LA UE Y LOS PAÍSES ÁRABES DAN LA ESPALDA A LA POBLACIÓN DE GAZA MIENTRAS EE UU CULPA SÓLO A HAMÁS
Masacre en Gaza con elecciones de fondo

A un mes de sus
elecciones generales,
Israel inició su mayor
ofensiva militar contra
Gaza, provocando una
auténtica masacre. Lejos
de cumplir su objetivo, la
operación puede reforzar
al movimiento de Hamás.

08/01/09 · 0:00
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Al cierre de esta edición, Israel había
causado la muerte de más de
500 palestinos en Gaza. La operación
responde a un cálculo político
que Israel llevaba orquestando desde
hacía tiempo, antes incluso de la
declaración de Hamás de que no renovaría
la tregua con Israel. Posiblemente,
la envergadura del ataque
contra la población palestina
de Gaza no hubiera sido igual sin
que antes, la administración israelí,
no se hubiera asegurado cierto consentimiento
por parte de los regímenes
árabes que han reconocido
al Estado hebreo. A raíz de una visita
oficial a Egipto de la ministra de
Exteriores israelí, Tzipi Livni, el pasado
25 de diciembre, el corresponsal
de la BBC en El Cairo declaraba:
“Según un informe, Mubarak no se
opondría con mucha fuerza si Israel
decidiera lanzar una ofensiva militar
en Gaza”. Lo que responde al enfado
del presidente egipcio, Hosni
Mubarak, con Hamás por haberle
torpedeado el proceso de reconciliación
entre los dos grupos palestinos,
el movimiento islámico y Fatah,
que se había propuesto llevar a
cabo. También el régimen jordano
llevaba tiempo manifestándose a favor
de una intervención para derrocar
a Hamás, ante el miedo de que
la influencia del movimiento se extendiera
hasta Jordania.

Ambiente preelectoral

A la actitud condescendiente de
ciertos regímenes árabes se ha sumado
el momento preelectoral israelí.
La campaña entre los dos candidatos
principales, Tzipi Livi, por
el partido Kadima, y Benjamín Netanyahu,
líder del Likud, se fue convirtiendo
en una competición a ver
cuál de los candidatos llegaría más
lejos en el uso de la fuerza contra
los palestinos. Al partido laborista
del actual Gobierno de Ehud Olmert
le queda un mes de vida y las encuestas
predicen el peor resultado
electoral en su historia. El candidato
laborista a las elecciones legislativas
del 10 de febrero y actual ministro
de Defensa, Ehud Barak, ha
lanzado su órdago electoral, ‘Operación
Plomo Fundido’ (nombre
elegido por el Ejército israelí para
designar el ataque contra Gaza), para
intentar salvar la debacle.

En cuanto al tablero internacional,
Israel cuenta, como siempre,
con carta blanca para saltarse resoluciones
de Naciones Unidas, ignorar
sistemáticamente las demandas
europeas (incluida la tímida proposición
del presidente francés, Nicolas
Sarkozy, de que Israel “conceda”
un tregua de 48 horas para
permitir la ayuda humanitaria) y
obtener el apoyo incondicional
estadounidense. Sabe muy bien jugar
su baza de legítima defensa ante
“un grupo terrorista” catalogado
como tal por EE UU y la UE, obviando
el principio de proporcionalidad
recogido en el capítulo VII de la
Carta Fundacional de las Naciones
Unidas que regula el uso de la fuerza
en las relaciones internacionales.

Los números no son triviales:
en ocho años, las víctimas causadas
por el lanzamiento de cohetes qassam
desde la Franja han ascendido
a 17. Desde que Israel inició el ata-
que sobre Gaza, han provocado dos
víctimas mortales más en Israel. Los
muertos palestinos en siete días de
ataque superan los 500, mientras
que los heridos son más de 2.200.
El ambiente internacional favorable
a la estrategia militar de Israel se
ha visto reforzado con el cambio de
administración en Estados Unidos.
Ante la duda de que la intervención
estadounidense en Oriente Medio
pudiese virar un mínimo con la llegada
del nuevo presidente, Barak
Obama, Israel ha lanzado un claro
mensaje. Y le ha funcionado, pues
Obama no ha manifestado ni el mínimo
repudio a la acción israelí.

Lo que es más dudoso es que vaya
a funcionar la estrategia de aniquilar
a Hamás. No es la primera vez que
Israel despliega su poderío militar
para acabar con los grupos de resistencia
contra la ocupación, curiosamente,
siempre coincidiendo con
momentos de crisis en la política interna
israelí. Fracasó en su intento
de destruir a la OLP cuando tenía su
base en Beirut, mediante la invasión
al Líbano entre el 6 junio y el 21 de
agosto de 1982, dirigida por Ariel
Sharon. La invasión se saldó con
23.500 muertos palestinos y libaneses.
Tampoco pudo acabar con el
movimiento chiíta Hezbolá en el
verano de 2006, cuando lanzó un ataque
aéreo, marítimo y terrestre en territorio
libanés como represalia al secuestro
de dos soldados israelíes, pero
mató a 1.187 libaneses. Como afirma
Mariano Aguirre, director de la
Fundación FRIDE, en un artículo
publicado el 29 diciembre, “el grave
problema es que olvidan [Israel],
por un lado, que Hamás, como Hezbollah,
tiene un gran apoyo social y,
por otro, el factor nacionalista frente
a la ocupación en Palestina. Cuanta
más opresión ejerza, más muros
erija y ataques organice Israel, más
odio y resistencia generará dentro y
fuera de Gaza”.


COLAPSO EN LAS INSTITUCIONES PALESTINAS

“Los palestinos quieren construir
su casa con la ayuda de
un arquitecto que, sin embargo,
desde años no hace sino
tirársela abajo. Les acusa de
no estar siguiendo los planos o
de usar materiales de baja
calidad. Incluso cuando han
seguido todas las instrucciones,
simplemente alega que
no le gusta el resultado”. Por
una vez el arquitecto no es
sólo Israel, sino también la
‘comunidad internacional’. Con
esta metáfora explica Keir Prince,
analista del Carnegie
Endowment, la encrucijada de
la construcción de las instituciones
en Palestina. El más
claro ejemplo es cómo la
‘comunidad internacional’,
representada por el Cuarteto
(EE UU, UE, ONU y Rusia) ha
utilizado las elecciones democráticas
en Palestina como
condicionante para alcanzar
una acuerdo de paz. Cuando
Yasser Arafat ocupaba el cargo
de presidente de la Autoridad
Nacional Palestina, a pesar de
contar con todo el respaldo de
los palestinos, la presión internacional
condicionó el proceso
de paz a la celebración de
elecciones que, además, dieran
a un primer ministro electo,
un peso similar al del presidente.
Desde la llegada al poder
de Hamás en 2006, mediante
unas elecciones democráticas
avaladas por EE UU y la UE, el
papel del primer ministro,
Ismael Haniya, fue ultrajado
hasta llegar a la escisión del
Gobierno palestino entre Gaza
y Cisjordania en Junio de
2007. A partir de entonces,
poco importó que Salam Fayyad
(miembro del equipo de
negociaciones de la OLP y muy
bien visto por el Cuarteto) ocupara
el cargo de primer ministro
en Cisjordania sin haber
pasado por las urnas.
Este 9 de enero expira el mandato
del actual presidente de
la ANP, Mahmoud Abbas. A
partir de entonces su cargo
será ilegítimo. Técnicamente,
el único cargo refrendado por
la voluntad popular que quedaría
en pie es el de Ismael
Haniya en Gaza, quien antes
del ataque israelí ya había
anunciado que no reconocería
la autoridad de Abbas como
presidente.

La Autoridad Nacional Palestina
va a quedar vacía de toda
legitimidad democrática, pero
mientras Hamás siga siendo
un actor relevante, la celebración
de elecciones está sujeta
a un impasse insalvable. Ya
nadie cree en la utilidad de llevar
a cabo elecciones mientras
exista la posibilidad de que
vuelva a ganar Hamás, lo que
llevaría a un inexorable aislamiento,
al establecimiento de
sanciones internacionales y al
bloqueo total por parte de
Israel, como sucedió con su
anterior victoria. La otra
opción, la exclusión de
Hamás, vaciarían de legitimidad
al ganador porque toda
Gaza, un millón y medio de
palestinos, habría quedado al
margen de los comicios.

OTRAS MATANZAS ISRAELÍES

SABRA Y SHATILA
_ En tres días (16, 17 y 18 de septiembre de 1982),
las milicias maronitas libanesas, con el apoyo del
ejercito israelí dirigido por Ariel Sharon, perpetraron
la masacre de Sabra y Shatila, dos campos de
refugiados en Líbano. El número de muertos registrado
fue de 3.750, la mayoría civiles.

UVAS DE LA IRA
_ En abril de 1996, la aviación israelí bombardeó el
sur del Líbano, causando la matanza del campo de
refugiados de Qana, con 106 civiles muertos. La
operación fue reconocida como un intento de
Simón Peres para ganarse la opinión pública israelí
en un momento de descrédito del político.

RECOMPENSA JUSTA
_ Con el objetivo declarado de acabar con Hezbollah,
Israel lanzó una ofensiva militar en el verano de
2006, la II Guerra del Líbano, que causó 1.187
muertos, 4.000 heridos, y 250.000 desplazados.
Israel no pudo acabar con la guerrilla, quien se
consideró el vencedor de la contienda.

OPERACIONES MILITARES EN GAZA
_ 'Días de Penitencia', en septiembre de 2004, lanzada
por Israel en represalia de la muerte de dos
israelíes, acabó con la vida de 107 palestinos.
'Lluvias de Verano', en junio de 2006, para liberar
al soldado israelí Guilad Shalit, causó 165 muertos
civiles palestinos en un mes.

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