A pesar de que en 2000 el proyecto de convertir en
autovía un tramo de la carretera comarcal M-501
fue abortado por el impacto medioambiental en una
zona protegida, hoy la Comunidad de Madrid prosigue
las obras apelando a la falacia de disminuir la
siniestralidad en una de las carreteras con menos
accidentes registrados. Con justificaciones o sin
ellas, autovías y autopistas cambian rápidamente la
fisonomía de zonas cada vez más alejadas para revalorizar
el suelo urbanizado y satisfacer, no el derecho
a la vivienda, sino las necesidades especulativas
del mercado inmobiliario.
- Sierra Oeste Desarrollo S.O.S.tenible
- AUTOPISTA HACIA EL LADRILLO. La aprobación por parte del Gobierno regional del desdoblamiento de la M-501 amenaza con convertir
el paraje de la carretera comarcal inferior en la misma mole gris que rodea la autovía de la foto superior, a escasos kilómetros.
Empecemos por un par de
cuestiones sin las que difícilmente
podríamos entender
un asunto aparentemente
local: la financiación de los
ayuntamientos -principalmente obtenida
por la venta de suelo y por las
tasas asociadas a la construcción de
nueva vivienda-, y algo que de tan
natural que nos parece no es siquiera
tenido en cuenta: el suelo como
mercancía; no hay que perder de vista
que todo proceso de valorización
espacial es un proceso de valorización
del capital. Y en la capital el capital
es, fundamentalmente, el capital
de la empresa inmobiliaria y de la
construcción. Este sector de la economía
tiene el poder de modificar,
reestructurar, volver del revés como
un guante la cartografía urbana, rural
y natural (poder respecto al que
la política, el control público, muestra
no pocas veces debilidad, cuando
no connivencia, a través de fórmulas
como la del ‘interés general’).
En el suroeste de Madrid, estando
otras zonas de una periferia cada
vez más extensa relativamente
agotadas, como una metástasis, se
extienden proyectos de grandes infraestructuras.
El principal, la conversión
en autovía de un tramo de
la carretera comarcal M-501, que
conecta Alcorcón con Plasencia. Ya
en 2000 fue abortado el mismo plan
por un rotundo Informe de Impacto
Ambiental del CSIC. Esta carretera
atravesaría -nunca mejor dicho-
una Zona de Especial Protección de
Aves sustentada en un maravilloso
bosque mediterráneo, compuesto
por pinares y extensos encinares
donde habitan animales como el
buitre negro, el águila imperial, la
cigüeña negra y el lince ibérico.
De nuevo escuchamos los más
elementales tópicos acerca del progreso
y el desarrollo. Junto a ellos
se emplea el argumento de los atascos
y -digámoslo sin rodeos- una
repugnante capitalización emocional
del sufrimiento de las víctimas
de accidentes que en esta carretera
tienen lugar. No nos detendremos
en este punto: la supuesta excepcionalidad
de la vía está refutada por
los datos de siniestralidad y densidad
recogidos por la Dirección General
de Tráfico, ya mencionados
por Luis Santiago Cano en el portal
Rebelión [09/10/2004].
La rumorología, los discursossonda,
los planes más o menos velados,
van preparando el terreno para
que se cimienten bien los proyectos
especulativos -no solamente en la
zona suroeste de Madrid, sino también
en el abulense Valle del Tiétar.
Simplemente la posibilidad ha movilizado
una poderosa maquinaria
de atraer capitales y ávida de beneficios
en un lugar en el que el precio
del suelo es aún relativamente bajo.
Esto está contribuyendo a cumplir
el perverso mecanismo de la profecía
autocumplida en cuanto al argumento
de los atascos. Según parece,
los bosques son antiprogresistas: su
terquedad vegetal, junto a la tozudez
de la fauna, que se niega a desaparecer,
obstaculiza el avance hacia
un paraíso de alquitrán, campos
de golf y adosados.
Este modelo económico y social
es adornado en todo momento con
el discurso de rigor sobre el ‘desarrollo
sostenible’ -con el mayor de
los cinismos y el menor decoro hacia
la no contradicción. No es posible
querer crecer según un modelo
periurbano y residencial basado en
la construcción, sobre un terreno
allanado por los incendios y, al mismo
tiempo, pretender que exista
una alternativa de ‘turismo rural’ y
‘desarrollo sostenible’, fingiendo
asumir la defensa del medio para las
siguientes generaciones. Bajo discursos
sobre un desarrollo que supuestamente
a todos favorecerá y
apelaciones a la siniestralidad de la
vía, en nuestra opinión, lo que se está
jugando realmente es si en los
próximos años esta zona de la Comunidad
de Madrid seguirá manteniendo
su -ya gravemente menoscabado-
carácter rural y su patrimonio
natural e histórico o, por el contrario,
si quedará anexionada a Madrid
como una prolongación de su
periferia, aliviando así la presión socioeconómica
de la ciudad. De ser
así, el precario equilibrio social de
hoy se verá aún más distorsionado
por los rápidos cambios urbanísticos,
demográficos y económicos.
Invasión inmobiliaria
Navas del Rey, Pelayos de la Presa
y San Martín de Valdeiglesias
(Madrid), tres municipios situados
sucesivamente en la M-501, con
11.449 habitantes censados (INE
2005), cuentan con 18 locales de
inmobiliarias (sin contar promociones
urbanísticas directamente gestionadas
por los constructores). Es
decir, una por cada 636 personas.
Los pantanos del río Alberche, que
abastecen directamente a estos
municipios, se encuentran al
27,1% de su capacidad.
A pocos kilómetros, en esta misma
carretera, Navahondilla (Ávila), con
un censo de 248 habitantes (INE
2005) tramita la construcción de
1.100 viviendas con campo de golf
de nueve hoyos en un paraje de
alto valor medioambiental y sin
abastecimiento de agua suficiente
siquiera para la población actual.
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