
de la extracción, el
transporte y la combustión del crudo,
ni por tanto del otro gran reto
energético del siglo XXI: el cambio
climático. Esperaremos a que
Fernández Durán publique su próximo
libro, donde aborda estas cuestiones
con mayor detenimiento.
Ante esta crisis energética, el libro
de Durán dibuja dos escenarios posibles.
Seguir con una ‘huida hacia
adelante’: no asumir que el modelo
de crecimiento exponencial sin límites
es insostenible y seguir aumentando
el consumo energético y el calentamiento
global, exprimiendo la
tierra en busca del petróleo no convencional,
además de tirar de otras
fuentes de energía como el carbón,
el gas o incluso la nuclear.
Del otro lado, el decrecimiento, comenta,
también abre una oportunidad
para la transición hacia el único
flujo energético estable: la energía
solar y otras renovables, “con carácter
descentralizado y a pequeña escala”.
De las noticias comentadas,
sólo una se relaciona con el segundo
escenario: la venta de coches registra
su mayor caída en 15 años.
Una de las acciones de protesta
contra la cumbre se colaba de refilón
en el periódico comentado: la
Bolsa era ocupada por un grupo de
personas con un lema: “no más sangre
por petróleo”. “La crisis energética
también ha penetrado en la
agenda de los movimientos sociales
y la cumbre del petróleo ha sido un
acicate”, termina de decir Durán
mientras se prepara para acudir a
una de las acciones de la ESAP.
«Los verdaderos intereses de la guerra de Iraq»
_ Iraq reabre sus seis yacimientos
de crudo y dos de
gas a la inversión extranjera,
dice otra noticia el 1 de
julio. ¿Alivia la crisis?
Ramón Fernández Durán
contesta: «Iraq estaba produciendo
unos 3,5 millones
de barriles/día antes de la
guerra y ahora está extrayendo
en torno a dos. La
guerra ha supuesto la retirada
del mercado de 1,5
millones, que es mucho. Se
habla de que si hubiera una
situación no conflictiva en
Iraq y entrara la inversión
extranjera, podría producir
seis millones al día. Pero
primero hay que aprobar
una ley en el Parlamento y
luego hacer las adjudicaciones
a las transnacionales.
Además, las tensiones
sociales son muy fuertes».
Durán añade un matiz: «En
principio Iraq ha abierto la
exploración a Occidente,
pero no a las compañías
rusas o chinas, que estaban
antes de la guerra». Esto
dejaría al descubierto, una
vez más, los verdaderos
intereses de la guerra y los
impactos geoestratégicos
del negocio del crudo, otro
de los focos del libro de
Durán. «En Iraq están dos
tercios de las reservas mundiales
del crudo y las tensiones
en esa zona se van
a incrementar conforme se
agoten las reservas en
otros lugares».
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