"SIN PAPELES // COLECTIVOS DE MIGRANTES DENUNCIAN LOS ""CONTROLES RACISTAS"""
“La vida no es una cárcel, paremos los controles”

La autora analiza y
denuncia los métodos y
motivos de los controles
de identidad y el
hostigamiento policial a
personas sin papeles.

09/06/09 · 1:22
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Fodo: José Alfonso/ISO Press

Los controles policiales a
personas inmigrantes se
han convertido en algo cotidiano
en las ciudades
globales. Personas con un aspecto
físico “no blanco” son retenidas en
bocas de metro, locutorios, paradas
de autobuses o en cualquier calle.

El 28 de mayo, en una plaza del centro
de Madrid, decenas de personas
salieron a la calle y leyeron ante la
prensa varios testimonios sobre los
efectos que estos controles tienen
en quienes los sufren, y también sobre
los abusos que desgraciadamente
van asociados a éstos (información
disponible en transfronterizo.net).

El acto fue organizado por
la Asociación de Sin Papeles de
Madrid
y por la Red de Apoyo del
Ferrocarril Clandestino
, una red heterogénea
formada por personas
migrantes, autóctonas y grupos de
apoyo de diferentes barrios.

Los controles de identidad no se
reducen al momento del control,
tienen un significado complejo y
profundo. Por una parte, está por
ver hasta qué punto estos controles
se amparan en la legislación vigente
y, por tanto, cómo ésta puede ser
útil para cuestionarlos. Por otra, estos
controles no son dispositivos
neutros en el terreno subjetivo: producen
efectos psicológicos en las
personas que los sufren (como miedo
y desconfianza), y también en la
percepción social de la inmigración.

Es importante distinguir entre
una identificación rutinaria de los
controles masivos, programados y
selectivos a los que nos referimos.
No tener papeles es una infracción
administrativa, sin embargo, el dispositivo
policial (con varias dotaciones,
cortes e irrupciones en calles
y plazas, antidisturbios, etc.) y
el trato general son de tipo penal
(detención de hasta 72 horas en comisaría
y privación de libertad en
el Centro de Internamiento para
Extranjeros hasta 40 días). Nadie
podría imaginar que por cometer
una infracción administrativa como
dejar basuras en la calle, a uno
le puedan parar, detener y encerrar
todo ese tiempo. ¿Por qué esta
desproporción cuando comete la
infracción alguien que no tiene papeles?

Además, la selección de personas
por sus rasgos es especialmente
preocupante: atenta contra
el principio de no discriminación
de toda sociedad democrática.

Las leyes restrictivas diseñadas
para regular la inmigración se convierten
en el único marco con el que
leer las migraciones. Paradójicamente,
aunque la ley sea posterior
al hecho migratorio, construida y,
por tanto, revisable, aparece como
un dato incuestionable que justifica
las prácticas restrictivas que se desprenden
de la propia ley, eliminando
la legitimidad para contestarla.

Por otra parte, la misma desproporción
de los controles de identidad
genera una idea de la inmigración
vinculada a la delincuencia, que
contribuye a estigmatizarla. Pero,
además, la identificación entre migración
y mercado de trabajo ha
contribuido a su instrumentalización:
en tiempos de bonanza se ha
requerido su mano de obra, en
tiempos de crisis, su expulsión. La
combinación de estos elementos
parecería justificar socialmente las
intervenciones policiales y, sin embargo,
¿por qué las personas autóctonas
se siguen inquietando ante
estas operaciones?

En primer lugar, porque quienes
sufren esos controles no son los
otros (personas ajenas, extrañas),
sino vecinos, amigas y seres queridos:
no son otros, sino nosotros. En
segundo lugar, porque la precariedad
y la persecución a la que se
enfrentan las personas sin papeles
suponen un empeoramiento de
las condiciones de vida de toda la
población: deteriora la convivencia
y evidencia el fracaso de una sociedad
que se dice basada en el respeto
y la igualdad de derechos. En último
lugar, porque podemos llegar
a encontrarnos en una situación parecida:
la posición en el mundo que
ocupamos es precaria y cambiante,
no definitiva y completa.

Hay, además, una preocupación
ética por la sociedad que construimos:
si una que toma la igualdad
como un principio incuestionable o
una basada en la discriminación. Y
existe también una responsabilidad
histórica: tenemos ejemplos recientes
en Europa de segregación racial
y exterminio del otro. No queremos
que esto se repita.

Los testimonios recogidos por la
Asociación de Sin Papeles y el
Ferrocarril Clandestino son historias
llenas de violencia, de miedo,
de persecución, de huida y de lucha
por la supervivencia cotidiana y la
dignidad. Que paren los controles
masivos y selectivos a personas inmigrantes
es una condición innegable
para poder construir las bases
de una sociedad desde la igualdad,
los derechos y la libertad. Parece
que estamos en la revolución francesa
o en las luchas contra la esclavitud,
y no, estamos en Europa, territorio
global del siglo XXI.

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