CAMBIO CLIMÁTICO // SIN REDUCIR EL CONSUMO ENERGÉTICO, ESPAÑA PRETENDE EMITIR MENOS CARBONO
Enterrar CO2, última receta para cumplir con el Protocolo de Kyoto

El Estado español ha puesto en marcha un proyecto de investigación para enterrar el CO2 que emana de sus 80 centrales térmicas y cumplir así sus compromisos de Kyoto sin dejar de contaminar.

03/04/08 · 0:00
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Olmo Calvo

La Unión Europea se comprometió
a reducir las emisiones de gases de
efecto invernadero en un 8% entre
2008 y 2012 para cumplir con el
Protocolo de Kyoto. Actualmente
los Estados miembros de la UE tienen
en marcha una estrategia compartida
para cumplir dichos objetivos,
principalmente en el sector de
la energía. Sin embargo, el Estado
español sigue siendo el país de la
UE que más se aleja de cumplir los
objetivos marcados desde la firma
del acuerdo. Esto se debe, en gran
medida, a las fuentes utilizadas para
la producción de energía y también
a las emisiones producidas
por el transporte, según el Informe
sobre la Situación del Cambio
Climático en España elaborado para
el Ministerio de Medio Ambiente
en noviembre de 2007.

El reto que debe afrontar el Gobierno
español para cumplir con
los compromisos de Kyoto no es
sencillo, puesto que su economía
basa la producción de electricidad
principalmente en combustibles
fósiles, primando así las centrales
térmicas sobre las fuentes renovables.
En cuanto a las emisiones
producidas por la movilidad de
personas y mercancías, es el segundo
país europeo con mayor
densidad de autovías y autopistas,
convirtiendo al transporte motorizado
en una de las principales
fuentes de emisión de gases de
efecto invernadero.
Hasta ahora las políticas ambientales
del PSOE en su lucha contra el
cambio climático no han sido suficientes
para cumplir con los objetivos
marcados por la UE, lo que ha
obligado al Gobierno central y a representantes
del sector energético a
buscar soluciones alternativas. Para
ello, se ha puesto en marcha un proyecto
de investigación para la captación
y almacenamiento del dióxido
de carbono que emana de las 80
centrales térmicas del país.

Los riesgos de enterrar CO2

El proceso por el cual se inyecta gas
a una distancia de 1 km bajo tierra
provoca una reacción con determinados
minerales del subsuelo que
solidifican el gas. El Instituto Geológico
y Minero ha presentado once
enclaves a lo largo del Estado
que cumplen las características necesarias
como potenciales sumideros
de CO2, en zonas maritimas
(plataforma continental de Cantabria,
Asturias, Vizcaya y la bahía de
Huelva) y en tierra firme (Madrid,
Palencia, Zaragoza, Teruel, Ciudad
Real y Alicante). Por el momento,
el Centro de Investigaciones Energéticas,
Medioambientales y Tecnológicas
construirá una planta experimental
en Ponferrada con un
coste de 90 millones de euros. El director
general de Medio Ambiente,
Javier García Oliva, estima que habrá
que esperar un plazo de 20 años
hasta que se ponga en práctica el
plan de los sumideros.

Esta apuesta por la lucha contra
el cambio climático no agrada a los
grupos ecologistas, que manifiestan
que este tipo de tecnologías es un
instrumento trampa para cumplir
con las emisiones establecidas por
el Protocolo de Kyoto, puesto que el
almacenamiento de CO2 bajo tierra
no supone una reducción real de
sus emisiones ni plantea ninguna
alternativa al modelo de producción
energética imperante.
La Coordinadora Ecologista de
Asturias advierte de los “graves
riesgos” que pueden entrañar los
depósitos de CO2 en el interior de
la tierra o en fondo del mar. Según
Fructuoso Pontigo, portavoz de
esta coordinadora, nadie puede
garantizar la estabilidad de estos
depósitos, ni tampoco su duración,
por lo que “no podemos hablar
de una solución definitiva.
Podría haber un movimiento sísmico
o un desprendimiento, con
el riesgo de filtrar el CO2 a las
aguas, o a la atmósfera”.

Otro tema grave es el impacto y
la agresión que suponen las obras
para el traslado del CO2, desde las
fuentes de emisión hasta los sumideros,
sumado al coste energético
asociado al traslado de este gas.
Para el portavoz ecologista “esto
es un movimiento de cara la galería,
pues en España no hay suficiente
tecnología para la puesta en
marcha del soterramiento del CO2,
ni tampoco se han hecho suficientes
estudios geológicos al respecto”.
Para el grupo ecologista, esta
técnica supone “pasar una vez
más el problema a las generaciones
futuras, y esconder la basura
debajo de la alfombra”.

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