La continuidad del proceso bolivariano parece asegurada
La ausencia de Chávez asienta el chavismo

En medio de una ola de rumores en torno al estado de salud de Hugo Chávez, los sectores populares de Venezuela esperan saber si éste podrá asumir su nuevo mandato.

, Redacción / Caracas
08/01/13 · 16:51
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“Unidad” y “estabilidad” fueron algunas de las palabras más repetidas, el 5 de enero, en las intervenciones del vicepresidente del Gobierno venezolano, Nicolás Maduro, y del flamante reelecto presidente de la Asamblea Nacio­nal, Diosdado Cabello, ante la multitud prochavista concentrada en las puertas del Parlamento. Momentos antes, en la primera sesión parlamentaria del año, los diputados y diputadas bolivarianas, confiados en su mayoría, renovaban la junta directiva del poder legislativo.

El acto, como el resto de las apariciones públicas de la máxima dirección chavista, volvió a reafirmar el escenario político que se plantea: calma y continuidad. Ante la ausencia del presidente de la nación –todavía en Cuba reponiéndose de su cuarta operación contra el cáncer– en el ejercicio del poder directo, el “Gobierno colectivo” por él establecido asume, como una piña, la dirección del país.

No habrá cambios significativos en el camino socialista bolivariano, senda ratificada por la población en los dos últimos comicios: las presidenciales del 7 de octubre –en las que Chávez ganó con 55% de los votos frente al 44% de su oponente– y las regionales del 16 de diciembre, en las que, con Chávez hospitalizado al borde de la muerte, el chavismo –dándole otra paliza a la oposición– se alzó con 20 de las 23 gobernaciones en liza, siendo la fuerza mayoritaria en el 90% de los municipios del país. Por ello, si el mandatario reelecto por cuarta vez jura –o no– su cargo ante la Asamblea Nacional el 10 de enero es sólo un mero formalismo.  

Posibles elecciones

El único cambio dependería de si la lenta recuperación de Chávez, o su fallecimiento –y aquí sí que hay incertidumbre y gran preocupación en la población–, le impiden retomar la presidencia en las próximas semanas. En ese caso habría nuevas elecciones presidenciales, en las que muy probablemente, contando con la bien engrasada maquinaria electoral chavista, pero sobre todo con el impacto emotivo y simbólico y la consiguiente movilización popular que la desaparición de Chávez generaría, ganaría el candidato designado por el propio Chávez, el actual vicepresidente. Éste encabezaría una dirección colegiada del Estado junto al otro delfín “oficial”, el detestado por la oposición, Diosdado Cabello. El actor que, desde el bando bolivariano, se saliera de ese guión, por lo menos durante los próximos meses, tendría que asumir un alto coste político, lo que hace esto altamente improbable.

Las máximas autoridades del Estado, pero sobre todo las fuerzas armadas, al menos en apariencia, también dan por bueno este guión,  que se mantiene escrupulosamente dentro del ordenamiento constitucional. El lleno histórico de las playas de una población apurando el asueto navideño, y su tranquilidad en la vuelta al trabajo y las clases, evidencian el escaso nerviosismo imperante. Mayor preocupación, en un país que que creció un 5,5% el año pasado, generan los impactos de la pugna entre el gran empresariado y el Gobierno en torno a una posible devaluación de la moneda, o los intentos por acaparar y especular con alimentos por parte de los primeros.

Los sectores populares ya sufrieron el trauma el 8 de diciembre, cuando el propio Chávez, al presentar a grandes rasgos en directo por televisión el guión antes mencionado, deslizaba la posibilidad de su desaparición física. Posibilidad que tiene al chavismo unido, dejando en suspenso sus profundas diferencias políticas, como, por ejemplo, la exigencia de las bases más organizadas de profundizar, durante los seis próximos años de presidencia, el cambio de modelo socioproductivo o de sistema político. Por ejemplo, con el desarrollo del Estado comunal y su implícita democracia directa. O las tensiones y diferencias en torno a la designación de las candidaturas para las próximas elecciones municipales del 26 de mayo. Algunos dirigentes de gran peso, como Jorge Rodriguez, alcalde de Caracas y jefe del comando electoral de Chávez en las últimas presidenciales, han hablado ya de una especie de primarias para ello.

Respuesta de la oposición

Para la oposición política, que ya habla de transición – no aclara a qué o hacia dónde– mientras lanza llamados a la negociación –es decir, al reparto del poder– para evitar una supuesta inestabilidad, juega al desgaste de la 'nueva' dirección chavista, resaltando su supuesta falta de unidad y las luchas intestinas por el mando absoluto. Sin embargo, la posibilidad de nuevas presidenciales no parece estimularla mucho: su anterior candidato, Henrique Capriles, no ha movida ficha para intentar posicionarse. Al contrario, ha mantenido un mutismo casi total.

Lo que contrasta con los anteriores comicios, cuya campaña empezó, al igual que el resto de la oposición, con un año de antelación. Quizás valore que el candidato que se presente a unas posibles próximas presidenciales se va a quemar definitivamente. De hecho, la primera reunión oficial de a Mesa de la Unidad Democrática, el paraguas que cobija a la mayoría de la oposición, para preparar su año parlamentario, tuvo lugar horas antes de la primera sesión de la Asamblea Nacional. En el orden del día, tocaba abordar las profundas divisiones que las dos últimas elecciones han dejado en su seno. Y el objetivo de lograr una lectura común de ambas derrotas.

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