La cementera de El Alto, en Morata de Tajuña, va a cambiar el carburante por residuos contaminantes. Los vecinos denuncian los efectos tóxicos de la planta.

El Boletín Oficial de la Comunidad de Madrid publicó el 7 de junio la norma que permite el cambio de carburante de la cementera del municipio madrileño de Morata de Tajuña, la planta de cemento más grande del Estado español y la segunda mayor de Europa. Ahora, la última palabra la tiene el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente. Hasta ahora la cementera de El Alto se nutría del carbón de coque de petróleo, el residuo que queda tras la quema del petróleo, o lo que se denomina también petcoque.
El negocio del cemento
La crisis del ladrillo que se inicia en 2008 ha hecho que las cifras de venta de cemento hayan caído en picado y lo que antes era un negocio floreciente ahora sólo se mantiene. Eso ha llevado a los propietarios de la cementera de Morata a solicitar un cambio de carburante: convertir la cementera en una incineradora de basuras de todo tipo, residuos hospitalarios, harinas cárnicas, lodos de depuradoras y plásticos procedentes del desguace de los coches. La cementera de Morata es propiedad de Portland Valderrivas, de Fomento de Construcciones y Contratas, cuya principal accionista es Esther Koplowitz (con varios socios, como la familia de empresarios Faustino Martínez y los Aguinaga). También participan en la planta el Royal Bank of Scotland y el Gobierno británico –a través de HM Treasury–, y cuentan con otras dos cementeras de las mismas características en Estados Unidos que han recibido multas por haber quemado basuras en ellas.
Los vecinos más activos contra la incineración en esta zona son los de los municipios de Perales de Tajuña, de 3.000 habitantes, y Morata de Tajuña, con más de 7.500 habitantes. Las asociaciones de vecinos están tratando de movilizar a estas poblaciones.
Lorenzo Mora Martínez, presidente de la Asociación de Vecinos de Morata de Tajuña, señala a DIAGONAL que “esta cementera va a quemar más de tres veces lo que la incineradora de Valdemingómez, [en Rivas Vaciamadrid, a pocos kilómetros de Morata]. Se van a lanzar al aire dioxinas y furanos, metales pesados, bromos y éteres, entre otros elementos acumulativos y cancerígenos. A pocos kilómetros de Madrid la incineradora va a ser un ventilador de contaminación muy peligrosa”.
Agricultura ecológica
La cementera de El Alto está situada al sureste de Madrid, en plena vega del río Tajuña, donde ha prosperado la agricultura y, sobre todo, los cultivos ecológicos. Allí cuentan con huertas proyectos agroecológicos como Bajo el Asfalto está la Huerta, MePlanto, A CascoPuerro, MenuDas Piratas y Mordisquitos, entre otros grupos.
Fernando Palacios, experto en calidad del aire del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), señala que “en el caso más desfavorable para los vecinos de Morata, se va a incinerar 1.270.000 toneladas de residuos, esto es cuatro veces más de lo que se está incinerando en Valdemingómez, y más 250.000 toneladas de coque de petróleo, porque al tener poco poder calorífico [los nuevos carburantes] inyectan el coque para que la combustión mejore. En total serán 1.520.000 toneladas de residuos y combustible peligroso”.
Hasta este año, el Ayuntamiento de Morata de Tajuña se había negado a la incineración, pero ahora respalda el proyecto de quema de residuos peligrosos. Sin embargo el alcalde de Arganda del Rey, del PP, está en contra de la incineración de residuos, también el de San Martín de la Vega (PP) y el Ayuntamiento de Rivas (IU), mientras que el primer edil popular de Perales de Tajuña, no se ha pronunciado aún.
La ‘fiebre’ de las incineradoras, que van a usar las plantas cementeras para producir cemento y ‘hacer desaparecer’ las basuras no está sólo en Morata; también en Olazti, Navarra, con una fuerte oposición ciudadana; en Montcada i Rexac, al lado de Barcelona; en La Parrilla, en la provincia de Cuenca, etc.
La propietaria de la cementera de El Alto, Fomento de Construcciones y Contratas recoge las basuras de Madrid y parte del Estado español. “No va a faltar carburante para contaminarnos”, afirma Mora.
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