PALESTINA: HABLAMOS CON TRES ALTOS CARGOS PALESTINOS
“Ni en el apartheid se llegó a este nivel de opresión”

Entrevistamos a tres personajes clave de la política palestina: dos actuales
ministros de la Autoridad Palestina (uno de Hamás y otro de Iniciativa Nacional
Palestina, Mubadara) y el presidente del PPP, partido de orientación marxista,
sobre cuestiones fundamentales de la realidad política en la región.

07/06/07 · 0:00
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ENFRENTAMIENTOS. Funeral tras el asesinato de un líder de Hamás en Cisjordania. / Ahmed Deeb

MUSTAFA BARGOUTHI

Ministro de Información del Gobierno
palestino (de Iniciativa Nacional
Palestina, Mubadara)

DIAGONAL: ¿En qué ha cambiado
la ocupación israelí tras la victoria
de Hamás en las elecciones?

MUSTAFA BARGOUTHI: No hay
diferencia. Se trata de una ocupación
que combina varias formas de
opresión: un sistema de apartheid,
una explotación colonialista, la
creación de estructuras similares a
guetos y el encarcelamiento del
pueblo palestino. Y es así siempre;
la ocupación es intrínseca a la
opresión, para mantener la ocupación
se mantiene un régimen de
apartheid, y para sostener éste se
lleva a cabo la política de encarcelamiento.

De hecho, se trata de un
apartheid más duro si cabe que el
que vivió Sudáfrica. No sólo en mi
opinión, muchos líderes sudafricanos
también lo manifestaron así,
porque ni en los peores momentos
del apartheid sudafricano se llegó a
este nivel de opresión y de discriminación.
Es el último sistema colonial
del mundo. Y es tal el nivel de
discriminación, explotación y colonización
que las protestas que se
generan en el mundo no bastan.

D.: ¿Cuáles son los motivos que
causan la división entre Hamás y
al-Fatah?

M. B.: Se trata de una competición
política, por el poder y la representación,
pero también es una competición
ideológica. Un grupo es muy
religioso, el otro es secular, y tienen
programas diferentes. Aunque ahora
todos coinciden en una plataforma
común basada en dos Estados.

Por desgracia, también conviene resaltar
que no son tan distintos.
Ambos provienen de sectores tradicionales
y han consolidado un apoyo
político externo, como el de Irán
y otros países. Nosotros creemos
que ese sistema se tiene que acabar
y se tiene que sustituir por la democracia
y el Estado de derecho. No
se deben repartir cargos según la
inclinación política, sino en base a
los méritos de los candidatos.

Tenemos, por tanto, una democracia
incipiente, que ha avanzado
mucho y que probablemente sea
una de las más avanzadas del mundo
árabe, pero que no es todavía
una democracia completa. Nos
queda mucho camino.

D.: ¿Es posible un acuerdo de paz
con Israel?

M. B.: Depende de Israel. Los palestinos
hemos aceptado la solución
de los dos Estados y los países árabes
también. Demandamos el fin
de la ocupación, las fronteras de
1967 y que se resuelva el estado de
los refugiados. En este momento no
creo que Palestina suponga un problema.
Se trata de Israel, que quiere
paz para su nación, quiere democracia,
quiere prosperidad económica,
pero quiere también continuar
con la ocupación, con los
asentamientos, con la guerra que
destroza nuestras vidas. Y no quiere
que Palestina sea ni independiente,
ni democrática ni próspera.

WASFI IZZAT QABHA

Ministro de Prisioneros y Gobierno
Local (Hamás)

DIAGONAL: ¿Qué provoca el
enfrentamiento entre al-Fatah y
Hamás?

WASFI IZZAT QABHA: Como palestinos,
todos sufrimos diariamente
la ocupación israelí, a todos nos
afectan los asesinatos, la demolición
de casas y los controles fronterizos.
Todos somos blanco en la mira
de Israel. No obstante, varios factores
han desencadenado la tensión
entre al-Fatah y Hamás. Por un lado,
al-Fatah estuvo en el poder durante
muchos años, desde su creación
como movimiento revolucionario,
y el cambio de Gobierno ha
afectado a mucha gente. Por otro
lado, se han producido muchas interferencias
por parte de la comunidad
internacional en los asuntos internos
de Palestina, en particular
por parte de EE UU y de Israel. Esto
también ha alimentado la tensión.

D.: ¿Es posible un acuerdo de paz
con Israel?

W. I. Q.: Sí, si Israel reconociera
los derechos del pueblo palestino,
liberara a todos los prisioneros
palestinos y se estableciera
como Estado independiente respetando
las fronteras del 4 de junio
de 1967. Es decir, si se resolvieran
todos los problemas clave
para el pueblo palestino no habría
nada que impidiera la paz
entre las dos naciones.

D.: ¿Cómo ve Hamás el futuro del
conflicto entre Palestina e Israel?

W. I. Q.: Depende de si Israel está
dispuesto a iniciar un camino de
paz o no. Si decide seguir negando
la existencia de una Palestina
independiente y los derechos de
las personas palestinas, no será
posible ningún acuerdo. Si, por lo
contrario, están dispuestos a asumir
las resoluciones internacionales
y están preparados para la
paz, entonces habrá paz.

GHASSAN A. KHATIB

Presidente del Partido Popular de
Palestina (PPP), de inspiración marxista

DIAGONAL: ¿En qué ha cambiado
la ocupación israelí tras la victoria
de Hamás en las elecciones?

GHASSAN A. KHATIB: No creo
que haya muchas diferencias. El
único cambio es que Israel ha dejado
de transferir los impuestos que
corresponden a la Autoridad Palestina.
Aunque no es la primera vez:
durante el Gobierno de Arafat, en
los años 2001 y 2002, también dejaron
de pagar estos impuestos. Israel ha continuado con la política de expansión
mediante asentamientos y
con la política que restringe el movimiento
de los palestinos dentro
de los territorios palestinos, entre
los territorios y el exterior y, en particular,
entre Gaza y Cisjordania.

Según varios informes del Banco
Mundial y del FMI, esta práctica israelí
es la que más daño hace en
Palestina y es la responsable del incremento
de la pobreza y de la subida
acelerada del desempleo.

D.: ¿Cuáles son los motivos de la división
entre Hamás y al-Fatah?

G. A. K.: Por un lado, se trata de dos
organizaciones que tienen ideologías
y programas políticos completamente
diferentes. Al-Fatah es un
movimiento más o menos secular y
Hamás es un partido fundamentalista
islámico. Al-Fatah adopta el
programa político de la OLP, que
prevé una solución basada en dos
estados, reconocimiento mutuo y
soluciones basadas en la legalidad
internacional. Por el contrario, Hamás
considera que Palestina no debería
reconocer al Estado de Israel
ni concertar acuerdos de paz con él,
y no cree tampoco que llegar a las
fronteras de 1970 sea suficiente.

El segundo nivel de fricción es
que Hamás, cuando gana las elecciones
y sube al poder, intenta desestimar
la base legal según la que
había sido elegido. Nuestra Constitución
estipula que la Autoridad
Palestina sigue la pauta de la OLP,
y que está por tanto basada en los
acuerdos ya firmados y las resoluciones
internacionales. Tras ganar
las elecciones, Hamás adoptó -como Gobierno, no como partido-
programas políticos que contradecían
los acuerdos que crearon
la Autoridad Palestina, y que le habían
llevado al poder. Estratégicamente
eso es muy peligroso, porque
viola los programas de la OLP y
sus compromisos con la comunidad
internacional. Eso incrementó la
tensión entre al-Fatah y Hamás.

A esto se le añade que Hamás ha
llevado a cabo prácticas ilegales
dentro del Gobierno. Un ejemplo es
la elección ilegal de personas para
puestos de alta responsabilidad en
la Autoridad Palestina, para asegurarse
así una mayoría leal al partido.
Algo que también hizo al-Fatah
cuando estaba en el poder, y que todos
criticamos mucho, también
Hamás. Por desgracia, una vez ganadas
las elecciones, siguen las mismas
prácticas, que ahora criticamos
al-Fatah y nosotros.

Otro ejemplo de conducta ilegal
es la creación de un cuerpo de seguridad
compuesto por partidarios
de Hamás. Es la misma lógica:
cuando al-Fatah creó varios cuerpos
de seguridad y los llenó de su
gente, todos, también Hamás, criticamos
esa conducta. Ahora, no sólo
la repiten, sino que, además, se trata
de algo ilegal porque el Gobierno,
según la Constitución, no tiene
potestad para crear nuevos cuerpos
políticos: ésa es una responsabilidad
del presidente y del Consejo
Legislativo. Durante el proceso de
reforma de la Autoridad Palestina
se aprobó una ley que establece tres
cuerpos de seguridad, que son los
legítimos. La creación de uno nuevo
necesitaría de un cambio en la
ley y la aprobación del presidente.

Traducción: Emma Gascó Falque

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