Escritor y filósofo, Alba Rico
analiza la realidad que se
esconde tras el anuncio de
retirada de las tropas de
Iraq, donde permanecerán
50.000 soldados.
Una de las cosas que más
indignaban a Chesterton
de las canciones imperialistas
de su época era
que, mientras la más oscura noche
se cernía sobre el terreno y todos
parecían dedicados más a apagar
luces que a encenderlas, sus letras
insistían en hablar pomposa y
triunfalmente del "amanecer" y,
aún más, de un “nuevo amanecer”.
¿Nuevo Amanecer? Así se llaman
muchas empresas funerarias y algunos
grupos evangelistas hambrientos
de apocalípsis. Y según el
himno fascista más conocido en
nuestro país, cuando la sombra espesa
de la dictadura nublaba nuestros
cielos y fusilaba, hacía desaparecer
o encarcelaba a cientos de miles
de españoles, “en España empezaba
a amanecer”.
Prolongar la ocupación
’Nuevo amanecer’ es justamente el
nombre que Obama ha escogido para
bautizar la permanencia de
50.000 soldados estadounidenses en
Iraq tras el anuncio, el pasado 1 de
septiembre, del fin de las “misiones
de combate”.
Antes hubo otras iniciativas:
‘Conmoción y pavor’ para desencadenar
la invasión, ‘Libertad duradera’
para prolongar el suplicio
e, incluso dentro de ella, la operación
‘Adam Smith’ para enseñar a
los supervivientes a contar a los
muertos. Puede que se trate de
una casualidad, pero a medida que
mejoraban los nombres empeoraba
la situación. ‘Conmoción y pavor’
destruyó palacios, casas,
puentes, mercados y centrales
eléctricas y mató a algunos miles
de personas. ‘Libertad duradera’
aumentó el número de víctimas a
un millón, encarceló y torturó a
30.000 personas, desplazó a cuatro
millones de iraquíes lejos de
sus casas y dejó sin padres a la mitad
de la población infantil. La
suboperación ‘Adam Smith’, por
su parte, en los peores meses de
2006 educó a los sectarios en el li-
bre degüello, excitando el paroxismo
de los escuadrones de la muerte,
que sólo en abril de ese año
arrojaron mil cadáveres, previamente
torturados, en la morgue de
Bagdad.
Así las cosas, pendiente abajo y
con un nombre tan bonito y optimista,
¿qué nuevos dolores nos
traerá el ‘Nuevo amanecer’? El
anuncio de Obama, marcadamente
electoralista, induce la ilusión
de que la ocupación de Iraq es ya
un acontecimiento tan lejano como
las conquistas de Hulagu.
La historia sigue. Pero la historia
queda; y todos estamos atrapados
en ella. Siete años y medio después,
el patadón de EE UU y sus
aliados –España entre ellos– no ha
dado más democracia a Iraq de la
que tenía bajo Saddam Hussein,
pero a cambio ha dejado un país
mucho más pobre, inseguro, peligroso
y retrógrado.
La ocupación sigue siendo el presente
de Iraq, pero anuncia también,
si no lo evitamos, el futuro del
mundo –grandes negocios, grandes
ruinas– que empezó ya antes
de ayer.
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