Este año 2013 se cumplen 65 años de la Nakba palestina, cuando milicias sionistas expulsaron a más de 750.000 palestinos de sus hogares en 1948.

Cada 15 de mayo los palestinos conmemoran la Nakba. La palabra Nakba significa en árabe “calamidad”, pero porta un significado aún mayor: un conjunto de circunstancias político-estratégicas, la injusticia para un pueblo y el inicio de una causa, la palestina. En 1948 milicias israelíes acabaron con casi 500 pueblos y ciudades palestinas, llevando a cabo una de las mayores limpiezas étnicas de la historia con la expulsión de sus hogares de más de 750.000 palestinos. Fue entonces cuando el 70% de los palestinos se convirtieron en refugiados, estatus que hoy en 2013 todavía mantienen ellos y sus descendientes. Gran Bretaña, que había ocupado Palestina en 1917, respaldó la acción sionista con la Declaración de Balfour. Hoy, los palestinos todavía describen esta declaración como “la promesa de quien no posee a quien no lo merece”.
Derecho al regreso de los refugiados
“El derecho al regreso es un derecho inalienable, a pesar del paso del tiempo”, dice Mervat, una joven refugiada de Gaza que afirma que, un año más, quieren probar el fracaso del dicho sionista, de que los mayores se morirán y los hijos se olvidarán. “El derecho al regreso es un derecho que no perecerá con el tiempo. No se puede ceder este derecho con negociaciones o procesos políticos”, continúa Mervat.
“Todo lo que los refugiados piden es reconocer su derecho al regreso, según la resolución 194 de la ONU de 1948”, afirma tajante Abdallah, refugiado palestino del campo de Yabalia en la Franja de Gaza. “Israel rechaza la aplicación del derecho al regreso, rechaza reconocer el problema de los refugiados, pero el pueblo palestino transmite este derecho de generación en generación”.
Yamil Mezher, dirigente del FPLP, reafirma que “el derecho al regreso es un derecho individual y colectivo, constante, un derecho político y jurídico. Es innegociable e inalienable. Nadie tiene la autorización, de ningún modo, de dar cesiones en nombre del pueblo palestino en cuanto al regreso de los refugiados palestinos.”
El derecho al retorno es un derecho humano fundamental, según los principios de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y está, además, asegurado y ratificado por la Resolución 194 de las Naciones Unidas de 1948. Israel entró a formar parte de las Naciones Unidas en 1949 bajo dos condiciones: respetando el proceso de formación de dos estados (uno palestino y otro israelí) y aceptando el derecho al regreso de los refugiados palestinos. A mediados del mes de marzo de este año, Ron Prosor, embajador israelí en las Naciones Unidas, declaró que el derecho al retorno de los refugiados palestinos es un obstáculo para la paz y, junto a un grupo de lobbistas israelíes, dio comienzo una campañana en la ONU para dejar de considerar como refugiados a los descendientes de los palestinos desplazados en 1948.
En la actualidad, la UNRWA tiene registrados a más 5 millones de refugiados palestinos, pero se estima que en realidad sean más de 11 millones de refugiados, asentados no sólo en Siria, Jordania, el Líbano, Cisjordania, la Franja de Gaza o Egipto, sino en todo el mundo. En la Franja de Gaza los refugiados conforman más del 75% de la población total y dependen, en su inmensa mayoría, de las donaciones y racionamientos de alimentos de la UNRWA. En abril de este año 2013, la UNRWA suspendió durante varios días sus operaciones de reparto de ayuda.
65 años después
Mariam tenía 12 años cuando ella y su familia tuvieron que huir de su ciudad, Al Maydal, que hoy ha pasado a llamarse Ashkelon. Ella lo tiene claro: “El responsable es Gran Bretaña. Estuvo en Palestina desde el año 1917. Desde entonces traía judíos y los metía aquí, traía judíos y los metía en Palestina. Cuando les dio el poder, se fue”. Después de esperar 20 días escondidos en los viñedos de la familia, volvieron a Al Maydal pero vieron que la situación seguía siendo peligrosa y decidieron caminar hasta Gaza.
En los años 60 Mariam volvió a Al Maydal. Su casa había sido convertida en una sinagoga, allí se encontró con una marroquí judía y habló con ella. La mujer marroquí le confesó que no le gustaba esa situación, pero habían llegado porque su hija era soldado del ejército israelí. Con una mirada de indulgencia, Mariam añade: “los judíos árabes son como nosotros, somos hermanos. Pero nosotros volveremos. Aquí, si vamos al médico, nosotros no escribimos en el registro que somos de Gaza, escribimos que somos de Al Maydal”.
Abdallah es profesor de matemáticas en una escuela de la UNRWA, vive con su mujer, también maestra, y sus cuatro hijos en el campo de refugiados de Yabalia, en la Franja de Gaza, el campo más extenso y con mayor densidad de toda la franja. “La vida en el campo es un sufrimiento, hay hacinamiento, caos y desorganización – cuenta Abdallah- . Las calles son estrechas, los servicios son malísimos. El ayuntamiento no tiene la autoridad para organizar el campo, es la Agencia de las Naciones Unidas para el Refugiado. Hay casas en las que el sol no entra durante todo el año… Hay mucho desempleo y los que trabajan ni siquiera a veces pueden dar comida a ellos o a sus hijos”.
El 15 de mayo de 2013 se organizaron varias manifestaciones y actos de protesta en la Franja de Gaza, los Territorios Ocupados y Cisjordania, donde muchos palestinos sufrieron la dura represión policial israelí y varios fueron detenidos. Ese mismo día por la mañana, un grupo de 17 israelíes extremistas irrumpieron en la mezquita de Al Aqsa, en Jerusalén. Los palestinos han denunciado otros intentos de provocación realizados por varios grupos israelíes, entre ellos la organización de contramanifestaciones, muchas de ellas convocadas a través de las redes sociales. Ningún israelí fue detenido por la policía en estos actos de provocación.
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