DEPENDENCIAS Y DESENCUENTROS ENTRE CHINA Y ESTADOS UNIDOS
Hacia un desequilibrio financiero global

Al mismo tiempo que China colabora en la ampliación del déficit comercial de EE UU, lo financia con la compra de los bonos del tesoro estadounidense.

26/04/06 · 0:06
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Texto de Álvaro Santos

En 2005 China adelantó a
Gran Bretaña para convertirse
en la cuarta mayor
economía del mundo y la
tercera potencia comercial. Este
año, China también superó a Japón
como la economía con mayores reservas
de divisas del planeta.
La importancia que ha adquirido
China para la economía mundial
y para los EE UU ha llevado a
altos funcionarios americanos a
caracterizar la relación económica
entre ambos países como la más
importante del siglo XXI. No es para
menos. Mientras el debate sobre
los desequilibrios de la economía
global se centra sobre si el estrepitoso
aumento del déficit de la balanza
comercial americana es o no
sostenible a medio plazo, la cuota
de China de este déficit se ha disparado
en los últimos años llegando
hasta el 26% en 2005 comparado
a un 19% en 2000. El déficit comercial
de los EE UU con China
es hoy el mayor de la superpotencia
americana con cualquiera de
sus socios comerciales.

Pero China no solo contribuye a
una gran parte del creciente déficit
americano: también ayuda a financiarlo.
Su Banco Central invierte la
mayor parte de sus 850 billones de
dólares en reservas en títulos de
deuda del tesoro americano con los
que la Administración Bush financia
su enorme gasto militar y déficit fiscal.
Como es sabido, el capital extranjero
financia algo más de la mitad
de los títulos de la deuda pública
americana: la compra de bonos del
tesoro americanos por parte de los
bancos centrales extranjeros (particularmente
los asiáticos) llegó a
abarcar el 57% del total de las compras
de deuda pública emitida en
2004 por los EE UU comparado a sólo
un 6% en 2002. Entre 2003 y 2004
los flujos de capital provenientes de
los bancos centrales extranjeros financiaron
entre el 20-30% del déficit
comercial americano, aunque en
2005 su importancia relativa se ha
visto reducida por la recuperación
de los flujos de capital privado. China
por sí sola ha pasado de acaparar
el 2,5% de los bonos del tesoro
americanos en 2000 al 7,4% en
2005. Por lo tanto, si es exagerado
afirmar que la financiación de los
déficits gemelos americanos depende
totalmente de China es también
obvio que la importancia de China
tampoco puede ser ignorada.

La acumulación china de reservas
por valor de 200 billones de dólares
al año obedece al enorme influjo
de dólares provenientes de su
elevado superávit comercial y los
enormes influjos de capital extranjero.
Estos flujos de dólares producen
un aumento en la demanda relativa
de moneda china y presiones
al alza en su valor. Para mantener
el tipo cambiario fijo con respecto
al dólar, el Banco Central chino se
ve obligado a comprar estos dólares
y acumularlos en forma de reservas.
El mantenimiento del equilibrio
cambiario entre el dólar y el
renminbi (RMB) también obliga al
Banco Central chino a invertir la
mayor parte de sus reservas en activos
denominados en dólares, preferentemente
en bonos del tesoro
americanos dado su alto grado de
seguridad y liquidez.

La relación económica entre China
y EE UU es, por lo tanto, de dependencia
mutua. China necesita
acceder al enorme mercado de consumidores
americano y los EE UU
no pueden prescindir de lo influjos
anuales de capital público chino,que sostienen un déficit comercial
cada día mas difícil de sostener.
El desequilibrio en las relaciones
comerciales ha llevado a los EE UU
a reclamar sistemáticamente a Beijing
que revalúe su moneda con respecto
al dólar y abandone su actual
política cambiaria que fija el valor
del RMB al del dólar. En teoría, una
reevaluación del RMB debería encarecer
las exportaciones chinas a
los EE UU y contribuir a la reducción
del déficit comercial americano.
Sin embargo, la mayor parte de
la evidencia empírica y de los estudios
sobre el tema coinciden en que
dicho efecto sería insignificante, ya
que la principal causa del déficit comercial
americano es el fuerte desequilibrio
entre una elevada tasa de
consumo y una bajísima tasa de
ahorro en los EE UU y no factores
comerciales o cambiarios.
La alta cuota china del déficit
americano obedece además a la
deslocalización masiva de sectores
industriales caracterizados por los
bajos costes laborales, el bajo valor
añadido y el bajo contenido tecnológico.
Sectores en los que ni EE UU
ni ningún otro país capitalista maduro
está en condiciones de competir
frente a los bajos costes relativos
de países en vías de industrialización
como China o México. Dadas
las fuertes presiones competitivas a
las que las exportaciones chinas están
sometidas en el mercado mundial,
el margen existente para que
sus exportadores puedan trasladar
un aumento en sus costes, provocado
por una apreciación del RMB, a
un aumento de precios de sus productos
es ínfimo. En cualquier caso,
si estos exportadores llegasen a ver
que un aumento de costes reduce
su competitividad y su margen de
beneficios de forma significativa lo
más probable es que simplemente
optaran por trasladarse a otro país
en vías de desarrollo con bajos costes
laborales, con lo cual los productos
que los EE UU importaban antes
desde China pasarían simplemente
a importarse desde otro país.

Pero, si esto es así, ¿a qué se deben
las presiones constantes del gobierno
americano exigiendo una reevaluación
del RMB? La política del
RMB del Departamento del Tesoro
americano responde sobre todo a
presiones políticas internas del
Congreso americano, ya que los
propios funcionarios americanos
reconocen que no se puede esperar
que el déficit de los EE UU se corrija
demasiado con una apreciación
de la moneda china. El verdadero
problema es que la cuestión del tipo
de cambio chino se ha convertido
en un comodín político que representa
a todos los demás problemas
en las relaciones económicas entre
ambos países (incluidos problemas
más ’inmediatos’ como los relacionados
con los derechos de propiedad
intelectual). La Administración
Bush utiliza de manera política el
“problema chino” para distraer la
atención de la responsabilidad de
su propia política fiscal y la caída
dramática del empleo en el sector
manufacturero americano. Además,
utiliza el problema del RMB
como instrumento negociador para
obtener como contrapartida un mayor
nivel de apertura del mercado
importador y financiero chino para
sus empresas y bancos.

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