Hablamos con los
autores de ‘Fin de ciclo’,
un libro que explica
cómo se ha llegado a la
crisis económica y social
y en qué puede
desembocar la actual
situación.
DIAGONAL: ¿Qué define el ciclo actual
de la crisis, concretamente en el
caso de España?
ISIDRO LÓPEZ: En España se generó
un modelo económico relativamente
novedoso de generación de
demanda a partir de activos financieros,
fundamentalmente inmobiliarios,
y no de los salarios. Es decir, la
propiedad de vivienda propulsó lo
que se llama un ‘efecto riqueza’.
Esto, apoyado también en una circulación
muy fuerte del crédito, dio como
resultado un modelo de alto consumo
para España en los años que
median entre 1994 y 2007.
Ahora estas dinámicas se han paralizado,
fundamentalmente porque
se han colapsado los mecanismos financieros
por medio de los cuales se
generó el crédito. Frente a la ilusión
de una prosperidad más o menos generalizada
basada en los activos financieros
inmobiliarios, hemos pasado
a una situación de lucha distributiva.
Se generaliza la precariedad,
se acentúa el estancamiento de los
salarios, que antes se compensaba
con las ganancias provocadas por el
aumento de las revalorizaciones de
la vivienda. Cuando desaparece eso
nos queda la que era la tendencia
subyacente: que la mayoría del producto
social se centraliza en los mercados
financieros, que son, por decirlo
llanamente, el instrumento de
mando de las élites locales, nacionales
y europeas, ese 10% de la población
que está en la parte más alta de
la pirámide de ingresos, para seguir
acumulando y privatizando el producto
social.
D.: ¿Qué quiere decir que la crisis haya
llegado a las familias?
I. L.: Una de las características de esa
“década prodigiosa” es el lugar central
que ocupan las familias como sujeto
hacia los que se expanden los
procesos de financiarización. Esto
sucede entre otras cosas porque se
pasa a un contexto de bajos tipos de
interés. A través de éstos las finanzas
entran en el cuerpo social. En una
primera fase, el ciclo inmobiliario alcista
supone que los ahorros de la
familia se lanzan hacia el consumo.
Después se acaba ese ahorro familiar,
que no ha sido muy alto en
España debido al estancamiento salarial.
Las familias se convierten entonces
en demandantes netas de financiación,
en deudoras netas, y ése
es el cambio clave de este periodo. El
capitalismo actual, por su tendencia
al estancamiento, necesita del crédito
para la generación de demanda.
El problema de demanda a nivel global
lleva a generar la demanda suplementaria
por la vía de la deuda:
como los dogmas neoliberales no
permiten el endeudamiento del Estado,
las familias asumen esa carga de
levantar la demanda.
- MADRID. Los autores del libro, en una plaza de Lavapiés. Olmo Calvo
D.: ¿Cómo se han repuesto las rentas
altas del estallido de la burbuja?
EMMANUEL RODRÍGUEZ: Durante
estos años se han generado enormes
plusvalías inmobiliarias, financieras,
etc., que han beneficiado fundamentalmente
a tres sectores: las
promotoras, las constructoras y las
grandes entidades financieras, convertidas
en grandes multinacionales
protegidas por el euro, con un enorme
poder de compra. Cuando la crisis
estalla nos encontramos con que
estos sectores han perdido una parte
de sus nichos de negocio. Esto ha
provocado, en muchos casos, un
asalto al gasto público, buscando toda
clase de subvenciones, rescates,
a través de planes de vivienda, del
desarrollo del Plan Español de
Infraestructuras Territoriales y, sobre
todo, por medio de los fondos,
prácticamente a fondo perdido, de
ayuda a los bancos y cajas de ahorro.
D.: ¿Qué salidas se nos plantean?
E.R.: Se nos vende que una de las salidas
es el cambio de modelo productivo.
En lugar de basarse en la economía
del ladrillo se trataría de recuperar
una senda de competitividad industrial
en los mercados internacionales,
nuevas tecnologías, etc. La
cuestión es que, aun en el escenario
más optimista, esto no va a ser una
máquina de generación de empleo
como la que se puso en marcha en el
ciclo anterior. Por otro lado, España
tiene un índice bajo de productividad
y la apuesta histórica se ha basado
en el turismo, en el sector inmobiliario
y sus burbujas asociadas. Por tanto
parece poco creíble que esto sea
viable. La vía de la reanimación del
sector inmobiliario depende en buena
medida de la coyuntura internacional.
Además, supondría un reescalamiento
del endeudamiento privado,
de las familias, que parece difícil
dadas las condiciones actuales.
Así, nos vamos a encontrar en un
escenario de lucha distributiva. Los
principales agentes capitalistas van a
presionar al Estado para obtener lo
que no pueden obtener por la que ha
sido la vía convencional en estos últimos
15 años. Esto implica privatizaciones,
desmantelamiento del
Estado de bienestar, política de sometimiento
a los poderes financieros
internacionales, etc. En este escenario,
las soluciones políticas pasan por
huir de una “guerra entre pobres”:
en lugar competir por unos recursos
artificialmente escasos (el empleo, la
renta, los servicios públicos, los servicios
sociales) se trataría de reivindicar
en bloque, igual que hacen los
agentes capitalistas, que la riqueza
se gestione con fines sociales y de redistribución.
Esto implicaría reformas
fiscales severas, gravar las rentas
del capital, gravar mucho más las
plusvalías inmobiliarias y, sobre todo,
hacer una apuesta fuerte por las
partidas sociales básicas: la educación,
la sanidad y también por fórmulas
como la renta básica.
En cierta medida, la crisis económica
tiene algo ficticio. Es una época
de abundancia; es indignante que la
riqueza esté tan mal repartida. Es inaceptable
que la crisis sirva para reforzar
a las rentas más altas. No hay
que aceptar un solo chantaje: no hay
escasez; el problema no es el empleo,
el problema es la renta. No hay inviabilidad
del Estado de bienestar, se
deben poner los recursos para que
sea viable y eso pasará seguramente
por promover una crisis política salvaje
y reconocer que los representantes
políticos y sociales actuales
son absolutamente inválidos para
gestionar esta situación.
CONCEPTOS CLAVE
EFECTO RIQUEZA
«En el caso español, la escalada de los precios de la vivienda se tradujo en aumentos del consumo de las familias propietarias de esas mismas viviendas».
LUCHA DISTRIBUTIVA
«En esta fase ha comenzado una lucha por el producto social, que estaba soterrada durante los años de prosperidad pero que, desaparecidas las muletas financieras del consumo en las clases medias propietarias, aparece de una manera agónica».
PERIFERIA
«Se está produciendo una nueva periferia, espacial y social, donde se van a concentrar los efectos más negativos de lo que será ya no la crisis económica sino la crisis social»
PRIVATIZACIONES
«Los tres sectores beneficiados por la construcción piden que el gasto público les abra el nicho de la gestión de sanidad y servicios sociales. La conclusión es terrorífica: se produce una degradación del
Estado de Bienestar que afecta sobre todo a aquéllos que no tienen otra alternativa».
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