MÁS DE 30 MUERTOS POR EL INTENTO DE EXTRADITAR A UN TRAFICANTE EN JAMAICA
El narco Christopher Coke y los huecos del Estado

La autora explica cómo la
crisis en todos los ámbitos
de la vida en Jamaica,
lleva a sus habitantes
a encomendarse
a los capos de la droga.

13/06/10 · 20:40
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El salvaje episodio de violencia
que a finales de mayo
dejó al menos 73 muertos
en las calles de Kingston,
la capital jamaicana, bien podría servir
de guión a una nueva versión de
El Padrino: la policía que asalta el
feudo de un narcotraficante, donde
éste aparentemente se refugia defendido
por francotiradores y barricadas.

El protagonista es Christopher
Coke, “Dudus”
, cuya extradición
exige Estados Unidos y a quien
la población considera un benefactor.
Pero su historia no es más que
otro capítulo en la historia de pobreza,
violencia y corrupción política y
policial de la isla caribeña.

Kingston, en cuyas calles nació el
rastafarismo, es hoy una de las capitales
más violentas del Caribe. Según
datos de Amnistía Internacional,
en 2008 se produjeron 1.611
asesinatos
en todo el país –más de
cuatro asesinatos al día en una isla
que no llega a los 3.000.000 de habitantes–
y 224 personas murieron a
manos de la policía.

Violencia en los guetos
Pero la violencia afecta sólo a una
de las dos Jamaicas: la de los habitantes
de los guetos urbanos, a merced
de la violencia de las bandas y la
arbitrariedad e impunidad policial,
y no a las pocas familias adineradas
de la isla, que residen en colonias
aisladas protegidas por muros y
guardias de seguridad. La economía
del país presenta aún muchos rasgos
que reflejan la influencia de
varios siglos de colonialismo y esclavitud.

La producción agrícola, dominada
por los cultivos destinados a
la exportación como la caña de azúcar,
el café o las bananas, no satisface
las necesidades de la población.
Se trata de un sector absolutamente
desatendido en favor del turismo y
de la extracción de bauxita, materia
prima imprescindible para la obtención
de aluminio.

Como otros países de la zona, la
isla ha sufrido la fuga de capitales o
la intervención de Estados Unidos
para alejarlo de la órbita de Cuba.
Tradicionalmente, Estados Unidos
ha apoyado al Partido Laborista
(que a pesar de su nombre, es de
ideología conservadora) al que pertenece
el actual primer ministro
Samuel Golding, que no sólo se ha
disputado alternativamente el poder
con el Partido Nacionalista, sino
también el apoyo de las bandas
criminales del país.

El uso de la violencia como medio
para obtener votos y poder ha sido
siempre una de las lacras de la política
jamaicana. Según un informe elaborado
por Amnistía Internacional
en 2008, los partidos ejercen el control
mediante bandas armadas que
obligan a los habitantes del territorio
que controlan a votar por ellos.

Dicho informe, con el significativo título
Que se maten entre ellos, denuncia
también el nepotismo de los
Gobiernos, que proporcionan servicios
únicamente a sus seguidores a
cambio de lealtad, lo que ha favorecido
la creación de verdaderos bastiones
políticos que refuerzan la exclusión
social.

El estado jamaicano ha renunciado
a proporcionar a una gran parte
de la población cosas tan básicas como
la educación, la salud, la vivienda
o el trabajo, lo que ha dejado un
vacío que los líderes de las bandas se
han dado prisa en ocupar. Éste es el
caso de Christopher Coke y su feudo
de Tívoli Gardens, un verdadero
Estado dentro del Estado donde el
capo es el rey: cobra impuestos, proporciona
trabajo, alimentos, becas
para los niños... y por supuesto, impone
sus normas y sus castigos. Las
relaciones de Coke con el Partido
Laborista, no son ni siquiera un secreto
a voces. El anterior primer ministro
laborista, Edward Seaga, acudió
incluso al funeral de su padre,
Lester Coke, fundador de la banda
delictiva que “Dudus” heredó, la
Shower Posse.

La corrupción de las instituciones,
sobre todo de la policía, empeora aún
más la situación de la población de
las zonas urbanas deprimidas y deja
campo libre a las organizaciones criminales.
La policía usa el homicidio
como medio para resolver sus problemas,
con la tranquilidad de la impunidad
más absoluta. Y mientras
tanto, los grandes barcos de los cruceros
no hacen escala en el puerto
de Kingston y, si los turistas se acercan
a sus calles, lo hacen sólo en busca
de la casa del mítico Bob Marley.

Los Efectos del FMI en Jamaica

Junto a las embestidas de los
huracanes, Jamaica ha tenido
que soportar las del Fondo
Monetario Internacional. [Los
préstamos del FMI->http://diagonalperiodico.net/En-Jamaica-la-esclavitud-ha-pasado.html?] supusieron
en los años '80 grandes recortes
en la sanidad y en la educación,
el empeoramiento de
las condiciones de vida de una
gran parte de la población y el
aumento de la emigración. La
crisis también ha dejado sentir
sus efectos en forma de reducción
de exportaciones y de las
remesas de los emigrantes.

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