ENTREVISTA // ALBERTO ARCE, ACTIVISTA ASTURIANO QUE VIVIÓ DESDE GAZA LOS 23 DÍAS DE ATAQUES
“Israel quiso lanzar un mensaje al mundo con los bombardeos”

Durante los 23 días de
bombardeos sobre Gaza,
el documentalista y
activista Alberto Arce
permaneció en la franja
para narrar al mundo
los crímenes de Israel.

05/02/09 · 0:00
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COBERTURA DESDE GAZA. Alberto Arce graba el
paso de un carro con varios niños muertos.

DIAGONAL: Israel ha mantenido
que su objetivo no era la población
civil, y muchos medios han presentado
la agresión como un conflicto
entre dos partes…

ALBERTO ARCE: En la parte en
que Israel tenía la capacidad de seleccionar
objetivos de Hamás, lo ha
hecho y los ha destruido, pero ese
tipo de objetivos eran edificios públicos:
ministerios, comisarías… en
la primera oleada de ataques. Pero
esos edificios estaban vacíos antes
de empezar el ataque, así es que
Israel no podía obtener el efecto deseado.
A partir de ahí se abre el círculo
y empiezan con las mezquitas.
Y después, viendo que no consiguen
el efecto esperado, empieza el bombardeo
indiscriminado y el castigo
premeditado. En los últimos días,
Israel bombardeaba sistemáticamente
para lanzar un mensaje al
mundo. Se bombardeó el almacén
de alimentos de la ONU en el mismo
momento en que Ban Ki-moon
se reunía con Tzipi Livni en Tel
Aviv. Y los centros de evacuación
de la ONU que bombardearon con
fósforo el último día… Creemos que
son bombardeos premeditados para
lanzar un mensaje al mundo de
hasta qué punto Israel es inmune a
las críticas desde el exterior y a la
legalidad internacional.

D.: ¿Cuál era la sensación de los palestinos?
¿Esperaban algo de la comunidad
internacional?

A. A.: Lo que diga la comunidad internacional,
al pueblo de Gaza hace
tiempo que ha dejado de importarle.
Sobre todo a partir de los últimos
dos años y del bloqueo. No pueden
entender qué relación hay entre el
Gobierno de Hamás y que la población
se muera de hambre.

D.: ¿Cómo ha obstaculizado Israel
el trabajo de quienes intentabais informar
desde dentro?

A. A.: Tres meses antes de los bombardeos
se estaba cortando el grifo
de entrada de la prensa en Gaza, y
un mes antes ya no había periodistas
extranjeros. A éstos se les dijo
que había un mecanismo de entrada,
pero ese mecanismo tenía consecuencias
que los periodistas oficiales
no podían asumir. Se les dio a
elegir: o cubres los acontecimientos
desde Gaza o desde Jerusalén, pero
si los cubres desde Gaza estás violando
la ley israelí y no podrás volver
a Jerusalén nunca más. Y nadie
está dispuesto a poner en peligro
sus 3.000 euros al mes y su estatus
en una cómoda oficina de Jerusalén
por ir a correr el riesgo de morir bajo
las bombas en Gaza.
Quienes nos quedamos a informar
decidimos empotrarnos en ambulancias,
porque era nuestra respuesta
simbólica a ese periodismo
de guerra en que los periodistas se
empotran en los Ejércitos. Mientras,
los periodistas oficiales estaban empotrados
en la valla de la frontera
llamándonos para saber qué pasaba,
pues lo único que tenían era el
parte de guerra que les daba la censura
militar israelí. Mientras yo veía
cómo prendían fuego a la comida,
la noticia de Israel era: “Se han
abierto los pasos fronterizos para la
entrada de ayuda humanitaria”.
Además, había unos 25 periodistas
locales, de los que murieron cuatro
en acto de trabajo y uno cuando
bombardearon su casa. Los periodistas
palestinos tienen esa doble
dimensión de periodistas y víctimas,
y nos pedían que nos quedáramos
porque el mundo no les daba credibilidad
por su calidad de palestinos.

D.: ¿Cuál era la relación entre las diferentes
organizaciones palestinas?
¿Se formó una resistencia unida? ¿Y
cuál era el sentir de la población?

A. A.: Hamás es una organización
armada metida a organización política,
que tiene apenas dos años de
experiencia política en un contexto
de bloqueo mundial contra ellos,
por tanto no tiene ni cultura democrática
ni cultura política. Al-Fatah
es una organización política que durante
muchos años ha cometido
muchos errores no sólo de corrupción,
sino también en el ámbito de
los derechos humanos… Tanto Al-
Fatah en su día como ahora Hamás
tienen un comportamiento interno,
con la población y entre ellos, que
deja mucho que desear y que impide
la unidad nacional palestina, que
es un punto básico para que Palestina
pueda avanzar.
En cuanto a los palestinos, como
cualquier población en un contexto
de agresión externa, tienden a cerrar
filas en torno a quien les defiende:

Hamás. Aunque hay fuertes
críticas en torno al modo de resistencia
usado, pues se considera que
no es inteligente, y también hay críticas
porque Hamás, al contrario
que Hezbolá en Líbano, no tiene la
capacidad de responder al sufrimiento
de los civiles, porque no tiene
organización ni medios.

D.: Y ahora que llega de nuevo el
momento de la reconstrucción,
¿qué perspectivas hay para Gaza?

A. A.: La comunidad internacional,
empezando por la UE y España,
pretenden convertir el problema de
Gaza en un problema humanitario,
lo cual no se dirige a la raíz del conflicto,
que es la ocupación y el cierre
perimetral. En segundo lugar,
no hay visos de reconciliación interna;
y todo indica que en Israel
van a ganar los halcones… Así es
que yo creo que Gaza va a ser cada
vez más asfixiada, la población civil
cada vez va a sufrir más...

D.: Has dicho que no esperas nada
de los gobiernos. ¿Qué se puede esperar
de la población civil?

A. A.: Creo que la inculpación legal
por crímenes de guerra en el marco
de la violación de las convenciones
de Ginebra contra Israel es algo evidente
como nunca lo ha sido antes,
y está habiendo avances. Además,
la campaña de boicot, desinversiones
y sanciones a Israel lanzada por
la población palestina hace tres
años está dando ya pasos de gigante.
Y creo que tanto la sociedad civil
a través de la campaña de boicot como
los expertos a través de la aplicación
de la jurisdicción penal internacional
acabarán haciendo que
los gobiernos le paren los pies a
Israel. Como ciudadanos y como organizaciones
debemos estudiar cómo
aplicar la campaña de boicot. El
Ayuntamiento de Estocolmo ha
cancelado su contrato de transporte
público con Veolia, compañía que
construye el tranvía de Jerusalén.
Bilbao, Valencia y Barcelona tienen
concesiones con Veolia. Ahí hay
que presionar, porque la cancelación
de un contrato puede hacerle
perder millones de euros, para que
sepa que debe dejar de colaborar
con el régimen israelí. Están pasando
cosas y es nuestra obligación empujar
en esa dirección.

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