RICOS IBÉRICOS // EL ALTO PODER DE LAS ÉLITES
Leve traspiés para el club del ladrillo

El desplome supuso un golpe para algunas de las mayores
fortunas españoles. Pero el número total de millonarios
crece por encima de la media europea. Y muchos retiraron
su dinero de la construcción al ver los primeros nubarrones.

18/09/08 · 0:00
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Como en otros países que han pasado
por largos períodos de dictadura,
las élites conservan una influencia
particularmente alta sobre la economía
española. En su informe Una
aproximación a la red social de la
élite del poder económico en España,
el profesor Iago Santos de la
Universidad de Vigo, llega a esta
conclusión: si se calcula la comunidad
de negocios formada por los
consejos de administración (un total
de 1.400 consejeros), “tendríamos
como élite un 0,0035% de la población,
que controla un recurso que
equivale al 80,5% del PIB”. No tienen
ese dinero, pero sí un poder decisivo
sobre dicho porcentaje.

Tomando como referencia el millón
de dólares (641.000 euros), la cifra
de millonarios españoles siguió
creciendo en 2007. A pesar del estallido
del desinfle inmobiliario, el
Informe sobre la Riqueza en el
Mundo, publicación anual del banco
Merryl Lynch y la consultoría Capgemini,
indicó en octubre que el número
de españoles millonarios creció en
2007 por encima de la media europea,
hasta llegar a 164.000 personas,
un 4% de aumento.

De hecho, en los últimos años los
grandes patrimonios españoles han
escalado posiciones en la clasificación
mundial. En 2006, por ejemplo,
el Estado español entraba por
primera vez en el ‘top ten’ de países
con mayor número de grandes fortunas.
Un año antes, en 2005, el
Estado español figuraba como segundo
país de Europa con mayor
número de “nuevos ricos”.

La causa de esta multiplicación
de fortunas nunca fue un misterio.
“Hemos detectado algunos rasgos
que ayudan a entender el origen
de esa riqueza”, declaraba en 2006
un responsable de Capgemini. “El
sector inmobiliario es, evidentemente,
una notable fuente de enriquecimiento”.
Bonanza poco compartida
Sin necesidad de analizar datos,
quien haya leído hasta aquí seguramente
sabrá, por su experiencia de
los últimos años, que esta etapa de
bonanza no se disfrutó por igual en
todos los sectores de la población.
Antes de la caída en bolsa de las
constructoras, el presidente Zapatero
definió el 2006 como “el mejor año
económico de la democracia”. Mirando
la bolsa, algunos datos así lo
indicaban. En los primeros meses de
2007, el PIB español encadenaba cinco
años de crecimiento y las principales
empresas sumaban 12 trimestres
consecutivos de ganancias. Sin
embargo, en el mismo período, la
economía española se situó como la
tercera en “mayor desigualdad de
distribución de la renta” de la UE, de
tal forma que la riqueza del 20% más
rico de la población superaba 5,5 veces
la del 20% más pobre.

Tras el cambio de ciclo, algunas
grandes fortunas no han quedado intactas.
Entre el 1 de enero y el 31 de
julio de este año, el valor de las acciones
de los mayores patrimonios
descendió un 32% (18.000 millones) .
La cifra podría haber sido mucho
mayor, ya que algunas de las personalidades
más adineradas (como
Amancio Ortega, Alicia Koplowitz o
Juan Abelló) cambiaron de lugar sus
activos en los primeros meses del
año, pasando a comprar deuda pública,
un valor menos rentable pero
más seguro en tiempos de zozobra.

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