Janaina Stronzake, del
Movimiento de los Sin
Tierra de Brasil, argumenta
que Dilma Rousseff, nueva
presidenta de Brasil, hará
las reformas sociales que
Lula no ha llevado a cabo.
- Janaina Stronzake. Foto: Mercé Cortina.
DIAGONAL: El Movimiento de los
Sin Tierra pidió el voto en la segunda
vuelta de las presidenciales
para la candidata del Partido de
los Trabajadores (PT), Dilma Rousseff,
¿por qué?
JANAINA STRONZAKE: Nuestra
postura ha sido la de participar
más activamente en la campaña a
favor de Dilma porque existía una
posibilidad real de que ganase la
derecha. Desde el MST hemos pedido
a la gente que vote al PT, no
porque este partido represente
nuestro proyecto, sino porque
José Serra del Partido de la Socialdemocracia
Brasileña (PSDB) significa
un paso atrás incalculable.
Nuestro apoyo a Dilma es un movimiento
táctico, porque entendemos
que este juego político institucionalizado
no nos va a llevar a
una transformación social que es
hacia donde queremos llegar.
Pero, aunque tenemos claro que
no podemos dedicar nuestra energía
y nuestros recursos a campañas
electorales, la historia a veces
nos exige un paso atrás para dar
dos para adelante. Por tanto, el resultado
de las elecciones no es una
situación ideal pero es la mejor posible
en este momento. Dilma ha
sido elegida, pero lo más importante
es que la derecha ha salido
derrotada.
D.: ¿Cree que Dilma va a resistir
mejor a las presiones que ha tenido
el Gobierno de Lula para llevar
a cabo reformas en el sistema fiscal
y en el mercado laboral?
J.S.: Sí. Ya el Gobierno de Lula
frenó un proceso de flexibilización
del mercado laboral en
Brasil. Ahora, además, la configuración
del Congreso Nacional es
favorable al Gobierno del Partido
de los Trabajadores. Eso va a facilitar
las cosas, algo que no ocurría
con Lula. Se va a poder implementar
más políticas interesantes para
el pueblo. Desde el MST creemos
que Dilma va a seguir por este
camino, e incluso va a ir más
allá. Tendrá más opciones para
oír las reivindicaciones de los movimientos
sociales, obreros, y de
campesinas y campesinos.
D.: Brasil se ha convertido en un
país muy atractivo para la inversión
extranjera, ¿qué papel cree
que va a tener el nuevo Gobierno
en este tema?
J.S.: Brasil ha pasado con relativa
tranquilidad por la crisis, pero
lo que está ocurriendo es que hay
una gran inversión de dinero público
y no sabemos hasta cuándo
Brasil puede sostener esta situación.
Al mismo tiempo, este capital
internacional ha entrado y lo
ha hecho con bastante facilidad.
Por ejemplo, hoy hay muchas tierras
que están en manos del capital
extranjero. Esto nos lleva hacia
la desnacionalización de la
producción y de las tierras brasileñas.
Pero el mayor problema es
que, con la transnacionalización
del capital, las leyes nacionales
no tienen validez. De hecho, aunque
la empresa sea brasileña, si
justifican que hace negocios fuera
de Brasil, la ley brasileña no le
es aplicable, pero además se está
animando a través de incentivos
a que estas empresas se instalen
en el país desde los propios gobiernos
locales. Todavía no existe
una legislación internacional
capaz de regular estos movimientos
de capital.
D.: Se dice que hay cerca de 30 millones
de brasileños que han salido
en los últimos años de la pobreza
gracias, entre otras cosas, a
la política de la Bolsa Familiar.
¿Qué futuro pronostica a esta
política?
J.S.: Ha habido una política bastante
interesante que es de que
las familias reciben otros tipos
de asistencia mientras estén con
la beca familiar, por ejemplo los
niños tienen que estar en la escuela
y a estas familias se les
suele ubicar en proyectos laborales.
La esperanza, y ésta ha sido
la pauta que ha sido entregada
a la presidenta Dilma, es de
que el Gobierno lleve a cabo reformas
necesarias urgentes como
la reforma agraria para que
la gente se reubique en la tierra
y que ésta le garantice un trabajo,
una educación y con el tiempo
ya no sea necesario tener beca
familiar y que la gente pueda
vivir de su trabajo.
Actualmente hay unos treinta
millones de brasileños dentro del
programa de beca familiar y creemos
que esta cifra se va a reducir
sustancialmente en un futuro
puesto que la situación de estas
familias está mejorando y ya no
la van a necesitar. Aún así tenemos
otros problemas que tienen
que solucionarse como es la alta
tasa de analfabetismo que ahora
supera el 10%, y esto es vergonzoso.
Cuba tiene muchos más
problemas que nosotros y no tiene
analfabetismo.
Como MST seguiremos con
nuestras luchas. Hemos conquistado
siete millones de hectáreas
y ya son cerca de 400.000
familias que están asentadas,
pero hay muchos más sin tierras
todavía en Brasil. Vamos a mantener
nuestro foco de trabajo en
organizar a la gente, promocionar
formas de formación para
que la gente perciba la coyuntura
y tenga ganas de organizarse,
de hacer cosas para cambiar esta
realidad que tenemos. Y que
la gente se sienta capaz de hacerlo
ella misma y no esperar a
que venga un gobernante para
cambiar su vida, para transformar
su realidad.
D: ¿Qué otras reivindicaciones tiene
el MST ?
J.S.: Pues la primera reivindicación
que tenemos siempre es la
reforma agraria. Además, que
paren la liberalización de trangénicos,
que pare la devastación de
la Amazonía, que se detengan las
apropiaciones indebidas de tierras
por grandes terratenientes,
que se mejore la educación básica
y las universidades, que se fomente
a las pequeñas empresas y
cooperativas, porque son las mayores
fomentadoras de empleo y
renta para la gente y que ésta se
organice y que se dé espacio a las
mujeres y a la juventud.
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