ENTREVISTA // PATRICK BOND, DIRECTOR DEL CENTRO PARA LA SOCIEDAD CIVIL DE LA UNIVERSIDAD KWAZULU-NATAL DE DURB
“Existe un Occupy the Climate”

La creación de una renta básica como salida a la lógica de crecimiento que causa el cambio climático es la principal propuesta de este activista por el clima y profesor universitario sudafricano.

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14/12/11 · 8:00
Texto de Emanuele Leonardi
 
OCCUPY CLIMATE. Los activistas por la justicia climática se han hecho notar en la cumbre / Friends of the Earth International

Para Patrick Bond, director del Centro para la Sociedad Civil de la universidad KwaZulu-Natal, "se ha pasado de una resistencia de microcosmos a una ecología política de altas miras, que pretende transformar las relaciones sociales en su conjunto. Podríamos denominarla Occupy the Climate”. Lo encontramos después de una conferencia en el marco de la semana de la energía sucia de Durban.

DIAGONAL: ¿Qué peso tienen las relaciones entre el mundo de las finanzas y los Estados en la lucha contra el cambio climático?

PATRICK BOND: La cuestión de la convergencia entre poder político y financiero resulta crucial para comprender la evolución de las negociaciones sobre el clima. En 1997, año de redacción del Protocolo de Kioto, el vicepresidente estadounidense Al Gore logró incluir el comercio de emisiones de carbono [carbon trading] en el texto final, aduciendo que dicho mecanismo produciría una redistribución equitativa y equilibrada de las cuotas de contaminación. ¿Cómo funciona realmente el carbon trading? Es muy sencillo: los países del Norte que quieren seguir contaminando ponen en marcha un proceso de privatización del aire que les permite adquirir permisos de emisión procedentes de países del Sur, a los cuales, de momento, no se les ha impuesto ningún límite de emisiones.
Pero, en la medida en que los mercados de carbono no han funcionado en EE UU, este proceso de financiarización del cambio climático aún está en desarrollo y su final no parece cercano. Hay razones para esto: si juntas el poder político acumulado en Wall Street, la City londinense y el Banco Central Europeo con la financiarización de los dirigentes institucionales, se entiende perfectamente por qué la cumbre de Durban presenta peculiaridades. Sus propuestas giran en torno a la esperanza (vana) de que los mercados de carbono puedan resolver la crisis climática.

D.: El movimiento por la justicia climática acaba de incluir en su lista de objetivos prioritarios la “renta básica verde”. ¿Por qué?

P.B.: Puesto que la deuda ecológica debe ser pagada por el Norte al Sur y puesto que es necesario reclamar un millón de puestos de trabajo en cuestiones climáticas sólo en Sudáfrica, pero lo mismo podría aplicarse a cada país, de todo esto se deduce la necesidad de enmarcar el problema en términos de una “transición justa”. Una parte crucial de esta estrategia –defendida por los sindicatos radicales que luchan contra la precariedad laboral, pero también contra las condiciones de extrema pobreza que están aumentando dramáticamente en todas partes– consiste en la renta básica.

D.: ¿Piensas que la oposición entre Estado y mercado representa una clave de lectura válida para comprender cómo se desarrolla la ecología política?

P.B.: Ese es un buen planteamiento del problema, pues la mayor parte de los sujetos que deberían ser nuestros aliados (sindicatos, comunidades locales, conservacionistas) aún no han abrazado la causa de la justicia climática, primero porque no hemos logrado expresar de forma precisa y clara nuestras reivindicaciones. Tenemos grandes carencias, especialmente en el análisis de la futura regulación estatal y de cómo podrían funcionar los mercados. Son cuestiones complejas.

D.: ¿Cómo se aplica esto en una ciudad como Durban?

P.B.: Creo que tenemos que afrontar cinco áreas cruciales, dentro de las cuales se va a jugar la partida de la toma de conciencia climática y de las políticas de mitigación y de adaptación. En primer lugar, la electricidad. Desde el movimiento por la justicia climática aún no hemos sido capaces de crear discurso y mostrar cómo los beneficios de las grandes corporaciones proceden tanto del ingente consumo de carbón como de la rebaja de precios que se les concede.
En segundo lugar está el problema del agua. La lucha por el derecho básico de acceso al agua pasa por la integración de los sistemas hidrológicos y por la desmercantilización de su gestión.
En tercer lugar está la xenofobia. Se trata de una plaga. Los pobres temen que los que están aún peor (los inmigrantes) les “roben” el trabajo. Pero, entre otras cosas, Sudáfrica es responsable de una gran parte de los daños medioambientales en este continente.
En tercer lugar están los combustibles fósiles. Aunque en Sudáfrica el problema principal tiene que ver con el carbón, la cuestión del petróleo también empieza a preocupar aquí; en el mismo South Durban se está poniendo a punto toda una serie de prospecciones de gas.
Por último está el problema del paro, muy relacionado con el punto anterior. La tasa de desempleo en Sudáfrica alcanza unas cotas dramáticas y en el movimiento por la justicia climática no podemos ignorar esta cuestión. Nos hemos planteado el objetivo de un millón de “puestos de trabajo climáticos” en el sector de las energías renovables, para persuadir a los trabajadores de que afrontar el reto del calentamiento global puede resultar mucho más ventajoso en términos laborales (aunque también y sobre todo, en términos de salud) que el statu quo industrial.

*Texto traducido por [Aeiou Traductores->http://www.aeiou-traductores.com/]

Tags relacionados: Energías renovables Ecología
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