MOVILIZACIONES. El 12 de noviembre, dos días antes del 30 aniversario de los Acuerdos de Madrid (por los que el
Estado español entregó su ex colonia a Marruecos y Mauritania) unas 30.000 personas se manifestaron en Madrid para
reclamar la libertad del pueblo saharaui y la implicación del gobierno español en la resolución del conflicto. Fue, según
los organizadores, la mayor manifestación de solidaridad con el pueblo saharaui realizada en el Estado. / José Miguel Alfonso

El Aaiún vuelve a ser una ciudad
bajo asedio militar. Tras los acontecimientos
del pasado mes de mayo,
que inauguraron lo que los medios
saharauis han denominado “intifada
de la independencia”, la capital
ocupada no conocía una movilización
ciudadana igual. Tampoco un
nivel tan alto de represión. Después
de varias semanas de movilizaciones
intermitentes y de dos días consecutivos
de manifestaciones y duros
enfrentamientos con la policía,
Mohamed VI consiguió controlar el
15 de noviembre la nueva ola de
protestas con la intervención activa
del Ejército, que levantó un cerco
alrededor de la ciudad. Según fuentes
del Frente Polisario, en el transcurso
de esas dos últimas jornadas
97 personas fueron detenidas, 57
resultaron heridas (dos de extrema
gravedad) y 32 casas de saharauis
fueron asaltadas y “saqueadas” por
las fuerzas del orden marroquí.

En el trasfondo de estos acontecimientos
se halla la muerte del joven
Hamdi Lembarki en dependencias
de los Grupos Urbanos de
Seguridad (GUS), ocurrida el pasado
29 de octubre al término de una
manifestación en El Aaiún. El saharaui
fue detenido por blandir una
bandera de la RASD y, tras ser torturado
en comisaría, arrojado sin
vida a una calle de la ciudad. En un
hecho sin precedentes, el Gobierno
alauita reconoció el 12 de noviembre
que “los primeros elementos de
la investigación interna iniciada por
la Dirección General de la Seguridad
Nacional arrojan serias presunciones
sobre la implicación de
un oficial y un brigada de la Policía”
en el fallecimiento de Lembarki.

Después de un día de luto nacional
decretado por el Polisario, que
fue secundado en la mayor parte de
las ciudades del Sáhara Occidental
y del sur de Marruecos, así como en
los campamentos de refugiados de
Tinduf, las manifestaciones contra
la ocupación marroquí se reactivaron
en distintos puntos de la antigua
colonia española y en algunos
centros universitarios de la metrópoli,
aumentando progresivamente
en intensidad hasta alcanzar su
punto álgido los días 12 y 13 de noviembre.
Ese fin de semana, las calles
de El Aaiún se transformaron
en un auténtico campo de batalla:
los GUS, con ayuda de los Grupos
de Intervención Rápida, la Gendarmería,
el Ejército y algunos grupos
de colonos, utilizaron de manera
profusa todo tipo de material antidisturbio
para dispersar a los manifestantes
saharauis, algunos de
los cuales respondieron lanzando
piedras y cortando las vías de comunicación
con neumáticos incendiados.

Como ocurriera en el mes de mayo,
los estudiantes de secundaria,
que días antes organizaron concentraciones
en El Aaiún y Dajla para
reclamar una mejora de sus condiciones
de enseñanza y protestar
contra el acoso que sufren por parte
de la Policía marroquí, están teniendo
un enorme protagonismo
en las movilizaciones. Según el
Servicio de Prensa Saharaui, “desde
el comienzo de la Intifada, las
fuerzas coloniales rodean todos los
establecimientos escolares en las
ciudades ocupadas del Sahara
Occidental y el sur de Marruecos”.

El Polisario, que como muestran
las protestas tiene una fuerte implantación
en el Sahara ocupado,
ha solicitado una vez más la intervención
urgente de la ONU, responsable
de velar por la paz en el territorio
no autónomo, para frenar la
represión del Gobierno marroquí,
amenazando con volver a la lucha
armada si no se garantiza la integridad
física de sus ciudadanos.