Más de un millón de personas se manifestaron ayer en todas las provincias egipcias para exigir la marcha de todos los elementos del régimen de Hosni Mubarak. A última hora de la noche, el rais egipcio realizó una declaración televisada en la que se negó a marcharse de inmediato y aseguró que dirigirá la transición hasta las elecciones presidenciales de septiembre, provocando el rechazo generalizado de la calle.
El octavo día de movilizaciones en las calles egipcias conoció un éxito de participación sin precedentes en la historia del país norteafricano. Más de un millón de personas en las calles de El Cairo, así como varios cientos de miles en otras provincias, respondieron a la convocatoria de “la marcha del millón de personas” realizada por los Jóvenes del 6 de abril, grupo que inició las movilizaciones hace una semana, y a la que se unió la coalición de partidos de la oposición, liderada por el líder del Movimiento nacional por el cambio, Mohamed Al Baradei.
A pesar de los intentos del gobierno por minimizar la participación ciudadana en las movilizaciones, lo cierto es que el corte del servicio de trenes, el bloqueo de las principales carreteras o los numerosas barricadas levantadas por el ejército no fueron suficientes para parar la marea humana que, en El Cairo, se concentró en la plaza de Tahrir, donde miles de personas provenientes de otras provincias han pasado varias noches hasta la fecha. Aunque la amenaza de marchar hacia la sede presidencial estuvo presente en todo momento, finalmente se decidió evitarlo, para no provocar un enfrentamiento con el ejército.
No obstante, en la mañana de hoy miércoles, grupos afines al Partido Nacional, así como miembros de la policía vestidos de paisano, han atacado a la multitud instalada en la plaza de Tahrir. Durante varias horas, la televisión catarí Al Jazeera ha mostrado imágenes de manifestantes mostrando fotografías en las que se podían ver a policías de paisano atacando a la multitud. El Baradei ha definido está acción como “actos criminales llevados a cabo por un régimen criminal”. Hasta el momento, el ejército ha permanecido impasible ante la acción de las filas de Mubarak.
De momento Mubarak sigue
“Soy el único con legitimidad para liderar el proceso de transición”, con estas palabras anunciaba ayer a última hora el presidente egipcio que no pensaba dimitir y que liderará el proceso de transición hasta las próximas elecciones presidenciales en septiembre. En un discurso cargado de alusiones a su amor por la patria, su única concesión fue asegurar que no se presentará como candidato del Partido Nacional. “Hoy estoy dispuesto a abandonar mi cargo para asegurar la paz del país”, anunció tras afirmar que, tras 30 años en el poder, ser candidato no entraba en sus planes incluso antes del levantamiento popular.
Como respuesta, en la plaza de Tahrir y en Alejandría, donde todavía a media noche permanecían cientos de manifestantes, miles de personas respondían al grito de “no le queremos”, en claro rechazo a cualquier posibilidad que no sea su inmediata marcha, así como la de todos lo miembros de su régimen. Por su parte, la coalición de partidos encabezada por Mohamed El Baradei, abría la puerta a negociaciones con el régimen, “con la condición indispensable de que Mubarak se marche de inmediato, estamos dispuestos a dialogar con Suleiman”.
Por su parte, el ejército ha mantenido en todo momento una posición que no resulta fácil definir. La noche anterior a la gran manifestación del martes afirmaba en un comunicado oficial que considera “legítimas las reivindicaciones del pueblo” al tiempo que aclaraba que “ni hemos utilizado ni vamos a utilizar la fuerza contra este pueblo" y que la presencia de soldados en las calles tiene como único objeto “garantizar la seguridad del pueblo egipcio”. Mientras, en la mañana de hoy una nueva declaración oficial de las fuerzas armadas instaba a los ciudadanos a “abandonar las manifestaciones y volver a su vida normal”. Además, entre los rumores de sucesión de Mubarak en un gobierno de transición, el nombre del general Sami Hafez Anan, Jefe del Estado Mayor de las fuerzas armadas egipcias, ha sonado con mucha fuerza en las últimas horas.
Cambio de postura de Washington
En apenas una semana, a la misma velocidad que los acontecimientos se sucedían en las calles egipcias, la postura del gobierno de los Estados Unidos ha dado un giro de 180 grados. Mientras poco antes de las primeras movilizaciones del 25 de enero Hillary Clinton, secretaria de Estado americana, afirmaba “que el régimen de Mubarak era muy estable”, tras la gran marcha del viernes pasado su postura era mucho más cautelosa, “no tenemos que mandar ningún mensaje en favor de unos o de otros”, asegurando que, de producirse un cambio, éste tendría que “ser decidido por el pueblo egipcio”, y que lo único que desea Estados Unidos es que “haya una transición ordenada”. Finalmente, poco después de la declaración de ayer del presidente egipcio, Barack Obama hizo público un breve comunicado en el que exigía que “la transición a la democracia empiece ya, de una manera auténtica”. No obstante, el presidente estadounidense en ningún momento llegó a pedir la marcha del rais egipcio.
Por su parte, la reacción de la Unión Europea al último movimiento de Mubarak ha ido en la línea estadounidense. La responsable de Política Exterior de la UE, Catherine Ashton, por primera vez ha pedido a Mubarak “que responda a la voluntad de su pueblo lo antes posible” para iniciar los cambios. Hasta el momento, ningún gobierno de la UE había mostrado rechazo alguno al presidente egipcio.
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