ENTREVISTA // RAFAEL CORREA, PRESIDENTE DE ECUADOR
“No hay aún una democracia en Ecuador pese a tener elecciones”

La victoria de Rafael Correa en las elecciones del 26 de abril
confirma el rumbo de la llamada “Revolución Ciudadana”.
“Poco a poco, va cambiando esa correlación de fuerzas a
favor del poder popular”, dice Correa en una entrevista con corresponsales extranjeros, entre ellos, uno de Diagonal.

18/05/09 · 0:00
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Los números hablan por sí mismos:
Rafael Correa fue reelecto para gobernar
Ecuador con el 51% de los
votos
. Obtuvo 23 puntos de ventaja
sobre el segundo candidato, el ex presidente
Lucio Gutiérrez, y ganó en 17
de las 24 provincias del país. La
“Revolución Ciudadana”, auguró
Correa en una entrevista concedida
al día siguiente de su victoria, caminará
con pasos más acelerados e intensos
en los próximos cuatro años.
Con la mayoría en la Asamblea
Nacional y una Constitución elaborada
y aprobada durante su primer
gobierno por una amplia convergencia
de fuerzas aliadas, parece tener
el camino despejado.

PREGUNTA: Usted está en el escenario
con el que soñó hace dos años,
con la aprobación de la Constitución
y su reelección...

RESPUESTA: Yo no tengo el
escenario que soñé hace dos años, le
aseguro. He soñado con un escenario
en donde no haya miseria, no haya
desigualdad, no haya injusticia. Y
todavía no logramos eso. Usted dice
que tuve un triunfo democrático, pero
ello dentro de la democracia formal.
Yo sostengo que Ecuador y
América Latina tienen elecciones,
pero aún no llegamos a lo que es la
democracia. La verdad, no creo que
haya democracia en un país donde
hay tanta injusticia, tanta desigualdad.
Quien conoce bien a América
Latina sabe que es la región más desigual
del mundo. Y Ecuador, dentro
de la región más desigual del mundo,
es uno de los países más desiguales.
Se puede encontrar aquí la más
insultante opulencia al lado de la
más intolerante miseria. Eso tiene
que cambiar, y sólo cuando eso cambie
tendremos verdadera democracia.
Ése es el escenario que siempre
he soñado y por lo que estamos aquí.
¿Cuáles son los medios para alcanzar
ese fin? Una patria más justa,
más solidaria, más equitativa. Los
resultados electorales nos han apoyado
ampliamente. Eso es un espaldarazo
político para seguir profundizando
los cambios. Más que cambiar
de rumbo, se trata de profundizar los
cambios que hemos iniciado, hacerlos
más radicalmente, más aceleradamente.

En cuanto al plan económico, vamos
a seguir profundizando las reformas,
seguir destacando un sector
que fue largamente invisibilizado
por las políticas públicas, que es la
economía popular y solidaria. Hoy
más que nunca hay que apoyar esta
economía. Mientras en el sector capitalista
moderno usted gasta 10.000
dólares para crear un puesto de trabajo,
en ese sector popular y solidario
–comercio informal, microempresa,
artesanía, cooperativismo,
etc.– por cada 800 dólares hay un
puesto de trabajo. En la parte social,
vamos a continuar con esta revolución
social, que empezamos hace
dos años y tres meses y donde más
claras están las características del
Gobierno. En el sector económico
también. Debemos continuar con esta
revolución poniendo fin a la impunidad
bancaria, éste es un desafío
urgente. Hasta diciembre vamos a
cerrar el telón de esta tragedia que
creó la banca y que todavía está
impune. Eso es urgente. Acabar con
esta pesadilla, seguir cobrando los
impuestos, recuperando nuestros recursos
naturales, luchando contra la
corrupción y continuar también con
esta política de apertura a todos los
países del mundo, en un marco de
mutuo respeto, y especialmente buscar
esta integración latinoamericana
y seguir construyendo esta patria
grande de que nos habla José Martí.
Lo que ha hecho Ecuador el domingo
fue ratificar el proyecto. Lo que
vamos a hacer es profundizar y ratificar
dicho proyecto: la Revolución
Ciudadana.

P.: Desde una perspectiva
más global, el cambio que se necesita
es mucho más radical y tiene que
ver con la arquitectura del poder
mundial de gigantes corporaciones y
megabancos. ¿Cree usted que es posible
democratizar este sistema capitalista
que vivimos ahora? ¿Cree que
es posible realizar este cambio?

R.: Dentro del sistema,
no. Cambiando el sistema, sí,
y eso es lo que estamos haciendo.
Pero no podemos ser ingenuos. Los
cambios y las revoluciones en una
sociedad dependen de la correlación
de fuerzas. Con este espaldarazo
que tuvimos el domingo, podemos
profundizar mucho más nuestra revolución.
Pero recuerda todo el trauma
psicológico que nos han hecho.
Si alguien no conoce al Ecuador y
lee los periódicos, nosotros éramos
el Gobierno más impopular, más corrupto
y más incapaz de la historia
de este país, pese a que teníamos
más de 70% de apoyo popular a la
gestión del Gobierno –y apoyo popular a la gestión no es lo mismo que
intención de voto, por si acaso.
Siempre tuvimos el 56% más o menos
de intención de voto. Y se dio un
fenómeno muy interesante en las
elecciones. La oposición no me quitó
un voto, se comieron entre ellos.
La derecha ve que Alvarito Noboa
no tenía posibilidades, le dejó solo,
dejó que se derrumbara y apostó todo
por Lucio Gutiérrez. Eso demuestra
también la amoralidad de
nuestros sectores de poder, de la derecha
ecuatoriana, porque prefirieron
sus intereses a sus principios.
Ustedes saben que nadie sensato
puede votar por una persona con tan
graves limitaciones morales e intelectuales
como Lucio Gutiérrez.
Pero, en él apostó la banca, los grupos
de interés de ese país, para tratar
de boicotear la Revolución
Ciudadana. Pero se han dado con
las piedras entre los dientes, gracias
a dios. En todo caso, los cambios dependen
de la correlación de fuerzas.
El domingo claramente el pueblo
ecuatoriano ha mostrado su apoyo
al Gobierno, nos ha dado más legitimidad
democrática, y podemos
avanzar con mucha mayor fortaleza,
con mucha mayor legitimidad en
estos cambios que, poco a poco, van
cambiando esa correlación de fuerzas
a favor del poder popular. Ello
significa muchas cosas. Seis niñas
se murieron hace una semana ahogadas,
en una tragedia absurda.
Eran niñas pobres. Anda a ver cuántas
veces salió en el periódico. Si hubieran
sido niñas de familias pudientes,
les aseguro que hubiera salido
dos meses en el periódico, se
hubiera ordenado una comisión, etc.
Entonces Ecuador tiene que cambiar
esa correlación de fuerzas y vamos
a seguir haciéndolo. Poco a poco
va ganando espacio la fuerza popular
y que eso se traduzca en cambios
reales en cuanto a asignación
de recursos y políticas públicas para
los más débiles de nuestro país. Eso
fuera del sistema capitalista. Dentro
del sistema socialista del siglo XXI.
La crisis del capitalismo global que
estamos viviendo en este momento
no es una crisis coyuntural, de afuera
del sistema, es una crisis desde
adentro. De las crisis recurrentes del
capitalismo, ésta es una de las más
graves, pero desde adentro del sistema.
No se van a encontrar soluciones
dentro del mismo sistema que
se está colapsando, sino que hay que
construir algo nuevo y mejor. Creo
que existe conciencia en la mayoría
de los gobiernos y dirigentes latinoamericanos
de ello, que están aprovechando
la oportunidad para construir
algo nuevo y diferente. Por
ejemplo, nuestra propia arquitectura
financiera regional, para no depender.
Ya no necesitan bombas,
barcos o aviones para someter a
nuestros países: necesitan dólares.
Éstas han sido las ‘armas’ para someternos
por medio del Fondo
Monetario y del Banco Mundial. Eso
no tiene porque ser así. Con los recursos
que tiene América Latina podríamos
autofinanciarnos, pero estamos
en el absurdo de mandar
esos recursos, en forma de reservas,
al primer mundo, por medio de
bancos centrales autónomos. Con
una arquitectura financiera regional
eso puede quedarse en la región
y acabaría con una de las principales
formas de dependencia de la región,
que ha servido para someternos,
que es la dependencia financiera.
Eso lo tenemos claro.
Estamos avanzando. Acabamos de
crear, al nivel del ALBA, el sistema
único de compensación regional,
que minimizará la necesidad de dólares,
pero falta mucho por recorrer,
hacer efectivo el Banco del Sur
y ojalá, en el corto plazo, máximo
mediano plazo, hacer efectivo este
fondo de reservas del Sur, que conserve
aquí, en la región, el dinero
que hoy mandamos al primer mundo
para financiar a los países desarrollados.




P.: ¿Cuáles son las
metas y proyectos que usted
quiere concretar en estos próximos
cuatro años en su relación
con América Latina y con Estados
Unidos?

R.: En lo que respecta
a América Latina, consolidar
la Unasur y hacerla efectiva,
porque ya no podemos seguir
hablando de integración como
una cuestión etérea, que nadie
la entiende bien, que nadie la
siente. Esta integración tiene
que traducirse en acciones concretas
en beneficio de nuestra
población. ¿Y cuáles son estas
acciones concretas? Uno de los
grandes errores, sobre todo del
enfoque integracionista en los
últimos años –no necesariamente
en el inicio de la integración,
con la CAN, etc.– es que fue
una integración comercial. Se
trataba de buscar más grandes
mercados basados en el absurdo
de la competencia. La competencia
es un concepto ya muy
discutible a nivel de agentes
económicos, pero ¿a nivel de
países –y países hermanos– vas
a competir? Es un absurdo completo.
Y ¿cómo competían?
Quién maltrata más su fuerza
laboral, quién la precariza más,
porque es la única forma de
ganar competitividad. Y deterioramos
el nivel de vida de nuestra
población y sobre todo de
nuestra clase laboral. Y quienes
se beneficiaron con los productos
más baratos fue el primer
mundo. No podemos seguir
cayendo en esa trampa. Tenemos
que hacer una integración
con diferente enfoque, un enfoque
de coordinación, complementariedad
y cooperación entre
países hermanos. Y trascendiendo
lo meramente comercial. Por
ejemplo, con integración energética,
América Latina puede ser
autosuficiente en energía y eso
cortará también una fuente de
vulnerabilidad; con soberanía
alimentaria; con la propia integración
financiera... Tenemos
que trabajar con todos estos
aspectos. Se está avanzando,
pero hay que avanzar más rápido.
Dentro de la Unasur, básicamente
uno de los objetivos
inmediatos es buscar esta nueva
arquitectura financiera regional
que acabe con el absurdo de
que América Latina exporta capital,
financia el primer mundo y
por otro lado se pone de rodillas
para que nos den unos cuantos
dólares. Eso no puede durar un solo día más.


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