ORIENTE MEDIO // ESCALADA DE AGRESIONES
Israel es el peligro

El escritor Santiago Alba Rico dibuja para DIAGONAL las líneas básicas del papel
jugado por Israel en Oriente Medio y su continuada violación de los derechos
humanos, al calor del silencio cómplice de la comunidad internacional.

09/10/06 · 19:15
Edición impresa
JPG - 19.9 KB
SOLIDARIDAD. El 12 de julio, centenares de personas se reunieron frente al edificio de la Comisión Europea en Madrid. // Quieres Callarte

Desde hace 60 años, Occidente
viene haciendo un
esfuerzo sin precedentes,
en armas, dólares y
palabras, para ocultar dos ideas
sencillas y terribles que, indisociables
entre sí, deberían hacernos
temblar. La primera es que Palestina
constituye la grieta moral del
mundo globalizado, el punto vertebral
por el que se está rompiendo
ya la humanidad entera. La segunda
es que Israel constituye la máxima
amenaza, no ya para la vida y la
dignidad de los palestinos, sino para
cualquier esperanza de paz y estabilidad
en nuestro planeta.

El pueblo palestino no es quizás
el pueblo más castigado de la tierra,
pero es el pueblo más públicamente
castigado de la tierra; no es
tal vez el pueblo que más ha sufrido
pero es aquél cuyos sufrimientos
nos son más ininterrumpidamente
visibles. Paradójicamente
esta visibilidad (más allá de las
mentiras) hace aún más vulnerables
a las víctimas; confiere a la
agresión una especie de dimensión
bíblica, la autoridad estrepitosa de
una intervención divina, y frente a
ella el objeto de la cólera de Dios se
degrada moral y ontológicamente.
Cuanto más brutales son las agresiones
de Israel más culpables nos
parecen sus víctimas. Cuanto más
públicamente contrarias a Derecho,
más injusta y condenable se
revela, no ya la resistencia, sino la
existencia misma de los palestinos.
La legítima captura de un soldado
invasor aparece a los ojos del mundo
como un crimen monstruoso y
originario a la luz precisamente
de la respuesta monstruosa de
Israel, que amenaza de muerte a
1.200.000 personas y a dos países
soberanos; eso que eufemísticamente
llaman los cobardes “uso
desproporcionado de la fuerza” es
la fuente de legitimación religiosa
del sionismo: toda defensa frente a
la Ocupación es respondida con
una plaga, y la “desproporción”
misma del castigo prueba al mismo
tiempo la existencia de Yahvé y la
abyección de la víctima. Ningún
Auschwitz albergó nunca 1.200.000
prisioneros; Gaza sí. Ningún Auschwitz
fue celebrado o aceptado
públicamente; Gaza sí. Lo que los
nazis ocultaron, sacralizando así a
sus víctimas, los israelíes lo exhiben
sin vergüenza, sacralizando de
esta manera su agresión. La publicidad
del crimen alimenta la fuente
religiosa, extrajurídica, de la legitimidad
sionista. El mundo quizás
pueda soportar sin inmutarse la
agresión a los palestinos, pero no
podrá soportar indefinidamente esta
agresión religiosa al espacio público
sin rebelarse o sin romperse.

Israel no es quizás el Estado más
injusto y criminal de la historia, pero
sí es quizás el que lo ha sido durante
más tiempo y con más impunidad.
Nace con un crimen y cada
minuto de normalidad de sus ciudadanos
es contemporáneo de un
nuevo crimen. Tiene permanentemente,
por así decirlo, su origen
delante de los ojos y vive sin descanso
en la violencia ampliada del
origen, como en una maldición
griega. Ariel Sharon, en una entrevista
de 1984, se decía dispuesto a
matar un millón o dos de árabes
para conseguir que Israel fuera,
después de eso, un “país normal”,
con un pasado inmoral y un presente
limpio y decente, como todos.
Los palestinos, venía a decir,
son nuestros “indios”, nuestros
“moriscos”, nuestros “judíos”. Pero
no, mientras vuestros “judíos” palestinos
resistan, estaréis condenados
a vivir siempre en el origen (y
a contraponerle el otro origen, ya
desgraciadamente “mitológico”: el
holocausto); y tendréis que violar
todas las leyes, matar niños en sus
camas, derribar casas, arrancar árboles,
levantar muros, secuestrar
mujeres, bombardear mezquitas,
encerrar a millones en ghettosy lagers
a cielo abierto, matar a miles
de hambre y sed y, enloquecidos
por esta hybris de Yahvé, mandar
también vuestras plagas al
Líbano, a Siria, tal vez a Irán.
Vuestra ley implica necesariamente
esta alternativa mortal: o
dominio o apocalipsis.

Israel reúne en su fragua el desprecio
por la vida de al-Qaeda, el
“fundamentalismo” de Irán, el racismo
de la antigua Sudáfrica, el
arsenal nuclear de Corea del Norte,
el nacionalismo colonial de la
antigua Bélgica y la fuerza militar
de China. Esta concentración sin
igual de peligros, incrustada en la
zona más frágil y codiciada del planeta,
es apoyada económica, militar
y políticamente por EE UU,
potencia imperialista desencadenada,
y consentida por la UE y la
mayor parte de los Gobiernos del
planeta, incluidos los tiránicos y
despreciables regímenes árabes.
Los que no vean al menos el peligro,
es que están llamando a gritos
al ángel exterminador.

Tags relacionados: Santiago Alba Rico
+A Agrandar texto
+A Disminuir texto
Licencia

comentarios

0

separador

Tienda El Salto