En el ojo de la tormenta financiera se encuentran las comunidades raciales minoritarias, que se enfrentan a una marea de desahucios que amenaza con destruir el precario equilibrio económico que adquirieron en los años ‘90.
Durante el boom inmobiliario de
los años ‘90 en los EE UU, al menos
un 50% de las nuevas compras
realizadas se atribuyó a comunidades
históricamente marginadas en
lo económico, que por primera vez
pudieron adquirir viviendas en propiedad
a través de una nueva modalidad
hipotecaria conocida como
subprime. Se trataba de productos
diseñados para cubrir la demanda
de aquellos que eran rechazados
por las instituciones corrientes de
crédito por tener perfiles económicos
dudosos. Lejos de ofrecer facilidades
de pago acordes con esta
situación de debilidad, se establecen
altos intereses que varían con
la coyuntura, así como penalizaciones
y extras que hacen aún más difíciles
de afrontar los pagos en momentos
de crisis, multiplicando el
riesgo de ruina.
Aunque siempre ha existido una
tasa elevada de abandonos y desahucios
asociada a este tipo de
productos respecto de las hipotecas
de uso común, durante el pasado
mes de agosto las ejecuciones
hipotecarias (desposesión de
un inmueble o producto por falta
de pago) se disparaban hasta un
115% con respecto al año anterior,
cuando la crisis aún no había cuajado.
En el estado de Nevada, a día
de hoy, una de cada 165 viviendas
está siendo desahuciada y reposeída
por la institución que prestó el
dinero a su comprador.
Teniendo en cuenta que aproximadamente
un 55% de los prestatarios
negros o hispanos que obtuvieron
hipotecas el pasado año lo
hicieron en régimen subprime
(frente a un 17% en el caso de blancos
con los mismos ingresos) se
puede inferir una discriminación
aparente a la hora de conceder un
crédito. El diario USA Today informaba
en abril de 2007 sobre una
campaña extensiva de marketing
orientada a minorías raciales basada
en la desconfianza secular de
estas comunidades hacia bancos e
instituciones de crédito tradicionales
que habitualmente les deniegan
sus servicios. Estas empresas se
apoyarían a su vez en la complejidad
de las condiciones contractuales,
así como en la ignorancia del
cliente en asuntos financieros y en
la urgencia de conseguir un crédito.
USA Today da cuenta asimismo
de una investigación federal desarrollada
en el estado de Nueva
York que puso de manifiesto como,
en numerosas ocasiones, se utiliza
el engaño deliberado para colocar
productos de alto riesgo a individuos
que cumplirían los requisitos
necesarios para conseguir préstamos
de bajo interés.
Según Michael Hudson, profesor
de economía de la Universidad
de Missouri, el reciente hundimiento
de más de 25 entidades de
crédito subprime, sumado al endurecimiento
de las condiciones
de pago de las supervivientes, tendrá
como consecuencia directa el
empobrecimiento inmoderado de
aquellas comunidades en las que
se concentran los desahucios.
Esto traerá consigo la merma en
la recaudación de impuestos y con
ello recortes presupuestarios en
servicios e infraestructuras a medio
y largo plazo.
Según un informe publicado por
la agencia Reuters en mayo, se estima
en dos millones los niños que
se verán afectados directamente
por la crisis entre 2008 y 2009.
Desestructuración familiar, exceso
de movilidad o desnutrición serán
algunos de los efectos que sufrirán
los hijos de aquellos que han
perdido o están en trance de perder
sus hogares junto con sus ahorros
y demás propiedades. Además,
existe una amplia proporción
de la generación del baby boom
–hoy al borde de la jubilación– que
pretendía sustituir los fondos tradicionales
de pensiones con el valor
creciente de sus propiedades
inmobiliarias, que se verá desposeída
en sus años de retiro.
PARADOJAS ECONÓMICAS
Lehman Brothers recibe 11 premios el año que quiebra
Los premios de algunas de las más prestigiosas instituciones no necesariamente indican un buen estado de las finanzas. El banco de inversión Lehman B. quebró el pasado día 15, pero como recoge el blog www.juantorreslopez.com, esto no fue problema para que en este año recibiera 11 premios por su buena gestión, entre ellos, los de Euromoney o Wall Street Journal. A esto se suman también los dudosos análisis de la compañía, cuyo ejecutivo jefe, Richard Fuld, afirmaba en abril: «Lo peor ha pasado ya».
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