Hablamos con los sindicalistas asturianos Cándido y Morala, vinculados desde hace 35 años a las luchas más activas y productivas del sector naval.
- NAVAL GIJÓN RESISTE. La defensa de los puestos de trabajo ha quemado distintas etapas de resistencia; la última antes del verano, previa al cierre definitivo del astillero.
En 2005 alguien destruyó una cámara
de videovigilancia durante una
protesta callejera de Naval Gijón.
En 2007, Cándido y Morala ingresaron
en prisión por este delito; 19
días más tarde se les concedió el
tercer grado y un día después se
suspendió la condena, anulando de
paso la posibilidad de redención
de la pena en régimen abierto.
En septiembre, el Consejo de
Ministros les concedió un indulto,
condicionado al pago de una indemnización
y una multa, así como
a no cometer delitos dolosos durante
cuatro años. En caso contrario, y
a la espera del resultado de las alegaciones,
volverían a prisión.
DIAGONAL: ¿Qué lectura hacéis
de esta nueva situación?
CÁNDIDO G. CARNERO: Es incomprensible,
parece una maniobra
para echarnos una nueva condena.
Por un lado nos obligan a
asumir los 5.625 euros de la cámara
de vigilancia, lo que implicaría
asumir personalmente la autoría de
unos hechos que no cometimos.
Por otro lado pretenden hacernos
pagar una multa de 2.160 euros que
corresponde a la primera condena,
lo que es contradictorio porque ésta
fue suspendida por la juez en su
día. Por último se nos impone un
plazo de cuatro años durante los
cuales no podemos incurrir en delitos
similares, en lugar de los dos
que establece la ley.
D: ¿Qué supone esto último para
vuestra labor sindical?
C.G.C.: Es la primera vez que se
nos imputa un delito por los daños
causados en una movilización laboral
desde que se creó la Corriente
Sindical de Izquierda (CSI). Siempre
hemos tenido una fuerte presencia
en la calle, hemos quemado
neumáticos, coches, cajeros, etc.,
siempre en el contexto de luchas
en defensa del empleo y asumiendo
la responsabilidad colectivamente.
Así que esta nueva situación
se explicaría como un intento de
criminalizar las luchas contra la liquidación
de los astilleros de Gijón,
cuyos terrenos están siendo objeto
de especulación fomentada desde
el Gobierno regional y el Ayuntamiento
de Gijón (PSOE-IU). Así
pues, el “indulto”, condicionado a
cuatro años sin cometer delito, busca
sacarnos de la calle y, de paso,
que nos autoinculpemos del delito
que nos imputaron en 2005.
D.: ¿Qué hay detrás del cierre de
los astilleros de Gijón?
JUAN M. MORALA: El sector naval
ha llegado a emplear hasta 6.000
personas en la ciudad, directa e indirectamente.
Se formaban plantillas
jóvenes y especializadas que entregaban
los barcos siempre dentro
de plazo, en competencia con los
mejores astilleros de Europa. Con la
reconversión industrial se comenzaron
a cerrar talleres, a externalizar
servicios y a precarizar las condiciones
laborales, lo que favoreció
una pérdida de competitividad que
ha acabado en la situación actual.
Hoy, el último astillero, Juliana, está
en proceso de quiebra, y los terrenos
que conformaban el área industrial
portuaria de Gijón se han malvendido
con vistas a una expansión
urbanística de lujo.
D.: ¿Cuáles han sido las características
fundamentales de las luchas
de la Corriente Sindical?
C.G.C.: En un contexto de desindustrialización
salvaje, en el sector
naval recibes el 100% de tu sueldo
y cotizas como si estuvieras trabajando
hasta los 65 años, en que te
jubilas, aunque tu empresa haya cerrado.
En cualquier otro sector te
echan a la calle en cualquier momento
y sin cotización ni nada...
Estas ventajas creo que son producto
de la pelea desarrollada; la gente
entendió desde el principio que la
lucha es rentable, que la lucha paga.
Al contrario del “síndrome de
indefensión aprendida” que tiene
todo el mundo metido en la cabeza,
el “total, para qué voy a luchar, si
no voy a sacar nada”. Todo esto
marcó las luchas de Naval Gijón.
Por ejemplo, agotabas el desempleo
y te lo volvían a dar, te ponían
el contador a cero, y con estas cosas
la gente entendía que la lucha
daba resultado.
Todavía en mayo fuimos a astilleros
y allí estaban los paisanos de
56 años, con las latas de gasolina,
los pañuelos, voladores, cócteles
molotov... Y tienen la confianza de
que “de aquí no nos saca ni dios”,
bajan a la pelea habiendo ganado
esa batalla parcial... Creo que en
Asturias este fenómeno está extendido.
Por ejemplo en la empresa
Vesubio, en las cuencas mineras,
querían despedirlos a todos, como
a tantos, y lo primero que hizo la
gente fue salir a quemar, como símbolo
de resistencia...
D.: ¿Cómo se articulaba vuestra
forma de acción?
J.M.M.: Tuvimos que convertir
nuestros problemas laborales concretos
en un problema político general
y llevarlo todo a la calle. Al
principio era complicado, cortabas
la única arteria de comunicación
que había en la ciudad con una
barricada incendiaria y, claro, la
gente llegaba tarde a trabajar, te
maldecían, etc... Poco a poco, informando,
‘megafoneando’ durante
las acciones, la gente fue entendiendo
nuestra necesidad de plantear
movilizaciones en la calle,
encierros y demás para conseguir
soluciones de verdad... Luego llegan
los resultados, la gente se autoorganiza,
como el que monta una
excursión... se forman grupos de
trabajo para cada asunto, colectas
para comprar materiales, se estudian
las acciones, las medidas de
seguridad, etc. Y para adelante.
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30 AÑOS DE SINDICALISMO COMBATIVO
1978
En el contexto de una movilización en
solidaridad con un astillero gallego, se
realizó el primer corte viario con barricadas
incendiarias, lo que se convirtió en
«imagen de marca» del sindicalismo de
base más combativo en Asturias.
1982
Se crea en Gijón la Corriente Sindical de
Izquierdas, fundada por sindicalistas en su
mayor parte de CC OO. Se ganaron una
gran implantación en los sectores naval y
metalúrgico, convirtiéndose en un referente
fundamental durante la reconversión.
2005
El Ayuntamiento de Gijón, gobernado por
una coalición PSOE-IU, denuncia a los dirigentes
de la CSI por los daños producidos
durante una acción de protesta de la
Naval, dando comienzo a la acción penal
contra Cándido y Morala.
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