EMPLEO // LA JORNADA LABORAL AUMENTA POR PRIMERA VEZ DESDE 1997
Menos salarios, mayores precios y más trabajo

El pulso productivo
español está acelerado,
pero en su base
aparecen signos de
anemia que podrían
dificultar la paz social,
como la débil
productividad y los
bajos salarios.

13/06/06 · 23:57
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PAUSA VERANIEGA. Sindicatos, patronal y Gobierno han congelado en verano
el diálogo para la nueva reforma laboral. // JOSUÉ

En el Estado español se trabaja
más a la vez que se produce y se
cobra relativamente menos que
en los últimos años. Algunos indicadores
recientes de empleo,
productividad y salarios ofrecen
una cara aparentemente contradictoria
de la economía: la jornada
laboral creció el año pasado
por primera vez desde 1997, rompiendo
una tendencia a la baja de
siete años, mientras que baten récords
las cifras de ocupación y la
productividad y los salarios pierden
fuelle.

El sentido común dice que a
más trabajo (más trabajadores
que trabajan más horas) se produce
más, lo cual, en teoría, debería
ayudar a una mayor remuneración
por actividad. El Indicador
Laboral de Comunidades Autónomas
(ILCA), elaborado por
Adecco y por la universidad privada
IESE , muestra que la productividad
media del trabajo (que
expresa la relación entre el número
de ocupados y el Producto
Interior Bruto) acumula en el
Estado español una caída del
7,2% en los últimos seis años.

Para los responsables del estudio,
esta baja productividad se ha
trasladado a los sueldos, con el
resultado de que desde 1997 el salario
real -que mide la capacidad
adquisitiva al tener en cuenta la
inflación actual- es sólo un 0,9%
superior al de 1997.

Economía del exceso

Y claro que se produce más que
hace unos años, como demuestra
el fuerte crecimiento del Producto
Interior Bruto (PIB) en este
periódo. El descenso relativo de
los sueldos y de la productividad,
reconocido también por el Banco
de España, se produce en un momento
de fuerte creación de empleo:
los más de 700.000 ocupados
que se han incorporado al
mercado de trabajo en el último
año -conformando un total de
más de 18 millones de trabajadores-
“tienen la culpa” de ello, según
los responsables del ILCA,
que vienen a decir que el crecimiento
de la tarta no es el suficiente
para premiar más a todos.

El razonamiento reproduce lo
que está exigiendo la patronal
para aumentar la jornada de trabajo.
En los convenios colectivos
de 2004 se firmaron tan sólo cuatro
horas totales más que en 2003,
hasta alcanzar las 1.756 horas
anuales, pero este pequeño aumento
rompía una tendencia de
recortes de seis años. Y en lo que
se lleva de año, los sindicatos y
los empresarios han acordado
una subida de cuatro horas más,
hasta las 1.760, todavía siete horas
por debajo de lo pactado en
1997. En este contexto, el salario
real medio cayó entre enero y
marzo un 0,8% con respecto al
primer trimestre de 2004. Los expertos
de ILCA esperan que esta
caída continúe de forma más suavizada
en los próximos meses, al
hilo del continuo descenso de la
productividad, que se hundirá un
1,4% más, según sus previsiones.

Quién gana y quién pierde

Este cruce de cifras ya afecta al
llamado díalogo social entre los
sindicatos mayoritarios y la patronal.
Esta última insiste en que
la baja productividad debe compensarse
con mayores jornadas y
contención salarial; a trancas y
barrancas, CC OO y UGT están
aceptando este marco en algunas
negociaciones importantes como
las que afectan a la industria de la
automoción, en lenta pero imparable
crisis a causa de la debilidad
de la demanda europea.

Así, patronal, sindicatos y Gobierno
han metido en el congelador
durante el verano las negociaciones
para la nueva reforma
laboral. Aunque el resultado más
probable sea una reforma tímida
que no acabe de contentar ni a
sindicatos ni a patronal, fuentes
de CC OO consultadas por DIAGONAL
no descartan un golpe de
timón a la derecha por parte del
Gobierno, en la línea de algunas
declaraciones “flexibilizadoras”
por parte del ministro de Trabajo,
Jesús Caldera.

El objetivo oficial de dicha reforma
sería reducir la temporalidad,
como han manifestado todas
las partes implicadas. Con
una tasa de temporalidad que repunta
poco a poco desde 2003,
hasta rozar actualmente el 33%
de la población ocupada, otras
voces, como el seminario de economía
crítica Taifa, recuerdan
que los contratos temporales
acarrearon, en 2002, un salario
inferior en un 40% al de los contratos
indefinidos. Parece difícil,
en efecto, que la patronal esté
dispuesta a renunciar a este trozo
de la tarta.

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