La compra de tierras por multinacionales, fondos de inversión y países ricos a los gobiernos africanos está condenando al hambre a miles de familias.
Sin títulos de propiedad, pierden la tierra que
siempre han cultivado.
El 17 de abril se celebró el Día Internacional de las Luchas Campesinas. Ese aniversario recuerda la matanza de 19 dirigentes campesinos del Movimiento de los Sin Tierra de Brasil que en 1996 fueron masacrados por la policía en connivencia con los terratenientes de la región de Eldorado dos Carajás, en la región del Pará. Ese día 1.500 mujeres y hombres se movilizaron en la zona para exigir su derecho a la tierra.
Hoy esa lucha se extiende a
otro continente, África. El acaparamiento
de tierras por parte de
multinacionales, fondos de inversión
y países ricos que compran
inmensas extensiones de
tierra cultivable a los gobiernos
africanos, está llevando el hambre
a numerosas regiones de este
continente rico en recursos naturales.
El 15 de febrero la ONU
hizo un llamamiento para tratar
de paliar el hambre en la zona
africana de El Sahel.
Jossette Sheeran, responsable
del Programa Mundial de
Alimentos (PMA) dijo: “Esta sequía
devastadora está amenazando la
seguridad alimentaria de más de
diez millones de personas. Hoy un
millón de niños sufren desnutrición,
lo que podrá tener consecuencias
devastadoras a largo plazo”.
Al igual que en la anterior petición de
ayuda de la Agencia de la ONU para
la Agricultura y la Alimentación
(FAO), junio de 2011, para paliar la hambruna de diez millones de personas en el cuerno de África, estos
organismos evitan explicar las verdaderas
causas del hambre.
Robo de tierras fértiles
En su informe de 2010, la FAO asegura
que al menos 925 millones
sufren hambruna permanente.
Mientras, el Banco Mundial (BM)
reconoce que 47 millones de hectáreas
de tierras se han vendido en todo
el mundo, de las cuales 30 millones
corresponden a África, aunque
admite que la cifra es más elevada.
Asociaciones independientes como
Grain, organización que trabaja respaldando
la luchas campesinas a nivel
internacional, o Global Land
Project elevan las cifras. Se habla
de hasta 227 millones de hectáreas.
La mayoría de ellas han sido adquiridas
por inversores en África. A esto
habría que unir 400 nuevos
acaparamientos tierras, según informó Grain
el 26 de marzo.
La subida del precio de los alimentos,
la crisis financiera y energética
de 2008 han lanzado a fondos
de inversión, multinacionales y
países como China, India y las petromonarquías
del Golfo al acaparamiento
de tierras, en connivencia
con los gobiernos africanos, para
producir biocombustibles y alimentos
que se envían al extranjero para
garantizar la soberanía alimentaria
de estos Estados.
Uganda es uno de los países más
afectados. Situado en el centro oriental
de África, con 32 millones
de habitantes, más del 80% dependen
de la tierra. Allí las multinacionales
se han hecho con gran cantidad
de tierras para el monocultivo
de café y fruta. Mientras, la población
rural ha sido desplazada de sus
tierras. Janet Mary Akiteng Oliso es
una dirigente campesina que lucha
por la tierra y gracias al apoyo de
Veterinarios sin Fronteras ha viajado
al Estado español para denunciar
la situación que sufre su país.
DIAGONAL: ¿Cómo se defienden
contra el expolio de sus tierras?
JANET MARY AKITENG OLISO:
Nuestra lucha es para poder cultivas
nuestras tierras, nuestros alimentos
y poder comer. Hace algunos
años estábamos en campos de
refugiados y además habíamos sufrido
el robo de nuestro ganado,
nuestra fuente de subsistencia.
Ahora, estamos tratando de volver
a cultivar la tierra con nuestras propias
manos y no estamos de acuerdo
con las ayudas que nos llegan de
semillas mejoradas y transgénicas.
D.: ¿Qué multinacionales proporcionan
esas semillas?
J.M.A.O.: El presidente de Uganda,
Youweri Mouseveni tiene buenas
relaciones con las transnacionales,
entre ellas Monsanto que está introduciendo
semillas mejoradas y
transgénicas [Uganda es el laboratorio
de África, asegura Veterinarios
Sin Fronteras]. Nos dicen que
son semillas mejores y que aguantan
la sequía. Pero las plantas se pudren
y sus frutos son muy duros, no
se pueden comer.
D.:Muchos campesinas y campesinos
están perdiendo sus tierras.
J.M.A.O.: Sí. Las familias no tienen
registradas sus propiedades porque
la tierra pasa de padres a hijos, es
una costumbre. Aprovechándose de
esta circunstancia, el Gobierno vende
las tierras a las multinacionales.
Entonces, las familias de campesinos
se ven obligados a desplazarse
y son expulsadas a los suburbios de
las ciudades. Los que permanecen
en las zonas rurales están condenados
a vivir en los márgenes de los
latifundios en los bosques y montañas,
en tierras no cultivables, y se
convierten en mano de obra barata
de esas empresas, en los terrenos
que antes les pertenecían a ellos.
D.: ¿Qué multinacionales y países
se han implantado en Uganda?
J.M.A.O.: Hay empresas extranjeras
que se han ido haciendo con
grandes extensiones de tierra que
antes gestionaba la comunidad. La
mayoría de estas empresas que roban
nuestras tierras se dedican al
monocultivo de café, fruta, azúcar
de caña y té. Una de ellas es el grupo
indio Maduvane que planta caña
de azúcar, además de otra compañía
también india, Lugasi que cultiva
ese producto. Otra es la compañía
inglesa Britania que compra
nuestra fruta y envasa el zumo en
Uganda a unos precios que no podemos
pagar. También la multinacional
alemana Neumann Kaffee
Gruppese siembra grandes extensiones
de café.
D.: ¿Cómo dan a conocer a las
comunidades está situación?
J.M.A.O.: Estamos trabajando con
las comunidades, informando de lo
que está pasando. Visitando otras
regiones aún no afectadas para que
las familias empiecen a arreglar sus
papeles, porque muchas de las personas
no tienen títulos de la tierra.
Prevenimos a las comunidades para
que vayan a registrar sus tierras.
Las mujeres son las que presionan
a sus maridos para que hagan los
papeles, ellas saben que si les quitan
las tierras los niños no podrán
comer. Están destruyendo hasta los
mercados locales porque no tenemos
apenas alimentos que vender.
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