ESCOCIA // CRÓNICA DE LAS MOVILIZACIONES CONTRA LA REUNIÓN DE LOS OCHO PAÍSES MÁS RICOS DEL MUNDO
Misión: impedir la cumbre del G-8

10.000 policías y ocho kilómetros de vallas no fueron suficientes para detener a los miles de manifestantes que protestaban contra la cumbre del G-8.

Texto de Carlos Tudela (Edimburgo)

15/06/06 · 14:57
Edición impresa
JPG - 21.8 KB
 
Protestas en la ciudad de
Edimburgo

Las movilizaciones contra el G-8 en
Escocia arrancaron el sábado 2 de
julio, con la marcha masiva Make
Poverty History, una campaña lanzada
por una coalición de ONG, utilizada
como recurso de imagen por
el presidente Tony Blair, quien no
tuvo ningún problema para asegurar
que iba a llevar la voz de los manifestantes
a la reunión de Gleneagles.
“Estamos todos en el mismo
barco”, aseguró entonces.

Un día después, cientos de activistas
recorrieron las calles de Glasgow
visitando lugares relacionados con
las deportaciones y la persecución
contra los migrantes en un ‘tour’ llamado
Make Borders History (Hagamos
que las fronteras sean historia).

El lunes 4, los manifestantes bloquearon
la base de submarinos nucleares
de Faslane desde primeras
horas de la mañana sin que la policía
intentara desalojar a los activistas
que cortaban las vías de acceso
pacíficamente.

El miércoles 6 de julio, al mismo
tiempo que se inauguraba la cumbre
del G-8 en el hotel de lujo de Gleneagles,
comenzaron las acciones para
impedir el normal desarrollo de la
cumbre. En este sentido, se bloquearon
los hoteles de los delegados en
Glasgow y Edimburgo y se cortó la
autopista que une estas ciudades con
el hotel donde se realizaba la cumbre.
Las horas previas fueron especialmente
tensas: los bloqueos partían
del ‘centro de convergencia rural’
que se había habilitado a las afueras
de Stirling, un pueblo situado a pocos
kilómetros del hotel. Más cercano
a Gleneagles estaba el pueblo de
Auchterarder, donde G8 Alternatives
(una coalición de ONG y partidos
de izquierda) convocó una marcha
pacífica cuyo recorrido, pactado
con la policía, pasaba junto al anillo
de vallas que protegía al hotel.

En el centro de convergencia rural
se desarrollaron diversas formas
de actuación para bloquear la
cumbre. Por una parte, desde el
anochecer del día anterior salieron
del centro de convergencia pequeños
grupos que, literalmente, se
‘echaban al monte’, pasando la noche
ocultos en los bosques cercanos
a la autopista hasta las 7 de la mañana,
hora en la que debían ‘saltar’ para
cortar la ruta. Por otra parte, a las
4 de la madrugada saldrían del centro
de convergencia dos grandes bloques
de cientos de activistas para
marchar hasta la autopista y bloquearla.

De estos dos bloques, sólo uno
conseguiría llegar a la autopista y
cortarla a eso de las 6 de la mañana,
después de dos horas de marcha
esquivando al ejército de antidisturbios
desplegado por la zona.
El segundo bloque, en el que se encontraba
un nutrido grupo de madrileños,
fue fácilmente controlado
por la policía, que les empujó de
vuelta a las afueras de Stirling, donde
grupos de afinidad dispersos realizaron
sabotajes contra multinacionales
como McDonald’s, Burger
King o Pizza Hut, rompiendo a pedradas
las vidrieras de sus locales.

Tras restablecer el tráfico en la autopista,
furgones de policías controlaban
los kilómetros que separan
Stirling de Auchterarder a la espera
de los manifestantes que debían saltar
desde el bosque. Aunque muchos
de ellos fueron controlados por la policía
antes de poder cortar el tráfico,
la mayoría consiguió el objetivo deseado,
creando un auténtico caos circulatorio.

Al mismo tiempo, empezaban los
intentos de bloqueo en las ciudades.
En Glasgow, la policía no tuvo demasiados
problemas para evitar que
los activistas llegaran cerca de los
hoteles de los delegados. Más trabajo
tuvieron los antidisturbios en
Edimburgo, donde cientos de activistas
consiguieron llegar a las puertas
del hotel donde se alojaban los
delegados japoneses.

Entre las 9 y las 10 de la mañana,
la policía prohibió la manifestación
pacífica de Auchterarder utilizando
como excusa los enfrentamientos
matutinos en Stirling. En Edimburgo,
cientos de activistas fueron
retenidos en sus autobuses, mientras
la estación de tren de Stirling
era tomada por la policía. Tras una
hora de tensión y negociaciones entre
los organizadores y la policía, la
prohibición fue levantada y los autobuses
de Edimburgo pudieron salir.

Los antidisturbios fueron trasladados
como refuerzo desde Stirling
a Auchterarder en helicópteros militares
de transporte de tropas, en una
imagen especialmente impactante
que ha sido muy difundida por los
medios. Aun así, cuando la manifestación
llegó al anillo de vallas la tensión
no hizo más que crecer. Los participantes
de la protesta no quisieron
dar la vuelta. Cuando un grupo se
lanzó corriendo contra las vallas,
fueron muchos los que los siguieron.

La primera línea de vallas no tardó
en caer. Los activistas la traspasaron
y se encararon decididos con
la segunda valla, pero antes de que
consiguieran derribarla, una contundente
actuación de los antidisturbios
los obligó a retroceder. En
total, unas 400 personas fueron detenidas
en las protestas del día 6.
En los dos días siguientes la gran
mayoría fue puesta en libertad.

La protesta
de los ricos

La iniciativa Live 8, capitaneada
por músicos como Bono o Bob Geldof,
hizo buenas migas con los
mandamases reunidos en Escocia,
especialmente con el primer ministro
británico Tony Blair. Mientras el
actor Will Smith hacía chasquear
los dedos a los asistentes del concierto
como recordatorio de que
cada tres segundos muere un niño
en África, Geldof tildaba a los manifestantes
que se enfrentaban con
la policía de «idiotas». Michel Chossudovsky,
director del Centro para
la Investigación sobre la Globalización,
señala que Live 8 «arrojará
beneficios enormes para Time Warner,
Ford, Nokia y EMI Music».

Tags relacionados: Edimburgo G-8 Manifestaciones Nucleares
+A Agrandar texto
+A Disminuir texto
Licencia

comentarios

0

separador

Tienda El Salto