Tras la trayectoria independentista de los tuareg, Francia lanza la operación militar Serval en su antigua colonia. Se desplegarán 2.500 soldados franceses.

En enero de 2012, los tuareg lanzaron su última rebelión contra el Gobierno central de Mali, reivindicando la independencia de Azawad, tierra de los tuareg.
Este país cuenta con 14 millones y medio de habitantes y ha sufrido desde su descolonización las aspiraciones independentistas de los árabes tuareg, que siempre se han visto desatendidos por el Gobierno, centrado en el sur, donde se sitúan la capital, Bamako, y la mayoría de la población. Los independentistas tuareg aceptaron el apoyo de los islamistas radicales de Ansar Dine en su lucha por controlar el norte. Con la experiencia y la fuerza de los islamistas, la toma de control de las principales ciudades norteñas fue tarea fácil.
Desde entonces, abril de 2012, la población civil y laica de esa zona sufre la implantación de una ley islámica radical, rechazada por la mayoría de los musulmanes. Los propios tuareg agrupados bajo las siglas de MNLA, Movimiento Nacional para la Liberación de Azawad, han sido expulsados de la zona por los islamistas y se han refugiado en Burkina Faso y Mauritania. En marzo, un grupo de militares dirigidos por un joven capitán, Amadou Sanogo, dio un golpe de Estado para reivindicar acciones más decisivas contra la rebelión tuareg del norte, y medios a disposición del Ejército, para poder hacer frente a los rebeldes.
Algunos expertos, como Gregory Mann, historiador especializado en el África occidental francófona y profesor asociado de la Universidad de Columbia, lamentan la aparente falta de interés por solucionar esta crisis tanto de los países de la región como por parte de Europa, a juzgar por los mediadores nombrados para liderar la solución diplomática: Romano Prodi en Europa, que desconoce totalmente la realidad de la zona, y Blaise Compaoré, presidente de Burkina Faso, en la región, un hombre del que desde el principio los malienses no han esperado nada, porque no creen que tenga interés en solucionar la actual crisis de Mali.
La toma de Konna
En este marco, una coalición formada por Ansar Dine, Movimiento por la Unidad y la Yihad en África Occidental (MUJAO), rama escindida de Al Qaeda, y Al Qaeda en el Magreb Islámico, tomaron el control de la ciudad de Konna, unos 700 kilómetros al nordeste de Bamako, el pasado 10 de enero. Los yihadistas anunciaron su intención de avanzar hacia la ciudad de Sévaré, a 56 kilómetros de Konna. Su objetivo era el aeropuerto de Mopti, pista estratégica en el centro de Mali. El presidente interino, Dioncounda Traoré, lanzó una llamada de socorro a la comunidad internacional, a Francia en particular. La noche del 10 al 11 el Gobierno de Francia lanzó su intervención militar. Los soldados franceses llegaron desde sus bases en Burkina, desde la operación Unicornio de Costa de Marfil y desde otras misiones en la región.
Se desplegaron 1.400 soldados franceses, y está previsto que esa cifra aumente a 2.500. Los expertos recuerdan que esta operación no solucionará los problemas estructurales del país, mientras que los franceses afirman haber descubierto con sorpresa que los islamistas son mucho más fuertes de lo que esperaban, están bien armados, bien entrenados y tienen experiencia.
Respecto a esto, además de la conocida propagación por la región de las armas del derrocado régimen de Gadafi en Libia, algunos analistas recuerdan que Estados Unidos, con su Operación Flintlock, ha estado formando y armando a soldados, no sólo de Mali, sino de toda la región del Sáhara Mali, Argelia, Chad, Mauritania, Níger, Senegal, Túnez, Burkina Faso, Marruecos, Nigeria y ahora Libia, para combatir la militancia islámica, desde 2006. Sin embargo, todos apuntan a los recursos naturales de la excolonia francesa, rica en uranio, que Francia necesita para su industria nuclear.
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