LA UTILIZACIÓN DE LA GEOPOLÍTICA ENERGÉTICA
El gas y el nuevo protagonismo ruso

Con la ayuda de las reservas de gas más importantes del mundo y una
creciente red de gaseoductos, Rusia comienza a recuperar su posición de
potencia mundial perdida tras la disolución de la Unión Soviética.

21/12/06 · 0:00
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SIMPATÍA. Vladimir Putin y Condoleezza Rice en una reunión.

Los movimientos en la escena
internacional, sobre
todo las maniobras que
Occidente está desarrollando
en el llamado espacio postsoviético
han llevado también al
Kremlin a redefinir su política,
mostrando su disposición y capacidad
para maniobrar en esos estados
al tiempo que manifiesta su
rechazo a la nueva integración de
sus antiguos aliados en el llamado
eje euroatlántico.

Para algunos, los movimientos
de Rusia en torno a aspectos
energéticos se interpretan como
“el uso agresivo de los recursos
energéticos”, como un arma que
puede protagonizar las relaciones
de Moscú con Europa, pero
también con los países que conforman
ese espacio postsoviético,
y con el resto del mundo.
Moscú juega sus cartas energéticas
y mientras que maniobra en
su entorno con su capacidad productiva,
por otra parte abre un
abanico de colaboraciones con
otros países productores de gas o
petróleo. Así ha vendido reactores
nucleares a Irán, armamento
militar a Venezuela, y también ha
logrado un convenio sobre el gas
natural con Argelia.

La nueva situación generada ha
traído consigo también una nueva
coyuntura internacional que en
cierta medida puede jugar a favor
de los intereses de Rusia en la nueva
escena mundial. Según Ivan
Krastev, “en primer lugar el incremento
de los precios energéticos,
sobre todo del petróleo, le puede
permitir recuperar un importante
rol internacional como superpotencia
energética. En segundo lugar,
la crisis interna de la Unión
Europea ha frenado las expectativas
de incorporación de países como
Ucrania, Georgia, Moldavia o
Bielorrusia, y finalmente los acontecimientos
de las revoluciones de
colores han sido una especie de
11-S de cara a la política exterior
rusa, que le lleva a buscar relaciones
bilaterales con los distintos estados
de la UE”.

Rusia hace tiempo que se ha
convencido de la importancia de
la energía a la hora de reclamar y
abordar su papel de potencia
mundial. Ésta va a ser una de las
cartas que le puede permitir a
Putin asentar su política exterior
con mayor firmeza, al tiempo que
recupera para su país el estatus de
potencia mundial. En los últimos
meses, desde el Kremlin se han
puesto en marcha toda una serie
de medidas para asentar ese rumbo
geopolítico.

Los proyectos para tejer una
nueva red de oleoductos y gaseoductos
tienen ese componente estratégico,
vital para que Rusia
pueda sortear contratiempos como
el actual, donde Ucrania le
amenaza con sustraerle el gas que
circula por los gaseoductos en su
país. El desarrollo del puerto de
Primorsok en el mar Báltico,
conocido como el Sistema de
Oleoductos del Báltico (BPS), le
permitirá a Moscú que sus exportaciones
no dependan tanto de las
voluntades de Letonia, Lituania o
Polonia. Además, la construcción
del gaseoducto bajo el mar Báltico
sorteará el territorio polaco y
ucraniano, dejando a estos Estados
sin poder influir en las exportaciones
rusas. Por su parte, el
oleoducto siberiano, cuya primera
fase la puso en marcha en abril
pasado Putin, unirá la región siberiana
de Irkutsk con la costa
rusa del Pacífico, lo que permitirá
a Rusia exportar mayores cantidades
de crudo hacia Asia
(China, Japón y las dos Coreas
son los principales destinatarios).
También cerca de la frontera china
pretende Moscú construir una
importante refinería con el mismo
sentido. Finalmente, el proyecto
del mar de Barent o el recién
inaugurado gaseoducto Blue
Stream que une Rusia con Turquía
y cuenta además con la participación
de Italia, unido al mensaje
de Putin anunciando que las
exportaciones energéticas de Rusia
hacia Asia se multiplicarán
por diez en la próxima década,
son algunas muestras de esa política
que impulsa Moscú.

Junto a ello conviene resaltar
también la ley sobre los recursos
naturales que próximamente
aprobará la Duma, y por la que se
prohíbe que compañías extranjeras
puedan explotar los recursos
minerales o los oleoductos rusos.
Ello unido al carácter estratégico
que está adquiriendo la empresa
Gazprom, y a la renacionalización
de más de un tercio de las anteriormente
privatizadas empresas
energéticas, permite lograr una
mejor visión del devenir de la geopolítica
energética rusa.

Rusia lleva camino de volver a
ser una importante potencia
mundial, si no lo es ya. En términos
energéticos nadie puede poner
en duda dicha afirmación.
Su enorme territorio, sus importantes
fuentes energéticas y naturales,
y el hecho de ser el país
con la mayor reserva de gas natural
del mundo le permiten reclamar
esa posición.

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