EMERGENCIA DE LA ASSEMBLEA NACIONAL DE CATALUNYA
Mas se sumerge en la ola

Tras la masiva Diada, el partido de Artur Mas ha apostado por un soberanismo que podría conducir a Catalunya a la secesión o a un pacto federal con el Estado central.

, Periodista
15/10/12 · 0:00

La mani del 11 de septiembre en Barcelona por la independencia fue absolutamente llamativa. Para algunos lectores no familiarizados con la sociedad catalana, fue un fenómeno sin explicación. Se entiende y se explica mejor, empero, si se piensa que fue una manifestación que, en el momento de celebrarse, tenía ya dos añitos.

Todo empezó hace un par de años, cuando la Plataforma pel Dret a Decidir –una organización desvinculada de partidos–, inició un proceso de organización de referéndums en diversos municipios catalanes, tras el sonoro fracaso de la última reforma del Estatut. Como ustedes sabrán ya, un referéndum es un objeto exótico por aquí abajo, que atrae muy poco a los gobiernos. Consecuentemente, esos referéndums suscitaron muy poco interés en el Govern catalán y entre los partidos sensibles de serlo, que los miraron con cara de póquer, con esa cara con la que se miran las cartas que no son suyas. Cada referéndum en cada municipio supuso una oportunidad para que la sociedad hablase de sí misma, sin partidos y modulando la discusión hacia el tema nacional. El resultado fue una despenalización ambiental del independentismo, en cierta manera, una novedad en la tradición del catalanismo, autonomista en su derecha y federalista en su izquierda.

En esos intercambios de ideas fue surgiendo una hegemonía social independentista, que se explicaba a sí misma en dos conjuntos de argumentos: a) el Estado no entendía a Catalunya y, b), el Estado saqueaba a una Catalunya que ataría los perros con longaniza si fuera Estado y tuviera su hacienda propia –paradójicamente, como, snif, Grecia, Irlanda, Portugal, Italia o España–. En 2012 ese movimiento y ese estado de ánimo cristalizó en la fundación de la Assemblea Nacional de Catalunya (ANC), un objeto extraño. No hay partidos, pero sí militantes de todas las tendencias –hay, incluso, miembros históricos del movimiento libertario catalán–. Parece ser, no obstante, que prima una corriente de simpatía hacia CiU que, a su vez, en ocasiones parece adoptar ciertos aires de lo que Joan Subirats ha dibujado como un Tea Party catalán. Es decir, un movimiento que a partir de cierto ideal democrático radical, apuesta por discursos conservadores y sólo contrastables a partir de su propio discurso. La ANC fue quien convocó la mani del 11S. Algo importante. Hasta la fecha, todas las manis de ese día habían sido convocadas por partidos o por gobiernos.

Los políticos que fueron a esa manifestación fueron en calidad de okupas y a ver cuántos tramos del fenómeno podían ocupar. De hecho, la clase política catalana, desde el 15M, ha sufrido un proceso de desprestigio acelerado. El Govern CiU, introductor del fin del bienestar en el Estado, puntero en los recortes –los hizo antes que el PP y, en algunos puntos, los hizo aún más radicales–, y socio en el Congreso del PP –ha votado 17 de 18 leyes–, estaba pasando un momento muy solitario, visualizado en el hecho de que, este agosto, ni el President ni los Consellers fueron vistos por la calle en sus centros vacacionales, por el simple miedo de salir a la calle, algo dramático en un país pequeño.

El abrazo de Mas

Después de la exitosa manifestación, Mas, que nunca recibió a ningún manifestante del 15M, recibió a la ANC. Desde entonces, hizo suya la demanda. Supeditó formalmente a su programa –como cualquier otro partido gubernamental del Sur de Europa, CiU carece de programa: practica recortes y paga deuda–, las demandas de la ANC. Independencia, ahora defendida por un político y un partido no independentista.

El abrazo de Mas a la independencia es inverosímil. Pero ha devuelto la política a Catalunya –es posible que, en breve, la devuelva también a España–. Si los partidos han vuelto a emitir política –todos deben resituarse ante el hecho independentista–, la maquinaria periodística CT [de la llamada Cultura de la Transición] en Catalunya, ha vuelto a fabricar lo que antes del 15M hacía con tanta frescura: tertulianismo, opinión e información que defienden puntos de vista gubernamentales. Intensificación del hecho de que Mas se salta el marco constitucional al defender la autodeterminación, y silencio de que hizo lo mismo al acabar con el Bienestar.

La política pactada en las alturas, que cae en la sociedad como cultura, ha vuelto a Catalunya. Vive en ebullición, es el centro, lo es todo. Hay una sensación de cambio que, por otra parte, puede no producirse. Si eso es así –si eso es como siempre– cabe imaginar que cuando la política caiga otra vez en sus espirales, en su ausencia de cambios y en los recortes como única propuesta real, la sociedad explote. Como explotan las sociedades tras periodos de mentiras gubernamentales dilatadas. Como en 2004 pasó en Madrid.

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comentarios

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  • |
    Eric
    |
    10/05/2013 - 9:00am
    No comparto totalmente esta opinión porque da la impresión que Mas y CiU se han colado en un movimiento ciudadano supuestamente mayoritario en la sociedad catalana. Recordar las elecciones de 2010 en las que el independentismo perdió escaños. Recordar los referéndums ciudadanos que, a pesar del intenso apoyo mediático y político, y de la facilidad para votar (duró meses, se organizaron mesas en la calle, etc.), sólo votú el 20% de la población. En cuanto a la mani del 11-S, hubiera tenido tanto éxito sin el impresionante apoyo de TV3, la ayuda logóstica por parte de alcaldías (trenes, buses, etc.)? Más que el independentismo, yo creo que ha colado el discurso populista "España nos roba", y creo que al final la mayoría de la gente se conformaría con más dinero para Catalunya. No os parece curioso que el discurso separatista crezca en Catalunya, Flandes y Escocia y no en Galicia, Valonia y Gales?
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