ZARAGOZA: SI SE APLICA LA DIRECTIVA MARCO DEL AGUA ALGUNAS DE LAS OBRAS TENDRÍAN QUE DESMANTELARSE DESPUÉS DE
La Expo del agua maltrata al río Ebro

Para hacer navegable el
río Ebro en su tramo
urbano, la Expo ha
destinado una ingente
cantidad de dinero en
piruetas hidráulicas como
presas, canales y
dragados, más propios de
una comedia que de un
proyecto serio.

04/09/08 · 0:00
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SIN AGUA SUFICIENTE. A pesar de las millonarias inversiones, los bomberos han tenido que rescatar y remolcar varias embarcaciones por encallamiento./ Esperanza Torres

Si por algo se ha caracterizado la
Exposición Internacional de Zaragoza,
Expo 2008, es por su escaso
respeto por el río Ebro a su paso
por Zaragoza, según denuncian numerosas
organizaciones ecologistas.
Ya desde la elección del meandro
de Ranillas como sede de la Expo,
se demostró que las intenciones
de los promotores no tenían mucho
en común con el lema de la muestra:
“Agua y Desarrollo Sostenible”.
La directiva europea de 2007 sobre
inundaciones no hubiera permitido
la construcción, un año antes, del
recinto expositivo sobre una llanura
inundable, como bien les ha recordado
el propio río durante las
crecidas de abril de 2007 y junio de
2008. Precisamente durante estas
crecidas se optó por inundar terrenos
en localidades navarras y aragonesas
situadas aguas arriba, para
salvar las obras de la Expo. En
cambio, el desembalse del pantano
de Itoitz, tras su llenado extraordinario,
no exento de riesgos para las
poblaciones cercanas, ha sido aprovechado
para elevar el nivel del
Ebro en Zaragoza durante los meses
de estío y facilitar el proyecto
de navegación de su tramo urbano.

Atropellos hidráulicos

Fuera del recinto Expo es donde se
ha escenificado uno de los mayores
atropellos hidráulicos al Ebro: la
construcción de un azud, una pequeña
presa para remansar la corriente
del río. El único motivo para
esta obra era crear una lámina de
agua estable que elevara el nivel del
río a lo largo de su tramo urbano y
permitiera la navegación. Pero, finalmente,
la lámina de agua creada
abarca poco más de un kilómetro, y
además las embarcaciones elegidas
son inapropiadas para el tipo
de río. Jerónimo Blasco, director de
Operaciones y Contenidos de la
Expo, siempre tuvo en mente los
barcos del Sena y ha dedicado mucho
dinero para materializar esa
imagen. La elección de unas naves
de calado excesivo ha forzado a sucesivos
dragados (tres hasta la fecha)
que se han demostrado inútiles,
dada la movilidad del lecho del
Ebro constituido por gravas que
tienden a redistribuirse con las oscilaciones
de las aguas.

Además, para facilitar el paso
de los barcos se tuvo que perforar
un canal de navegación bajo una
de las arcadas del puente de
Piedra, monumento medieval con
el máximo grado de protección legal.
Esta actuación, en agosto de
2007, provocó la primera acción
visible en contra de la Expo: durante
una semana una acampada
paralizó el avance de las obras y
sólo el desalojo policial franqueó
el paso a las máquinas. Quince
personas fueron denunciadas por
la Confederación Hidrográfica del
Ebro y se llegaron a pedir multas
de miles de euros que al final quedaron
en unos simbólicos 30 euros
por persona.

El último episodio de la navegabilidad
parece más propio de una
comedia que de un proyecto serio.
Pasado el ecuador del evento, los
barcos siguen sin poder atracar en
la Expo, pues su propulsión ecológica
no es suficiente para navegar
contracorriente, así que la empresa
responsable de la navegación ha
instalado motores adicionales de
combustión convencional. Aún con
todo, los barcos han seguido dando
espectáculo con varias encalladuras
y el consiguiente rescate y
remolque por los bomberos.

Ante tal negligencia, muchas voces
se preguntan quién ha de pagar
los sucesivos dragados (más de
360.000 euros cada uno) y dudan del
futuro de la navegación tal y como
se ha concebido. Alfredo Ollero,
profesor de Geografía Física en la
Universidad de Zaragoza y uno de
los mayores expertos en el Ebro,
plantea que “si la navegación por el
Ebro fracasa, lo lógico sería quitar
el azud”. Si se aplicase la Directiva
Marco del Agua, que pide recuperar
los cauces originales de los ríos para
gestionar mejor las crecidas, el azud
podría ser desmantelado tras la Expo,
al no tener otro uso (Acciona
desestimó su rentabilidad económica
como minicentral hidroeléctrica).
De tener ese final, una obra cuyo
coste oficial asciende a más de 24
millones de euros, aunque estimaciones
independientes duplican esa
cifra, no dejará más recuerdo en
Zaragoza que el de otra cuantiosa
deuda para los próximos años.

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