El mercado del carbono hace 'crac'

Colapso en el precio de la tonelada de CO2. Los precios se desploman desde 32 euros a cinco euros.

, Es ecólogo.
20/04/13 · 11:04

El mercado de carbono es el núcleo de la política de la UE para luchar contra el cambio climático y tiene como objetivo reducir las emisiones de los sectores industriales y energéticos. Sin embargo el exceso de oferta generado por la infinita generosidad de los gobiernos con las empresas e industrias hizo que este mercado tuviera excedentes tan brutales que ha permitido que se desplomara el precio del tonelada desde 32 euros hasta llegar a 2 y en torno a 5 en la actualidad. Muchas empresas hicieron mucho dinero con esta venta de derechos, de tal forma, que los que contaminaban cobraban transformando en beneficios empresariales una legislación para mejorar el clima. Además, debido a la caída actual, han primado los comportamientos mas insostenibles respecto a las emisiones y la eficiencia. En España se puede estimar en un total de 1.370 millones de euros los beneficios generados (caídos del cielo) a industrias, constructoras y petroleras (suponiendo un valor medio de 16 euros entre 2008 y 2011). Con el mayor cinismo del mundo se puede afirmar “el mercado y el sistema de comercio es la herramienta más rentable en la política climática de la UE para todos, excepto para el cambio climático”.

Las lecciones aprendidas son muy relevantes para el futuro, ya que las grandes economías están diseñando mercados de carbono regionales y nacionales, siguiendo el ejemplo de la UE en Australia, Nueva Zelanda, Corea del Sur, China y, desde el año que viene, California.

1. Colapso

Los precios de los permisos de carbono de la UE, el mayor mercado de emisiones en volumen operado, cayeron un 50% en los últimos dos años, hasta alcanzar un nivel mínimo récord 2,81 euros (3,76 dólares) por tonelada en enero de 2013.

Este precio del permiso para emitir una tonelada de carbono se redujo después de un voto en contra de una propuesta de la UE para apoyar el mercado de carbono. La caída libre en el mercado fue motivada por la decisión de la Comisión de Energía e Industria del Parlamento Europeo de oponerse a una propuesta de retrasar la liberación de 900 millones de futuros permisos.
 

Con el precio del carbón tan bajo es evidente que no existe ningún tipo de incentivo para la reducción de emisiones.Este hecho podría limitar la oferta en el mercado y por lo tanto mantener el precio del carbono. Los analistas creen que esa medida podría elevar los precios del carbono de 15 euros, pero se estima en un valor superior a 20 euros que funcione el mercado y se desincentive, por ejemplo el uso del carbón. A demás da una señal muy negativa al marcado, si los precios bajan los que no han invertido en eficiencia energética y reducción de emisiones se ven recompensados. Así, la asignación tuvo un efecto perverso, de forma que los que contaminaban cobran y además los que no han hecho nada también se han visto beneficiados al poder emitir a precio casi cero.

La Comisión Europea advirtió que sin la acción el precio del carbono podría reducirse drásticamente, dejando el mercado de carbono como irrelevante y cuestionando, de paso, muy seriamente toda la política energética de medio ambiente de la UE. Polonia se opone a la reforma, mientras que el Reino Unido quiere un plan más ambicioso. Alemania, el miembro más influyente de la UE en materia de política industrial, no tenía clara su posición.

El mercado de emisión se puso en marcha en 2005 y los precios se desplomaron durante el primer período (2005-2007) de comercio a cerca de cero en 2007, debido a la sobre-asignación de permisos. Para que funcione el mercado es necesario crear escasez, por lo que gran parte de los derechos de emisión deberán ser permanentemente eliminados. Con el precio del carbón tan bajo es evidente que no existe ningún tipo de incentivo para la reducción de emisiones.

2. Los que contaminan cobran

Ya describimos el desastre del mercado en su día. Donde criticamos la extraordinaria generosidad del gobierno con el sector industrial, cementero, refinero, siderúrgico, etc.. Hecho que finalmente y desgraciadamente tuvo graves consecuencias. Por otra parte tampoco se tuvo en cuenta en la planificación, la posibilidad de la crisis, con lo cual los excedentes fueron todavía más cuantiosos.

Figura 1
Cobertura absoluta de la asignación en el periodo 2008-2011 en los mercados de emisión de España por sectores. Fuente: www.renade.es 2012

Los sectores mas beneficiados en España fueron el cemento con 42 millones de euros seguidos por el sector del refino, 11,4 millonesy la producción de tejas y ladrillos con otros 10,9. El sector siderúrgico obtuvo cerca de 10 millones. En total se pueden estimar en unos 1.370 millones de euros el total de los beneficios. Esto también se publicó en El País, donde se detallaban como estos derechos se transforman en beneficios.

Otro de los temas esenciales relacionados con la evaluación de la política del comercio de emisiones, y que excede el contenido de este artículo, son los proyectos de compensación, desarrollados bajo el paraguas de los Mecanismos de Desarrollo Limpio. Muchas ONG han constatado miles de problemas en el desarrollo real de muchos proyectos que han incrementado la destrucción ambiental local. Naciones Unidas ha manifestado recientemente la necesidad de reorientar toda esta política.

En setiembre del 2012, The Economist ya explicaba el desastre del mercado a pesar de los miles de millones de dólares de inversiones verdes para países en desarrollo. Uno de los temas claves es que los principales emisores como EE UU siguen fuera del tratado o no estuvieran obligados a reducir las emisiones China e India. Por ello Europa ha sido la principal fuente de demanda de créditos, y el MDL se ha convertido en una especie de anexo al esquema europeo del Sistema de Comercio de Emisiones. Pero a las empresas europeas se les dio de todos modos cuotas de carbono excesivamente generosas y además se produjo la crisis del euro que ha reducido la actividad industrial (y también las emisiones). Así este exceso de oferta determinó que los precios del carbono se han derrumbado, al pasar de 20 dólares USA por tonelada en agosto de 2008 y por debajo de cinco ahora. Grandes empresas contaminantes se benefician del sistema. Es el caso de ArcelorMittal, el fabricante de acero más grande del mundo, que ganó el año pasado 220 millones de dólares con la venta de permisos gratuitos del sistema europeo de comercio de emisiones de CO2, más que el doble que en 2011. Uno de los países donde más “permisos” ha adquirido es España.

3. Contaminar es gratis

Bloomberg señalaba recientemente que el mercado indicaba que se estaba premiando al más contaminante, es decir al que no había hecho nada: ni inversiones en aumento de eficiencia, ni cambios de combustibles y que actualmente contaminar era casi gratis. Y que por otra parte los propios mercados de carbono están en peligro.

Lo cual hace complicado que Europa intente convencer al resto del mundo de que el comercio de carbono es la mejor manera de luchar contra el cambio del clima. La UE propone eliminar temporalmente 900 millones de toneladas métricas de permisos de carbono de las subastas previstas hasta el año 2015 y devolverlos al final de la década, un proceso conocido como “backloading”.

4. ¿Una tasa fija por tonelada emitida?

The Guardian describe la polémica que se está produciendo estos meses entre quienes apuestan por seguir con el sistema de mercado de carbono (que no funciona) a pesar de lo cual parece ser la opción preferida por todo el mundo o la segunda, que incidiría directamente en una carbon tax (impuesto sobre el carbono).

Los economistas sostienen que, si se deja al mercado actuar libremente, las emisiones de gases de efecto invernadero seguirán aumentando, ya que no hay incentivos suficientes para que empresas y hogares reduzcan sus emisiones. Por ello, se recomienda aplicar el principio de quien contamina paga y poner un precio al dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero. Esto se puede implementar a través de un impuesto sobre el carbono por cada unidad de emisiones de gases de efecto invernadero y proporciona a las empresas (y los hogares, dependiendo del alcance) un incentivo para reducir la contaminación.

En este escenario, conseguir el nivel impositivo adecuado es la clave: demasiado bajo significa que las empresas y los hogares tenderán a pagar el impuesto y seguir contaminando, más allá de lo que es óptimo para la sociedad. Demasiado alto y los costos se elevarán por encima de lo necesario para reducir las emisiones, impactando en las ganancias, el empleo y los consumidores finales. Existen diferentes apreciaciones de los diferentes agentes implicados: industrias, energéticas, gobiernos, ciudadanos.. La incertidumbre también varía entre uno y otro sistema. El impuesto supone un coste inmediato pero es un gasto previsible y supone una estabilidad en la hoja de resultados de la empresa.

En enero de 2013, gran parte de los grupos conservacionistas se han posicionado claramente por el desmantelamiento del mercado de CO2. Con una declaración conjunta: “Es hora de desmantelar el Sistema Europeo de Comercio de Emisiones (ETS)”, exponen los múltiples problemas estructurales que afronta el mercado europeo de carbono y que no pueden ser resueltos con las reformas propuestas por las instituciones de la Unión Europea. “Se ha desviado por completo la atención de la necesidad de reducir radicalmente la dependencia y el uso de los combustibles fósiles, dando como resultado un incremento de las emisiones”, expone Tom Kucharz, de Ecologistas en Acción. "Se obliga a los contribuyentes a costear la legislación, regulaciones y mucha de la cuantificación de los mercados de carbono. Las empresas cubiertas por el mercado de carbono ganan subsidios por seguir contaminando, mientras que los gobiernos dedican dinero a compensar por las excesivas emisiones y por la generosa concesión de permisos de emisión gratuitos a las empresas. Mientras, el ETS no ha reducido las emisiones de gases invernadero. El ETS ha funcionado como un sistema de subsidios para aquellos que más contaminan. Durante las dos primeras fases del ETS (2005-2007, 2008-2012), los permisos se concedieron de modo gratuito y de acuerdo a las emisiones históricas, funcionó de hecho como un subsidio para las empresas más contaminantes" han explicado las organizaciones ecologistas.

La asignación excesiva de permisos permitió seguir usando las mismas tecnologías y dejó sin efecto cualquier incentivo para efectuar una transición hacia procesos de producción de bajas emisiones. Un estudio de CE Delft ha desvelado que casi todos los costes de cumplir con los objetivos del ETS se han trasladado a los consumidores. El estudio estima que los beneficios así obtenidos ascendieron a 14.000 millones de euros entre 2005 y 2008. Los productores de electricidad también tienen la libertad de pasar el ‘coste de oportunidad’ de cumplir con el ETS a los consumidores, aumentado las tarifas eléctricas. Esto les reportó unos beneficios de entre 23 y 71.000 millones de euros en la segunda fase. El lobby empresarial se ha asegurado de que más de un 75% de la industria manufacturera seguirá recibiendo los permisos de emisiones de modo gratuito al menos hasta 2020 (lo que quiere decir que unos 7.000 millones de euros anuales irán a los bolsillos de las industrias contaminantes en lugar de a las arcas del Estado). Todos los intentos de terminar con esto se han dado de frente con el lobby intensivo de las industrias.

En la fase III sólo el sector eléctrico tendrá que comprar los permisos en subasta, e incluso ahí se han hecho excepciones para centrales de Europa central y del este, incluyendo aquellas con alta dependencia del carbón para la generación de electricidad. Sin embargo esto no es nada sorprendente, dado que el ETS se diseñó para atraer a la industria. El gigante petrolero BP, con ayuda del gobierno británico, fue una de las empresas que presionaron a la UE para adoptar el ETS", concluyen las plataformas de defensa del clima.

Los grupos conservacionistas y muchas ONG estiman que “La lucha contra el ETS es la lucha por la justicia social, ecológica y climática. Es la lucha por la transformación de nuestros sistemas energéticos, de transporte, agrícolas, de producción, consumo, distribución, de residuos y financiero. Convocamos a las organizaciones y movimientos de la sociedad civil a que se adhieran a este llamado y se unan a la lucha para abolir el ETS.”

Conclusiones

Es evidente, que el cambio climático es algo demasiado importante para dejarlo en manos del mercado. Será difícil conseguir con este mercado de carbono limitar el aumento de la temperatura a 2°C, que puede ser incluso un objetivo insuficiente para asegurar la supervivencia de la humanidad.
El programa no ha alcanzado sus metas ambientales por lo que las reglas del mercado deben ser revisadas. En cualquier caso parece absolutamente necesario una intervención total por parte del regulador en el mercado de permisos.

Los gobiernos de la UE y la Comisión Europea están decididos a mantener el ETS como el pilar central de las políticas climáticas de la UE. La fase III ha comenzado en 2013, sin embargo sin esta profunda revisión no tiene ningún sentido.

De acuerdo a los analistas de mercado, no hay previsión de que los precios alcancen los niveles en los que incentivarían cambios. Se estima en unos 20 euros la tonelada el precio en el que empieza a tener sentido el mercado (a principios de marzo está en 5 euros). Incluso si se pudiese de algún modo conseguir precios altos y predecibles –que es lo contrario de lo que el ETS ha sido diseñado para producir– serían insuficientes para incentivar los cambios estructurales que son necesarios para enfrentarse al cambio climático.

Estas políticas son solo una parte de las necesarias para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. A pesar del flagrante fracaso del mercado de carbono, y la creación de burbujas financieras que ayudó a crear, se pretende ahora “exportar” el modelo a China, Brasil, Corea del Sur, Australia, etc. será necesario corregir las reglas del mercado si realmente se pretende que tenga efectividad. Una solución demandada por expertos, y a considerar, es tan sencilla como poner un precio al carbono, por tonelada emitida. Es altamente peligroso y con graves riesgos de insostenibilidad el ampliar los servicios del mercado y también incluir a otras áreas para comercializar otros “servicios ecosistémicos”, tales como bosques, biodiversidad, agua, suelos y paisajes.

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