HONDURAS // ¿PARTICIPÓ EE UU EN EL GOLPE DEL 28-J?
Golpe de Estado en el patio trasero de Estados Unidos

¿Conocía Obama que se iba a producir un golpe de Estado? La teoría de la implicación de EE UU, o por lo menos de sus sectores más conservadores, gana peso.

21/07/09 · 2:23
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A pesar de que Honduras pueda parecer
un país insignificante, con apenas
7,5 millones de habitantes, el
60% de ellos en situación de pobreza
y una de las tasas de asesinatos más
altas del planeta, continúa siendo un
territorio de importancia geopolítica
para Estados Unidos.

Según César Lazo, secretario general
de la Unión de Escritores y Artistas
de Honduras
(UAEH), “los que
piensan que el golpe de Estado en
Honduras es el resultado de una simple
pugna de poder entre grupos de
la oligarquía nacional tienen un análisis
de enfoque reduccionista”. Y
añade: “La intervención norteamericana
en Honduras es parte del plan
que conspira contra el ALBA con el
fin de parar los cambios redentores
de nuestros pueblos”.

Aunque hay diferentes hipótesis
sobre el golpe, entre investigadores y
analistas destacan las que tienen que
ver con la participación de EE UU.
Según Manuel Freitas, especialista
en inteligencia estratégica, “hay dos
lecturas que se hacen del objetivo
golpista: una, que fue una maniobra
interna de los halcones conservadores
contra Obama utilizando Honduras
como teatro de operaciones; la
otra, que se trató de una operación
de doble cara orientada a posicionar
la estrategia Obama en la región,
principalmente en relación con los
presidentes izquierdistas que conforman
el ALBA”.

De igual manera opinan los principales
sectores movilizados en el
interior de Honduras. Juan Barahona,
uno de los dirigentes del Bloque
Popular en Honduras, nos indica
que “parece impensable que el golpe
de Honduras se haya dado sin
apoyo desde Estados Unidos, y más
impensable es que sin tal apoyo hayan
resistido a la unánime presión
internacional y a la presión del pueblo
de Honduras, la cual está paralizando
el país”.

En contraposición con otros golpes
en la región, la reacción de la comunidad
internacional fue inmediata.
En apenas 24 horas respondieron
presidentes y cancilleres de 34
países latinoamericanos. Inmediatamente,
estos países fueron respaldados
por los 192 de la ONU. En un
hecho sin precedentes, todos los
Gobiernos del planeta condenaron
el golpe y exigieron la restitución
del presidente legítimo.

En los pasillos de la OEA y la Casa
Blanca era fácil escuchar conversaciones
que indicaban que si era verdad
que el presidente Obama no había
estado al tanto del golpe, además
de una insubordinación militar y golpe
en Honduras, se produjo también
una insubordinación o una forma de
golpe de Estado en EE UU contra el
presidente Obama, protagonizado
por sectores ultraconservadores del
Pentágono y del Departamento de
Estado con objetivo de boicotear –a
través de Honduras–, sus políticas de
acercamiento con Chávez, Cuba y
los presidentes del ALBA.

¿Y los intereses de EE UU?

Aunque Honduras fue definida como
República Bananera dado el control
absoluto que ejerció la United
Fruit Company sobre el país, en estos
momentos los intereses económicos
norteamericanos se basan en las
maquilas y en 150 transnacionales
que tienen inversiones directas de
más de 968 millones de dólares.

En el ámbito militar, destaca la base
militar de José Soto Cano, una de
las tres bases subordinadas al
Comando Sur norteamericano, donde
se ubica la fuerza de tarea conjunta
‘BRAVO’, conformada por efectivos
del Ejército, fuerza aérea, de seguridad
y el 1º Batallón Regimiento
Nº 228 de la aviación de Estados
Unidos. La base cuenta con 600 efectivos
militares estadounidenses, 18
aviones de combate HU-60, Black
Hawk y CH-47 Chinook. El 31 de mayo
del año pasado, el presidente
Zelaya anunció que sería utilizada
para vuelos comerciales y se inició la
construcción de una terminal civil financiada
con fondos del ALBA.

De igual manera, en el contexto
del ALBA se conversaba sobre la
reserva petrolera del Río Patuka,
misma zona que el anterior Gobierno
hondureño, presidido por
Ricardo Maduro, había ofrecido a
EE UU para construir otra base militar
en la región de Mosquitia.

Zelaya había tenido ya notables diferencias
con el Gobierno norteamericano.
En diciembre de 2008 envió
una carta personal a Barack Obama
pidiendo al nuevo Gobierno estadounidense
que respete el principio de
no intervención, acusándolo a su vez
de utilizar las visas de entrada en EE
UU como “mecanismos de presión”,
además de rechazar las declaraciones
“inapropiadas” de sus embajadores
en Latinoamérica. Zelaya indicaba
textualmente en esa misiva: “La
legítima lucha contra el narcotráfico
u otras nuevas amenazas no deben
ser utilizadas como excusa para llevar
a cabo actividades de injerencia
en los demás países”. Zelaya también
señalaba “la urgente necesidad de
revisar y transformar la estructura
de la ONU”, a la vez que recomendaba
el diálogo para solucionar las diferencias
con Venezuela y Bolivia.

El portavoz de la Casa Blanca,
Robert Gibbs, dijo que la manera de
EE UU es trabajar con sus socios
para que se restablezca el orden democrático
y, poco después, Hillary
Clinton posicionaba al presidente
costarricense Óscar Arias como mediador
en el conflicto.

Al mismo tiempo que la Secretaría
de Estado norteamericana indica que
no va a suspender la ayuda económica
a Honduras, que incluye partidas
para la financiación operativa de las
Fuerzas Armadas, la policía y los servicios
de inteligencia hondureños, se
busca por todos los medios que sea
un país aliado, como Costa Rica
quien dé la solución del conflicto, lo
que conllevaría la renuncia de los posicionamientos
más radicales en materia
de soberanía y democracia participativa
por parte de Zelaya, y además
evitaría que fuese el ALBA quien
pudiera capitalizar el triunfo de la
democracia en América Latina.


MANUEL ZELAYA, DE HIJO DE TERRATENIENTE A LÍDER POPULAR

Manuel ‘Mel’ Zelaya, hijo de terratenientes,
antes de dedicarse a la
política, desarrolló negocios forestales
y ganaderos. En 1987 fue
nombrado directivo del Consejo
Hondureño de la Empresa Privada
y presidente de la asociación gremial
de los madereros. Ingresó en
1970 en el Partido Liberal
Hondureño siendo diputado en varias
ocasiones y desde donde desarrolló
cargos públicos. En 2006,
tomó posesión como presidente
de Honduras. Durante la campaña
se presentó como un honrado
hombre de campo, de palabra directa
y franca, desligado de la clase
política, creyente, y con mano
firme para combatir la corrupción.

Como mandatario apoyó el Tratado
de Libre Comercio (TLC) entre
República Dominicana, Centroamérica
y EE UU (CAFTA), en
medio de fuertes movilizaciones
populares en contra. A pesar de
ello, se acercó al Gobierno de
Chávez e introdujo a Honduras
en Petrocaribe, alianza en materia
petrolera signada por varios
países caribeños para adquirir
combustible venezolano en condiciones
de financiamiento preferencial,
pagando el 50% en un
plazo de 90 días y el resto en 25
años, con un interés del 1%.

Con el tiempo, su discurso evolucionó
hacia el liberalismo socialista,
la crítica al intervencionismo
de los EE UU, el apoyo a
Cuba y las invocaciones a Dios.

Ante un país extremadamente
pobre, Mel corona su conversión
ideológica incorporándose al
ALBA. Durante los primeros 32
meses de gobierno, Zelaya
enfrentó 722 conflictos sociales
de diversa magnitud, incluidos
paros cívicos. Definido por la oligarquía
como “un traidor a su
clase”, Zelaya termina de colmar
las iras de los poderes fácticos
de su país, elevando el salario
mínimo y estableciendo una consulta
popular no vinculante que
tenía como finalidad saber si la
ciudadanía estaba de acuerdo en
que en los próximos comicios se
colocase una cuarta urna para
votar un referéndum y dar paso a
un proceso constituyente.


El embajador Hugo Llorens

Hugo Llorens, de origen
cubano, fue asignado
embajador de
EE UU en Tegucigalpa
en abril de 2008 por
la administración
Bush. De 2002 a
2003, años del golpe
de Estado y golpe
petrolero en Venezuela,
Llorens fue director
de Asuntos Andinos
del Consejo Nacional
de Seguridad en
Washington, siendo el
principal asesor de
Bush en temas relacionados
con Colombia,
Venezuela, Bolivia,
Perú y Ecuador.

Con anterioridad, este
diplomático ejerció
funciones ya en Honduras,
Bolivia, Paraguay,
Filipinas y en El
Salvador, donde fue
Coordinador de Asuntos
Narcóticos.
Llorens admitió que
en la noche del 21 de
junio, seis días antes
del golpe, participó en
reuniones donde se
discutieron planes de
golpe antes del
secuestro del presidente
Zelaya. Este
diplomático que antes
de su carrera en el
Servicio Exterior fue
adjunto a la División
Internacional del
Chase Manhattan
Bank en Nueva York,
ha sido un estrecho
colaborador de Otto
Reich, Roger Noriega
y Elliot Abrams (halcones
del Gobierno
Bush), y prometía a
su llegada a Centroamérica:
“…profundizaré
el comercio recíproco
y los flujos de
inversión (norteamericanos),
derivados del
TLC para Centroamérica
y República Dominicana
(CAFTA-DR)”.

Roberto Micheletti

Roberto Micheletti (en
la actualidad, popularmente
conocido en
Honduras por Goriletti),
presidente golpista,
estudió Comercio
en los EE UU para
luego dedicarse a los
negocios en el sector
transporte. Fue soldado
de la guardia de
honor presidencial de
Villeda Morales a principios
de los ‘60 y es
conocido por representar
al sector más
reaccionario de su
partido. Aspiró en primarias
a ser el presidenciable
del Partido
Liberal de Honduras
para las elecciones de
noviembre, pero conocido
por su autoritarismo,
sed de poder e
ignorancia se vio
derrotado por Elvin
Ernesto Santos (vicepresidente
de Zelaya).

Fue nombrado en la
era Zelaya presidente
del Congreso Nacional,
cargo que ejerció
hasta el golpe de Estado
del 28 de junio.
Comenzó su carrera
política local en los
‘80 como presidente
del Consejo Local del
Yoro, donde siempre
se hizo elegir diputado
al Congreso Nacional.
Aparece en una lista
de narcotraficantes
redactada en una
fecha no precisada
por un alto oficial del
Ministerio de Defensa
y Seguridad Pública
de Honduras, que lo
relaciona con el Cartel
de Cali.

Billy Joya, escuadrón de la muerte

Billy Joya Améndola
fue nombrado por
Micheletti como
ministro asesor. En
los ‘80 era uno de los
principales dirigentes
del Batallón de Inteligencia
3-16, responsables
del secuestro
y desaparición de
cerca de 400 opositores
políticos, y fundador
de los escuadrones
de la muerte
‘Lince’ y ‘Cobra’. Ha
sido uno de los destacados
violadores de
derechos humanos
en Honduras, y se le
acusó de al menos
once ejecuciones
directas bajo el pseudónimo
de ‘Doctor
Arranzola’. También
fue responsabilizado
del secuestro y tortura
de seis estudiantes,
aun hoy cuatro
de ellos están desaparecidos
desde
principios de los ‘80.

Trabajó en Argentina
a las órdenes de uno
de los principales
represores, Guillermo
Suárez Mason, entre
cuyas actividades
destacan el secuestro
de niños durante los
últimos años de la
dictadura.
El Gobierno español
solicitó la extradición
de Joya sucesivas
veces desde 1985,
aunque fueron paralizadas
por el sistema
judicial hondureño,
impidiendo su detención
por la Interpol. En
1995 se emitió una
orden de captura contra
él, refugiándose
curiosamente en España
hasta 1998, cuando
fue expulsado.

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