Las manipulaciones de los votos detectadas en las presidenciales ya están documentadas. Sin embargo, los partidos de la oposición no hacen frente común ante las evidencias.
Son varias las ‘irregularidades’ que
ya se han documentado sobre el
fraude electoral del que se acusa al
recién elegido Vladimir Putin. Por
un lado, se ha recogido en varios
documentos cómo diversos individuos
depositaron varias papeletas
en las urnas ante la indiferencia de
la mesa electoral y lo mismo ocurre
en versión electrónica: en internet
se ve cómo una persona pasaba por
la máquina lectora varias papeletas.
La segunda denuncia se refiere
al voto en casa, que se disparó hasta
alcanzar porcentajes sospechosos
e imposibles de verificar por los
controladores, y la tercera hace referencia
al conocido como voto ‘carrusel’:
votantes que van de colegio
en colegio en autobuses preparados
ex profeso.
Datos que no coinciden
También se han detectado irregularidades
en el recuento y publicación
de los datos electorales por
parte de la Junta Electoral Central.
Al parecer, no coinciden los datos
del envío con los publicados y en
ocasiones ni siquiera se ajustan al
censo. Esto explica el porcentaje
del 95% e incluso del 107% de votos
a favor de Putin en colegios del
Cáucaso, donde las libertades cívicas
están algo contraídas. Para el
presidente de Mediasiete Publicaciones
SA, el español Pedro
Moruño, las presidenciales rusas
han sido unas elecciones limpias,
como las de diciembre. Pedro
Moruño y Eduardo Cano han
participado en el Consejo de
Observadores Internacionales Independientes.
Ambos pertenecen
al Partido Popular.
Ante este panorama, la oposición
arrastra diversos problemas como
es la ausencia de un discurso, método
y estrategia unificada. El líder
del Frente de Izquierdas, Sergei
Udaltsov, comparte estrado en los
mítines con el candidato independiente
y multimillonario Mikhail
Prokhorov. Otros candidatos que a
toro pasado rechazan los resultados
rasgándose las vestiduras,
como el comunista Gennadi Ziuganov
o el justiciero Gudkov, hicieron
flaco favor durante la campaña
al movimiento Belaya Lent (cinta
blanca) distanciándose de él y
apartando a sus fieles del mismo.
El bando ganador ha aprovechado
el periodo preelectoral para evitar
un debate serio sobre corrupción y
economía, centrandose en la deslegitimación
de las protestas, y muchos
han encontrado hueco para
arropar a Putin.
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