El 29 de junio el Gobierno griego sacó adelante nuevos
recortes y privatizaciones. El pueblo griego continúa la
lucha y el movimiento de indignados sigue en las plazas.
- MOVILIZACIONES. La manifestación en los aledaños del Parlamento heleno fue reprimida por la policía.
- MOVILIZACIONES. La manifestación en los aledaños del Parlamento heleno fue reprimida por la policía.
A primera vista, parece que el mes
de junio en Grecia ha sido una repetición
del mayo de 2010. Entonces,
el Parlamento griego aprobó una
oleada de medidas de austeridad,
vinculada al primer ‘rescate’ del país
por parte de la troika de la Unión
Europea (UE), el Fondo Monetario
Internacional (FMI) y el Banco
Central Europeo (BCE).
El 29 de junio de este año se votó
una segunda oleada de medidas antisociales
para que se reciba el segundo
rescate. En ambas ocasiones,
la reacción social ha sido masiva,
con huelgas generales, manifestaciones
combativas y gran represión
por parte de la policía. El mensaje
de los gobernantes sigue siendo el
mismo: No hay alternativa, el único
dilema es más austeridad o bancarrota
y “destrucción” del país.
Sin embargo, y a pesar de las
coincidencias, las condiciones en
el país heleno han cambiado profundamente
este último año a todos
los niveles. Primero, las condiciones
de vida para la mayoría han
empeorado notablemente. Según
la agencia nacional de estadística,
el desempleo se ha disparado del
11,2% al 16,2%, y el poder adquisitivo
medio de los griegos ha bajado
alrededor de un 10% en un año.
Cientos de miles de personas han
perdido su seguro de enfermedad
y los sindicatos médicos denuncian
que la esperanza de vida en el país
ya ha empezado a caer.
Aumentan los suicidios
Los suicidios se han incrementado
un 40%. Se han cerrado cientos de
escuelas y la financiación de las
universidades ha bajado un 50%,
conduciendo a un detrimento importante
de la calidad de la educación
pública. ¿Y todo eso para qué?
El déficit público ha bajado un 5%
en 2010, pero todavía se sitúa en el
10,5% del Producto Interior Bruto,
lejos del límite del 3% marcado por
la Unión Europea.
La deuda pública sigue creciendo,
a finales del 2010 llegó a superar
el 142,8% del PIB. Dado que las
políticas de austeridad profundizan
la depresión económica (de -4,5%
en 2010), los ingresos del Estado están
bajando, a pesar del incremento
de los impuestos. Se trata de un círculo
vicioso que muchos economistas
sostienen que conducirá a una
bancarrota del país.
Aumentan las resistencias
Al mismo tiempo, la organización y
la resistencia popular han dado un
salto potencial. Los medios de comunicación
internacionales han
transmitido una imagen familiar de
la reacción social de Grecia, es decir,
de la huelga general por parte de los
sindicatos y los disturbios en las calles
por unos jóvenes encapuchados.
Pero lo que falta en este retrato de
los hechos es la nueva forma de protesta
social que ha aparecido recientemente
en Grecia y que ha cambiado
radicalmente la ecuación política
en el país, el llamado “movimiento
de las plazas”. Inspirados en el movimiento
15-M del Estado español y
organizados a través de las redes sociales
en internet, los “indignados
griegos” tomaron las plazas centrales
de las grandes ciudades de
Grecia el 25 de mayo, y desde entonces
no han salido de ellas.
El movimiento tiene unas características
únicas en la historia griega
reciente. En él, por primera
vez, se incluye y representa a casi
todos los estratos de la sociedad
griega. En las plazas se ha encontrado
gente de todas las edades y
convicciones ideológicas (desde
anarquistas hasta nacionalistas),
incluyendo a la clase media, que
hasta ahora parecía conservadora
y apática. De ahí su carácter masivo
y su respaldo social, que según
una encuesta alcanza al 80% de la
población.
En la manifestación más grande
del movimiento de indignados, el domingo
5 de junio, más de 500.000
personas marcharon por el centro de
Atenas. Fue la manifestación más
grande de los últimos 30 años. Otra
novedad es el carácter totalmente no
violento del movimiento, que permite
a todos los ciudadanos participar,
incluso con sus hijas e hijos, en las
manifestaciones.
Un mes de junio histórico
Pero la contribución quizás más importante
del movimiento ha sido el
proceso constituyente que ha tenido
lugar en las plazas. A través de
las asambleas populares, las comisiones
abiertas temáticas y la autogestión
de la vida cotidiana en las
plazas, se han formado nuevos espacios
y estructuras de expresión y
formación política.
Estos nuevos foros permiten a la
imaginación colectiva ir más allá de
la denuncia de las condiciones existentes
y reivindicar una sociedad
radicalmente diferente. No es casualidad
que el eslogan central de
las plazas no es un “basta ya” o “no
aguantamos más”, como los de los
sindicatos, sino el ¨¡Democracia directa
ya!¨. La dimensión horizontal
y creativa del movimiento ha inspirado
a miles de personas que no estaban
activas en cuestiones políticas
y se mostraban desilusionadas
con las estructuras políticas existentes
a participar con ánimo y convicción
en la lucha. Parece que en
las plazas nace una nueva generación
de activistas, con otra forma
de entender y hacer la política.
Rechazo a las medidas
La confluencia de esos factores sociales,
familiares e innovadores en
su rechazo a las nuevas medidas de
austeridad y privatizaciones masivas
tomó dimensiones explosivas
en junio. En la huelga general del
15 de junio, con el Parlamento bloqueado
durante al menos una hora
por una gran multitud de personas
en las calles de Atenas, el Gobierno
de Yorgos Papandreu entró en pánico
y estuvo a punto del colapso.
Los días siguientes, con una
fuerte presión del FMI, la UE y el
BCE, el Gobierno se reagrupó y llevó
a cabo una remodelación de su
gabinete, reclutando a su última
‘reserva política’, el diputado
Evangelos Venizelos, que hasta entonces
mantenía una actitud crítica
hacia la política de austeridad.
Venizelos fue nombrado ministro
de Economía. Finalmente, la nueva
oleada de recortes sociales se
votó el 29 de junio, en medio de
una huelga general de 48 horas y
una multitudinaria manifestación
frente al Parlamento griego. Sólo
gracias a una operación policial
brutal, que recuerda a la represión
ejercida durante la dictadura
(1967-74), fue posible ‘disuadir’ a
los miles de manifestantes.
Los golpes en la cabeza a los manifestantes
y los 2.680 botes químicos
que convirtieron Atenas en una
cámara de gas impidieron a la gente
llegar al Parlamento, pero no lograron
vencer a la determinación y
la solidaridad entre los manifestantes.
Después de cerca de doce horas
de ataques policiales furiosos, la
plaza Syntagma permaneció, una
vez más, en manos de la gente.
Quizá es todavía pronto para estimar
lo que significa este junio griego
para el futuro del país. De cualquier
manera, los hechos han dejado
a un Gobierno, además de a todo
el sistema político y económico, totalmente
aislado de la sociedad.
Dos diputados más del partido socialista
han abandonado el Gobierno
socialista, dejándolo en 154
votos, con una mayoría de sólo cuatro
en un Parlamento de 300 escaños.
El discurso del miedo ya es minoritario
e ineficaz, y el único argumento
que le ha quedado al
Gobierno es el de los golpes de la
policía. Por otro lado, el pueblo griego
se encuentra más organizado y
con más determinación que nunca
en la historia reciente del país. Para
las decenas de miles que se siguen
manifestando diariamente en la plaza
Syntagma, resulta evidente que
la lucha acaba de comenzar.
MÁS RECORTES PARA LOS GRIEGOS
Nuevos impuestos
Entre las nuevas medidas se ha aprobado que se
cobrarán impuestos a partir de 8.000 euros anuales
de renta (antes 12.000). Se aprueba además un nuevo impuesto, llamado
«de solidaridad», del 1% hasta el 5% para los trabajadores que ganan más
que 1.000 euros mensuales; un impuesto anual de 500 euros para los autónomos,
350.000 ciudadanos, y un nuevo gravamen sobre la vivienda.
SOBRE LO PÚBLICO
Bajan los salarios e inversión pública
Se reducen de nuevo los salarios a los empleados
públicos de nivel 3. También se producirán
recortes importantes en la inversión y el gasto público, incluso en las áreas
de sanidad y educación pública. Además, el Gobierno asume el compromiso
de reducir el número de empleados públicos, hasta 150.000 puestos de trabajo
en los próximos años, incluidos despidos directos.
PLAN MASIVO DE PRIVATIZACIONES
Venta de infraestructuras públicas
Privatización de todas las empresas que siguen
bajo control público, entre ellas las de energía,
agua, minería, etc. Venta de puertos, aeropuertos y carreteras a inversores
privados. Venta de la propiedades inmuebles del Estado, incluyendo grandes
terrenos. Se vende también el derecho de explotación minera, incluso la de
los recursos que todavía no se hayan descubierto, a inversores privados.
comentarios
6