REINO UNIDO // POLÍTICA SOCIAL DEL GOBIERNO LABORISTA
La privatización silenciosa de la salud
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VICTORIA AJUSTADA. Blair salió elegido con el voto de un 22% del censo electoral. Ahora anuncia nuevos planes de reducción del gasto público.

La reciente reelección del
Gobierno del neolaborista
Tony Blair en Gran Bretaña
abre la puerta a la culminación

24/06/06 · 13:45
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VICTORIA AJUSTADA. Blair salió elegido con el voto de un 22% del censo electoral. Ahora anuncia nuevos planes de reducción del gasto público.

La reciente reelección del
Gobierno del neolaborista
Tony Blair en Gran Bretaña
abre la puerta a la culminación
de tres décadas continuadas de
políticas neoliberales desde que
Margaret Tatcher tomó su cargo por
primera vez en 1979, y con ella a una
nueva ola de privatizaciones de servicios
públicos.

El Servicio Nacional de Salud, que
alguna vez fue la envidia del mundo
por ser el primer sistema universal y
gratuito de salud, financiado a través
de los impuestos, se encuentra
entre los primeros objetivos privatizadores
en los próximos cinco años.

Unos días antes de formar el Gobierno,
y con el respaldo de sólo un
22% del electorado y menos del 36%
del voto popular, los ministros de
Blair desvelaron los planes para una
inyección masiva de dinero público
para expandir las clínicas privadas
en todo el país, adelantaron estrategias
para privatizar los centros del
Sistema Nacional de Salud, e impulsaron
el giro hacia un sistema mercantil
de salud que amenaza con llevar
a la bancarrota a muchos hospitales
públicos.

Puede que el Gobierno de Blair
hunda sus raíces en el partido socialdemócrata
laborista que llegó al poder
en 1945 con un programa de nacionalizaciones
que establecía un
nuevo Estado del bienestar, pero hoy
la alianza ideológica del “Nuevo
Laborismo” es con la tradición neoliberal,
que precede a un Estado del
bienestar que nunca acabó de asumir
como propio.

Los sindicatos del sector público,
que echaron para atrás en marzo la
llamada a mantener huelgas generales
para defender las pensiones,
y que apoyaron sumisamente la
campaña electoral de Blair, observan
ahora con nerviosismo cómo
se disponen nuevas normas para
mermar las libertades civiles y las
prestaciones sociales, mientras los
ministros se embarcan en un recorte
masivo de 100.000 puestos de
trabajo públicos.

Los afluentes de la tercera vía

Los partidarios de la tercera vía no
establecen ninguna distinción entre
la prestación de servicios del sector
público o privado. En Gran Bretaña,
por ceñirnos a la atención sanitaria,
esto ha conducido al uso de capital
privado para financiar el 94% de los
nuevos hospitales desde 1997 mediante
la Iniciativa de Financiación
Privada, un nuevo “concordato” con
los hospitales privados para atender
a más pacientes de la sanidad
pública, el establecimiento de una
nueva red de Centros de Atención
primaria privados y con ánimo de
lucro que ofrecen servicio a los pacientes
del sistema público -con
mayor coste- y la creación de un
nuevo sistema, tipo “el paciente elige”,
que está empezando a desviar
más pacientes del sistema público
al privado, con cargo a los presupuestos
del sector público.

La estrategia de Blair permite al
sector privado seleccionar las áreas
y servicios más rentables, mientras
deja el resto del sistema sanitario
dentro de los presupuestos públicos.
La mercantilización de la
atención sanitaria ha corrido paralela
a la mercantilización de la educación
superior a través de las tasas,
junto a la creciente privatización
de los colegios.

Mientras sectores de la izquierda
política atribuyen a la “globalización”
la causa de los problemas sociales
como el desempleo, la pobreza,
la austeridad y los programas de
ajuste estructural, muchos pierden
de vista la importancia de la complicidad
de los gobiernos nacionales
y los partidos. Los socialdemócratas
de la tercera vía han dado la
bienvenida a la globalización como
portadora de nuevas oportunidades
y avances, mientras ignoran los
efectos secundarios negativos de
una creciente desigualdad y exclusión
social en un nivel global.

Incluso si los recortes en el gasto
estatal fueran una necesidad económica,
esto no explica enteramente
por qué el sistema del bienestar
se convirtió en todas partes
en el principal objetivo de los recortes,
o por qué los recortes se
han implementado a menudo de
manera que afectaba, a largo plazo,
al bienestar público.

El hecho de que tantas políticas
neoliberales se hayan encontrado
en Gran Bretaña con una oposición
tan poco contundente dice mucho
de la política pasiva de la mayoría
de los dirigentes de los sindicatos,
riéndole las gracias a Tony Blair, y
de la decadencia política del Partido
Laborista.

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