La lucha contra el calentamiento global está siendo instrumentalizada por la industria nuclear (que aparentemente no emite CO2) para rentabilizar las enormes inversiones en reactores. Los grandes medios dan cobertura a su campaña y el Ministerio de Industria convoca una mesa de diálogo sobre el futuro nuclear.
En los últimos años asistimos a un resurgimiento de la "solución nuclear" que, aprovechando el problema del calentamiento global, se presenta como una solución "ecológica" a éste y también al agotamiento de los combustibles fósiles. ¿Se trata sólo de una gran campaña mediática de la industria nuclear?
El debate sobre la energía nuclear como alternativa a la generación eléctrica parecía haberse cerrado tras el accidente nuclear de Chernobyl. En el Estado español el PSOE puso en marcha una moratoria de las centrales nucleares en los ’80 y en las pasadas elecciones se comprometió a su cierre total antes de 20 años. Pero en el partido hay una gran división interna y la posición “pro-nuclear” del Ministerio de Industria trata de prevalecer en el Plan Energético Nacional que decidirá el futuro energético de nuestro país en los próximos 5 años. La reciente destitución del presidente del Instituto para la Diversificación y el Ahorro Energético, J. García Brieva, puede ser interpretada en este sentido. Este mes hay convocada una mesa de diálogo sobre el futuro de esta energía, ¿se alargará el periodo de vida de las centrales existentes?, ¿qué cambia esto en el panorama de crisis energética?, ¿cómo se resolverá la acumulación de residuos radioactivos?
El informe definitivo de la ONU sobre el accidente nuclear de Chernobyl (Ucrania, 1986), publicado en septiembre, rebaja cuantiosamente las víctimas y señala que de 100.000 que se preveían, sólo 4.000 fallecerán; la Organización Internacional de Energía Atómica y su director general, Mohamed El Baradei, acaban de recibir el Premio Nobel de la Paz 2005 por “su labor a favor de la utilización pacífica de la energía nuclear”; El País publicaba a finales de octubre un extenso reportaje de investigación donde se apuesta por la energía nuclear como forma de transición energética ante el cénit del petróleo y el cambio climático. ¿Cuál es la conexión entre estos acontecimientos mediáticos?
En la segunda mitad del siglo XX y tras la subida de los precios del petróleo en los ‘70, se desarrolló la energía nuclear (principalmente en los países industrializados) para reducir la dependencia de los combustibles fósiles (petróleo, gas natural y carbón), pero tras los desastres nucleares de Three Mile Island (EE UU, 1979) y de Chernobyl la construcción de centrales se paralizó en muchos países. Estos accidentes y el uso militar asociado a la energía nuclear (un reactor produce suficiente plutonio al año para producir 30 bombas nucleares, según Greenpeace Internacional) siguen cristalizados en la memoria colectiva y la industria nuclear es consciente de ello, por eso en los últimos meses ha contratado a expertos en relaciones públicas. El mayor acierto de su campaña es la instrumentalización que está haciendo del grave problema que hoy por hoy padecemos: el cambio climático propiciado por la emisión de gases de efecto invernadero al quemar combustibles fósiles, y la fecha inminente del cénit del petróleo.
Según Paco Castejón, de la Comisión de Energía de Ecologistas en Acción, el debate sobre la opción nuclear se reabrió en el 2000: “En ese año hay intensas discusiones sobre el Protocolo de Kioto, sube Bush al poder y entonces hay vientos que empiezan a sonar para que esta energía se recuperase”. Añade que ahora hay un factor nuevo: el cambio de gobierno en Alemania “podría suponer un cambio de tendencia también en ese país”. Marcel Coderch, presidente de la Asociación para el Estudio de Recuros Energéticos (AEREN), apunta que el origen de esta campaña a nivel europeo hay que buscarlo en las presiones de la Administración de Bush, y remite a un artículo publicado por The Guardian donde “Blair dijo en un comité restringido de parlamentarios ingleses que estaba recibiendo presiones de dicha Administración”.
Más allá de posibles presiones externas, ambos entrevistados coinciden en que en el Estado español hay un problema energético real. Mariano Marzo lo ilustraba en el nº 10 de DIAGONAL con la metáfora de la “isla energética”. Más del 65% de nuestro consumo energético descansa sobre los combustibles fósiles, cuando apenas producimos un 2% y el resto lo tenemos que importar a unos precios que están alcanzando máximos históricos. Además, la demanda no deja de crecer y superamos con creces las emisiones de dióxido de carbono dictadas por el Protocolo de Kyoto, que entró en vigor el pasado mes de febrero. El panorama es desalentador y el lobby nuclear se sirve de él para vender su producto. La mayor de sus falacias es que se presente como alternativa energética frente al cambio climático [ver cuadro inferior]. Pedro Prieto, uno de los editores de crisisenergetica.org, se pregunta “si los que trabajan en el cambio climático no le están haciendo un gran favor a la industria nuclear, hay tantos informes científicos por todos lados que no sabes si verdaderamente están preocupados... pues al final nadie cede al consumo de combustibles fósiles”.
Según M. Coderch, la industria nuclear es consciente de que esta energía no es una solución real y hoy simplemente hay una gran campaña mediática cuyo efecto ha sido la convocatoria de una mesa nuclear por el Ministerio de Industria este mes de noviembre: “No hay ninguna empresa eléctrica que quiera construir una nuclear, si no es con plenas garantías del Estado, porque las inversiones en las nucleares no les son rentables”. Aunque la moratoria nuclear se terminó con la promulgación de la nueva ley eléctrica a finales de 1997 y cualquier agente económico puede construir una nueva central, las eléctricas prefieren, de momento, invertir en centrales de ciclo combinado (con gas natural) pues el coste de construcción y rentabilización es mucho mayor, y en renovables, fuertemente incentivadas y libres de multas por emisión de CO2. No obstante, M. Coderch admite que las eléctricas sí tienen interés por prolongar la vida de las centrales existentes. Precisamente, uno de los temas que se debatirán en esa mesa de diálogo es el calendario de cierre de las siete centrales que existen. Según Paco Castejón, Zorita se cerrará en abril de 2006 como está previsto, pero para cerrar Garoña, la segunda más antigua cuyo permiso se acaba en 2009, va a haber serios problemas. ¿Qué ganan con esto? “Simple”, responde P. Castejón: “Garoña ya está amortizada y ahora el kilovatio/hora está baratísimo, en comparación con cualquier otro precio energético es regalado; es la gallina de los huevos de oro”. Dentro del lobby nuclear Castejón incluye a las ingenierías asociadas a las eléctricas, como Soluziona de Unión Fenosa.
La mesa se plantea en un momento coyuntural. De un lado está el actual debate sobre el Plan Energético Nacional. Las decisiones que tome el Partido Socialista para los próximos cinco años van a tener impactos muy prolongados, “ahora todo el mundo intenta arrimar al ascua su sardina, los vendedores de centrales nucleares intentarán venderlas o, al menos, que se tomen como opción de futuro”, manifiesta P. Castejón.
El talón de Aquiles
El otro asunto que podría estar relacionado con la urgente necesidad de desmitificar la mala imagen de la energía nuclear es el problema que se avecina con los residuos radioactivos de alta intensidad. Cada año se generan 120 toneladas y las piscinas que los almacenan en cada central se saturarán, como ya ocurrió en Cofrentes (Valencia). Los residuos del central desmantelada de Vandellós I (Tarragona) fueron enviados a Francia y tenían que ser devueltos en el 2000. A partir de 2011, por cada día de retraso en traerlos, pagaremos 57.000 euros. Para afrontarlo, Enresa, la empresa estatal encargada de gestionarlos, trata de hacer un único cementerio centralizado. La cuestión es dónde, pues aunque habrá grandes incentivos, la zona que los acepte habrá hipotecado su futuro.
HISTORIAL RADIOACTIVO
1984
El PSOE inicia la moratoria nuclear y suspende 5 centrales. Hasta el 2000 se les ha pagado el 4,5% de la factura eléctrica a las empresas propietarias, en total un billón y medio de pesetas y se les sigue pagado por unos activos que, según grupos ecologistas, no valían ni 500.000 millones. Los bancos que adquirieron los títulos de la moratoria eran los mismos que prestaron dinero para su construcción.
1997
Se liberaliza el sector eléctrico, las empresas propietarias de las centrales nucleares disminuyen las inversiones en seguridad un 50%, Es más barato afrontar una multa que invertir en una mejora de las instalaciones.
2002
La Comisión Europea acuerda que todos los países tienen que decidir un emplazamiento en profundidad para los residuos radioactivos de alta intensidad antes de 2010 para tenerlo
listo en 2008.
2004
PSOE se comprometen a abandonar la energía nuclear en un plazo de 20 años.
2005
Se convoca una mesa nuclear para decidir su futuro.
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