16 horas de jornada laboral, horas extras en negro, medidas de seguridad y formación casi inexistentes son prácticas habituales en la subcontrata de Renfe, Mepaban.
El fenómeno de la subcontratación
se extiende a todas las áreas
del sector ferroviario. La política
que ha seguido Renfe-Operadora
en los últimos años, en el caso
concreto de Barcelona, ha sido la
de ir abandonando en parte el servicio
de venta de billetes y cederlo
a las cantinas de las estaciones
y otras subcontratas como Mepaban,
que controla 19 taquillas del
Cercanías.
Fuentes sindicales denuncian
las prácticas abusivas que esta
empresa realiza con sus trabajadores,
y critican las condiciones
“absolutamente precarias”. Raúl
Ávila, taquillero de Renfe en la estación
de Plaza Cataluña, conoce
de cerca la realidad que soportan
los empleados durante su jornada
laboral. Según señala, éstos
“reciben un salario de 857 euros
brutos al mes en el que ya están
incluidas las pagas extra”.
Sobre estos bajos salarios habló
también para DIAGONAL
una empleada que prefiere no
dar su nombre. Según señala,
con jornadas de 40 horas semanales,
su salario es de 791,40 euros
netos al mes.
Raúl Ávila, quien además de taquillero
es delegado del Comité
de Empresa, explica que Mepaban
se ha negado a aplicar la subida
salarial de 140 euros que se
acordó en el nuevo convenio colectivo
de enero. “La empresa pone
todo tipo de excusas y ya ha
anunciado que este mes de septiembre
tampoco aplicará el aumento
de sueldo que le corresponde
a los trabajadores”, asegura.
La misma empleada cuenta haber
trabajando varios meses con
una jornada laboral de 16 horas
diarias, “desde las seis de la mañana
hasta las diez de la noche, con
apenas 40 minutos de descanso al
día”. En cuanto a las horas extra,
critica que, tras varios meses esperando,
todavía no se las han pagado
por completo. Por su parte, Ávila
informa que la empresa subcontratada
por Renfe-Operadora “paga
las horas extra en negro, no las
declara, con el fraude que eso significa
para la seguridad social”.
Formación insuficiente
Mujer, inmigrante y con escasos
recursos económicos. Éste es el
perfil laboral mayoritario en Mepaban.
Otro aspecto que destacar
es el de la formación. Muchos
trabajadores se quejan porque
ésta es insuficiente, lo que repercute
en la calidad del servicio.
“Apenas recibí unas tres horas el
primer día, y tuve que buscarme
la vida para aprender. Entre los
compañeros tenemos que ayudarnos
muy a menudo”, dice la
trabajadora anterior.
A todo esto se añade la falta de
medidas de seguridad. Ángel Ávila
indica que la entidad “no tiene
plan de prevención de riesgos laborales,
ni propio ni contratado”.
Explica que “es obligatorio que al
menos dos personas de seguridad
acompañen al taquillero a vaciar
las máquinas de venta automática
y Mepaban no cumple con esta
medida en ningún caso”.
Puede ocurrir que la recaudación
final no cuadre o que se
produzca un robo. Aún así, en
situaciones como éstas “la empresa
siempre sale ganando”,
denuncia la empleada, “si se
pierde dinero directamente te
hacen responsable y te lo descuentan
del sueldo”.
comentarios
0