MÉRIDA // 3.000 PERSONAS DICEN 'NO' A LOS PLANES INDUSTRIALES DE IBARRA
Extremadura: los motivos de una rebelión ecologista

El 8 de julio, Mérida volvía a decir ‘no’ al proyecto
de una refinería de petróleo en la zona
agrícola de Tierra de Barros. 3.000 personas
reclamaron el uso de energías renovables, así
como la paralización de las centrales térmicas
y el cierre de la central nuclear de Almaraz.
Tres casos que, para los afectados, evidencian
el plan de Ibarra: industrias a cualquier precio.

15/10/06 · 16:14
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CONTRA LA CONTAMINACIÓN. Paso de la manifestación por el puente Lusitania de Mérida. 3.000 personas piden el cierre de la
central nuclear de Almaraz y se oponen a la instalación de centrales térmicas y una refinería de petróleo en Extremadura. // Plataforma Refinería No

Alfonso Gallardo es amigo de los
grandes gestos. A principios de julio,
el mayor empresario extremeño
dejaba atónitos a los periodistas
en una entrevista concedida al diario
Expansión. “Hasta mi anillo de
boda estoy dispuesto a empeñar para
sacar adelante este proyecto”, dijo
quitándose la alianza. “Me voy a
dejar la sangre para que salga adelante
la refinería”, aseguró. Y remataba:
“Nunca haría nada que perjudicara
a Extremadura. Jamás”.

A pesar de su vehemencia, las palabras
del promotor de la refinería
de petróleo en Tierra de Barros no
convencen a miles de extremeños.
Entre ellos, la sensación es otra: la
de estar siendo insultados. “Lo más
grave es la falta de respeto a la dignidad
de los ciudadanos. Nos mienten
con un descaro absoluto”, denuncia
Reyes González, portavoz
de la Plataforma ciudadana Refinería
No. “ Y por eso protestamos,
para que no nos engañen”.

Así ocurrió de nuevo el pasado 8
de julio en Mérida. Bajo un sol de
40 grados, 3.000 personas volvían a
manifestarse para decir ‘no’ a la
contaminación en Extremadura.
Esta vez el grito ya no se dirige sólo
contra la refinería. La protesta reunía
a miembros de otras dos plataformas:
contra la instalación de cinco
centrales térmicas entre Alange
y Mérida, y por el cierre de la central
nuclear de Almaraz.

No son protestas aisladas. Dos
semanas antes, 600 tractores tomaban
la capital extremeña. Y en Cáceres,
dos meses atrás, 5.000 personas
marchaban al grito de ‘refinería
no’. En poco tiempo, la rebelión
contra las industrias contaminantes
ha dejado sentirse en toda la región,
rompiendo la imagen de apatía
que durante años ha lastrado a
la sociedad civil extremeña.

Industrializar a toda costa

Para las plataformas, las movilizaciones
suponen una respuesta lógica
a la deriva que ha tomado la política
industrial de la Junta de
Extremadura. Según señala Reyes
González: “Se pretende cambiar todo
el modelo de desarrollo extremeño.
El objetivo es una industrialización
bestial al precio que sea. Y
van a destrozar todo el tejido social
y económico anterior”.

Esa industrialización arrancó hace
diez años. En 1996, el magnate
Alfonso Gallardo levantaba en
Jerez de los Caballeros su fábrica
siderúrgica. Una empresa que, junto
a las denuncias de grupos ecologistas,
suma un oscuro pasado en
el trato a sus empleados. Entre 1999
y 2001 fallecían cuatro de sus trabajadores,
ha recibido demandas
de discriminación al tener sólo cuatro
empleadas y en 2002 fue noticia
su decisión de declarar el cierre patronal
para romper una huelga.
Ya en 2005, Alfonso Gallardo
abría su fábrica de cemento en Alconera
(Badajoz). Y según recuerda
Reyes González, las promesas
que se hicieron entonces poco se
diferencian de las que se hacen hoy
con la refinería. Esta vez, el presidente
extremeño, Rodríguez Ibarra,
ha anunciado que la planta petroquímica
dará empleo a 3.000
personas; pero Reyes González
desconfía: “de la cementera se dijo
lo mismo, que crearía miles de empleos:
y sólo tiene 94 empleados”.

A juicio del portavoz, “la plataforma
lo que hace es informar, que
es lo único necesario para entender
lo que está pasando”. Por ejemplo,
indica, Alfonso Gallardo recibe el
74% de subvenciones de la Junta a
pequeñas y medianas empresas.
Otro dato: según informes ambientales,
las emisiones de la refinería
afectarían a un perímetro cercano
de 50 kilómetros, lo que supone una
ruina para los viñedos de la zona.

En Almaraz, a su vez, no dejó de
causar sorpresa que se prolongase
diez años el permiso para la central
nuclear. Y una sorpresa semejante
se dio con las centrales térmicas.
En noviembre de 2005 la plataforma
‘Térmicas No’ detectaba fallos
en el informe medioambiental del
proyecto. Las térmicas, se advirtió,
podrían tener graves consecuencias
en la calidad del agua y el aire;
algo quizás irreversible en una localidad,
Alange, famosa por su manantial
medicinal.

Todo ello, se denuncia, contrasta
con el programa electoral del PSOE
extremeño, que en su 9º congreso
expresaba, no sin cierto lirismo, la
necesidad de “sustituir energías
manchadas (...) por energías limpias
que nacen del viento y del sol”.

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