Impactos en la fauna del Golfo de México

EL PELÍCANO PARDO

Ave símbolo de Luisiana, en las costas del Golfo anidan miles de parejas en época de reproducción.

, Redacción
09/06/10 · 5:45
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EL PELÍCANO PARDO

Ave símbolo de Luisiana, en las costas del Golfo anidan miles de parejas en época de reproducción.

En 2009 salió de la lista de especies amenazadas, a la que puede volver por los problemas causados tras la explosión. Las amenazas a las que se enfrentan las aves marinas y costeras son la contaminación directa por contacto con el petróleo (pérdida de flotabilidad y capacidad para mantener el calor, lesiones oculares, úlceras, neumonía, daños al hígado o ingestión de aceite al alimentarse o limpiarse las plumas), la reducción de alimento por la contaminación de peces e invertebrados marinos y el impacto del vertido en su hábitat, que provoca que las aves deban marcharse a otros lugares menos óptimos para su alimentación y reproducción.

ATÚN ROJO

La zona de la catástrofe es de los pocos lugares donde cría este atún, lo que representa un 25% del desove total de la especie.

El vertido supone un nuevo golpe a este pez, en grave peligro de extinción debido a la severa sobrepesca a la que ha sido sometido, que continúa tras el fracaso de las negociaciones de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres del pasado marzo. En contacto con el vertido, los peces pierden su capacidad para combatir las enfermedades y los contaminantes se acumulan en sus órganos. También la exposición al petróleo es letal para huevos y larvas de peces.

MANATÍ

El manatí, un mamífero sirénido que habita en el Golfo de México, es una víctima propiciatoria del calentamiento global.

El desastre de Deepwater Horizon ha puesto en riesgo esta especie, que ya estaba catalogada como “vulnerable a la extinción”. Listada por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza como vulnerable a la extinción, las poblaciones de la subespecie que habitan el Golfo de México no sobrepasan los 2.500 ejemplares, localizados principalmente en los manglares de la costa este de EE UU. Hasta 400 manatíes de Florida migran a Luisiana cada verano, según datos del Audubon Aquarium’s Rescue Center, lo que supone un enorme riesgo para estas poblaciones al exponerse a la contaminación directa por contacto con el petróleo o al respirar sustancias químicas volátiles procedentes del vertido. También se ve drásticamente reducido el alimento disponible por “asfixia” de las plantas submarinas (son animales herbívoros), producida por la capa de petróleo superficial, que impide la oxigenación del agua y provoca la muerte de microorganismos como el plancton o plantas subacuáticas.

TORTUGA BASTARDA

Diez días después del vertido de petróleo ya se habían registrado más de 150 muertes de tortugas marinas, la mayoría de ellas tortugas bastardas.

Las especies afectadas por el derrame incluyen a la tortuga boba, tortuga laúd, tortuga carey, tortuga verde y tortuga bastarda. Todas ellas ayudan a mantener las praderas marinas por pastoreo y proporcionan un control natural ecológico de las poblaciones de medusas. Estas tortugas se enfrentan ya a muchas amenazas (pesca accidental con anzuelos o redes, cambio climático), a las que se suma este vertido, que tiene efectos tóxicos directos sobre vías respiratorias, ojos, piel o daños a los sistemas inmunológico, digestivo y reproductor.

 

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