"DESDE PRINCIPIOS DE LOS '90 LAS RECETAS NEOLIBERALES HAN PROVOCADO UN ""GENOCIDIO"" ENTRE LOS PEQUEÑOS AGRICU
Más de 150.000 suicidios en la India desde la liberalización de la economía

La liberalización de la agricultura que hace caer los precios, el aumento del coste de la vida, la falta de ayudas, la introducción de semillas transgénicas
de Monsanto... son algunas de las causas del endeudamiento de los pequeños campesinos hindúes. Los suicidios masivos, antes localizados en el sur de
la India, se han extendido al centro y el norte del país. 13 altos funcionarios fueron multados por inducir a los campesinos a plantar transgénicos.

12/04/07 · 0:00
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LA INDIA:
EXPERIMENTO
NEOLIBERAL

El 12 y 13 de marzo, la Organización
Mundial del Comercio (OMC) celebró
en Nueva Delhi un seminario para
“salvar la ronda de Doha”. A los
ministros y empresarios allí reunidos
se les sumaron miles de activistas,
que no creen que dentro del marco
de la OMC se pueda salvar nada.
“Este encuentro ha ignorado por
completo a todos los grupos de agricultores
del país”, denunciaba uno
de los 200 detenidos. A cambio de
una reducción de sus subsidios agrícolas,
la UE y EE UU presionan para
que la India abra más aún su mercado.

En las negociaciones de Acceso a
los Mercados para Productos no
Agrícolas con los países en desarrollo,
el delegado de EE UU dijo en
abril de 2005 que debía haber “sangre
en el suelo” de todas las partes.
El Ministerio de Agricultura indio
estima que entre 1993 y 2003 se suicidaron
100.000 campesinos, y entre
2003 y octubre de 2006 se registraron
unos 16.000 casos por año. Esto
hace un total, entre 1993 y 2006, de
alrededor de 150.000 suicidios. Hasta
hace unos años los casos se concentraban
en el Sur, en los Estados de
Andhra Pradesh, Karnataka y Kerala.

Pero ahora también ha crecido
el número de suicidios entre los agricultores
de Punjab, al norte y que
antes era conocido como el granero
de la India, de Uttar Pradesh (también
al norte y donde se cultiva caña
de azúcar) y de Maharastra, que se
encuentra en el centro y donde se
cultiva algodón. Dentro del Estado
de Maharastra, la situación es particularmente
grave en Vidarbha, una
región de unos 20 millones de habitantes
que recibió ayudas gubernamentales
hasta 2005. Durante el
año siguiente a la retirada de las
subvenciones se registraron 1.450
suicidios, según acepta el Gobierno
de Maharastra. En los primeros
meses de 2007 la media está
siendo de entre tres y cuatro
muertes diarias.

Un patrón similar

Aunque también se dan casos de
mujeres, los suicidios suelen responder
a un patrón similar: un pequeño
agricultor, varón, de unos 25 años,
que ha cambiado sus cultivos tradicionales
por un único cultivo para la
exportación, por ejemplo, el algodón
transgénico. Tanto el vendedor
como las autoridades indias le aseguraron
que sería más resistente a
las plagas. Sin embargo, este cultivo
necesita una gran cantidad de agua
y de pesticidas, para plagas nuevas
que el anterior no tenía. Al principio,
los bancos le concedían préstamos
para estos insumos, ahora ya
no, y la única opción son los prestamistas
particulares, que le cobran
entre un 36% y un 100% de intereses.
Si la cosecha va mal o los precios
en el mercado internacional
fluctúan, la deuda (unas 100.000 rupias,
unos 1.750 euros) se hace impagable
y el agricultor decide utilizar
el pesticida para suicidarse.

En 1997, Paul Nicholson fue como
delegado de Vía Campesina a
visitar las zonas en las que se producían
estas muertes. Desde su visita,
la situación se ha agravado. En
declaraciones a DIAGONAL,
Nicholson afirma que “estos suicidios
son consecuencia directa de
un modelo de agricultura intensiva
que hizo estragos también en los
‘80 y ‘90 en Centroamérica, pero
que tiene repercusiones en todo el
mundo, también en el norte.
Muchos accidentes laborales y envenenamientos
en Inglaterra o
Francia esconden suicidios”.

En el caso indio, el modelo intensivo
y agroexportador vino de
la mano de la liberalización económica
que se llevó a cabo desde
1991. Antes de esa fecha, la India
mantenía una política comercial
proteccionista que buscaba la autosuficiencia,
pero a finales de los
‘80 el déficit era muy elevado y el
país recurrió a los préstamos del
Fondo Monetario Internacional
y el Banco Mundial. En el ‘91
se liberalizan las manufacturas
y en el ‘94 la agricultura,
siguiendo el consejo del FMI,
el BM y más tarde la DFID
(agencia de cooperación y ayuda
británica) y la OMC, desde su
creación en 1995. La receta para
alcanzar los objetivos exigidos fue
‘plan de ajuste estructural’ y sus
ingredientes principales fueron
los clásicos: la devaluación de la
rupia en un 25%, el cambio de cultivo
tradicional a un cultivo intensivo
para la exportación, recortes
en el sector público para frenar el
déficit fiscal y la liberalización del
sistema bancario.

Según un informe de la ONG británica
Christian Aid publicado en
2005, estas recomendaciones se tradujeron
en un cóctel peligroso para
los casi 650 millones de indios que
viven en las zonas rurales. La Comisión
para el Bienestar de los
Campesinos creada por el Gobierno
de Andhra Pradesh coincide en el
análisis: “El Estado de Andhra Pradesh
se había convertido en un laboratorio
para toda fórmula extrema
de experimento neoliberal”, afirmaba
el director de la Comisión. Los
resultados que ambas organizaciones
identifican son los siguientes:
cambio de semillas tradicionales a semillas transgénicas (producidas
por Monsanto), subida acelerada de
los costes y de la cantidad de insumos,
degradación del suelo causada
por los pesticidas, importación de
productos subsidiados de los países
ricos (sobre todo trigo, arroz y algodón
de EE UU y Australia), fuertes
caídas del precio de los productos
agrícolas, riesgo de no alcanzar la seguridad
alimentaria y falta de líneas
de crédito formal, lo que lleva al endeudamiento.

“A estos factores a los que se enfrenta
el campesino indio, se le añade
la dificultad que supone vivir en
una sociedad de castas”, según explica
a DIAGONAL Rubén Campos,
profesor y experto en la India. “La influencia
de esta estructura social, si
bien en las ciudades se ha atemperado
bastante, sigue teniendo muchísima
influencia en el ámbito rural,
donde las clases más altas ejercen de
terratenientes o prestamistas”. El
Instituto Nacional de Desarrollo
Rural indio estima que la mayoría de
los campesinos que se suicidan han
sufrido intimidaciones por parte de
los prestamistas y que un 48,6% está
endeudado. “Es muy cuestionable
que el crecimiento macroeconómico
que ha motivado esa liberalización
de la economía se haya empleado en
un proceso de redistribución de riqueza
y de fortalecimiento del sector
público”, afirma Campos, quien ve
dos actitudes distintas en la India rural.
“La primera sería la sensación de
incapacidad para cambiar la situación,
que en su extremo lleva al suicidio,
y la segunda la de la movilización
social. Desde la independencia,
algunos grupos de las castas más bajas,
los dalits o intocables, se han revelado
contra esa jerarquía, contra
los prestamistas y los terratenientes”.

Movimiento de resistencia

En el ámbito institucional, ese descontento
hizo perder las últimas
elecciones, de 2004, al Partido
Nacionalista Hindú, el Bharatiya
Janata Party, gran defensor de la
política liberal, ante el otro partido
mayoritario, el Partido del Congreso
Indio, que se presentaba con una coalición
de izquierdas. Ese mismo año
también cayó el Gobierno de Andhra
Pradesh, por motivos similares. En
cuanto a las resistencias ciudadanas,
Campos destaca dos líneas: “Por un
lado están los naxalitas, que son
un movimiento de inspiración
maoísta, que emplea tácticas guerrilleras
y ha asesinado a terratenientes,
y por otro lado encontramos
la línea trazada por Gandhi,
de no violencia, que han heredado
otros movimientos sociales”.

Para Paul Nichoson, “lo que es indiscutible
es la movilización social
campesina, que se está organizando
principalmente en dos ejes: el primero
es la lucha contra las importaciones
y los precios bajos en el contexto
de las negociaciones de liberalización
y el segundo es la cuestión de
los transgénicos y las patentes, en
el contexto de un Gobierno que se
lanza a tumba abierta en las negociaciones
con Estados Unidos para
liberalizar los mercados. El ejemplo
de India es uno de los más claros
de la inviabilidad de los transgénicos
para reducir el hambre en
los países en desarrollo”. La reconocida
activista Vandana Shiva
considera que los suicidios están
directamente relacionados con las
semillas de algodón transgénicas
que vende la empresa estadounidense
Monsanto. “Del tipo de semilla
depende la cantidad de agua, de
fertilizantes, de electricidad y de
pesticidas que se necesita. La agricultura
ecológica acabaría con el
círculo vicioso de deuda y aseguraría
la autosuficiencia. Reclamar la
soberanía en las semillas es vital
para reducir la deuda rural”.

En febrero de este año, el ministro
de Economía, Palaniappan
Chidambaran, anunciaba un incremento
en los subsidios para fertilizantes
y riego. Sin embargo, Shiva
hace hincapié en que “la práctica de
la agricultura ecológica demuestra
que el cultivo orgánico y diverso incrementa
la productividad y reduce
el uso de pesticidas y fertilizantes”.

Para las organizaciones campesinas
indias es una cuestión de soberanía
alimentaria, que no se resuelve con
subir los subsidios para fertilizantes
y pesticidas, como se ha demostrado
el 23 de marzo, día de acción por
el derecho a la tierra. Hasta que no
haya un cambio de dirección nacional
o internacional, para los agricultores
más pobres el pesticida seguirá
teniendo otro uso.


LOS SUICIDIOS LLEGAN A LOS TRIBUNALES

Navdanya, la organización
que coordina Vandana
Shiva, presentó en agosto
de 2006 una demanda
por interés público ante el
Tribunal Supremo indio
por la importación de trigo
australiano que superaba
los límites de pesticidas
admitidos. Pero no era la
primera demanda relacionada
con la seguridad alimentaria
que un tribunal
admitía a trámite por interés
público. En diciembre
de 2004, las asociaciones
All India Biodynamic y
Organic Farming presentaron
ante el Tribunal Supremo
de Bombay -capital
de Maharashtra- una
demanda por el caso de
los suicidios en Vidarbha.
En su veredicto de mayo
de 2006 el tribunal dejaba
claro que no podía
intervenir en el terreno del
Ejecutivo. Pero daba una
serie de recomendaciones,
como una cuantificación
exacta de los casos y
la creación de comités en
cada distrito para estudiar
los suicidios y gestionar
las ayudas a los familiares.
En junio de 2006,
una delegación del Tribunal
Supremo de Bombay
en Nagpur (Vidarbha)
multó al secretario general
del Gobierno de
Maharastra, junto con
otros 12 altos funcionarios,
por haber inducido a
los campesinos a plantar
algodón transgénico, lo
que acarreó la muerte de
540 agricultores.

El coste
de la vida

_ Otra de las causas de los suicidios,
según señalan los informes,
es el aumento del costo
de la vida, que redunda en un
mayor endeudamiento de los
campesinos. En agosto de
2000 más de 20.000 personas
fueron detenidas y tres
murieron en unas protestas
contra el aumento del precio
de la electricidad, dentro de
un paquete de reformas del
Gobierno. La visita del entonces
presidente del Banco Mundial,
James Wolfensohn, fue
interrumpida por manifestaciones
de campesinos.

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