PUERTAS GIRATORIAS: UNO DE CADA CUATRO EX MINISTROS HA SIDO FICHADO COMO ALTO EJECUTIVO AL DEJAR EL GOBIERNO
Empresa española busca político con contactos

Ni varios másteres ni fluidez
en los idiomas, el perfil más
demandado para puestos
directivos es el del político
con una valiosa agenda. De
los 89 ex ministros desde la
UCD, la cuarta parte dio el
salto a la empresa.

15/05/08 · 0:00
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Taguas y Zaplana han sido los últimos
ejemplos. A finales de abril, las
grandes constructoras elegían a David
Taguas, ex director de la oficina
económica de Moncloa como presidente
de su lobby del ladrillo. Casi al
mismo tiempo, Eduardo Zaplana fichaba
como delegado en Europa del
Grupo Telefónica. La empresa ha señalado
que la función de su fichaje
será representar a la compañía ante
gobiernos, autoridades y otras compañías
europeas algo que se antoja
difícil, ya que, pese a su desparpajo,
el ex portavoz popular no habla inglés,
y menos aún francés o alemán.
No importa demasiado. Para acceder
a los altos cargos de algunas
compañías españolas (Sogecable, La
Caixa o Telefónica) los departamentos
de recursos humanos no valoran
tanto las titulaciones, o la experiencia
profesional como otros puntos en
el currículum: una voluminosa agenda
de contactos y acceso a información
confidencial. En este sentido, el
caso de David Taguas es digno de estudio.

Hasta hace menos de cinco
meses tenía acceso a los mecanismos
de la economía española, a información
restringida del Gobierno, a tomar
decisiones sobre planes de obra
pública o vivienda protegida.
A pesar del revuelo político y mediático,
la ley de incompatibilidad no
ha presentado problemas. El paso de
la política a la empresa apenas tiene
dificultades en el sistema español.

Desde el primer Gobierno de la
UCD, la cuarta parte de ex ministros
ha pasado del Gobierno a cargos con
grandes sueldos. Y aunque en los últimos
años esta tendencia se ha intensificado,
estas puertas giratorias
acompañan al Estado moderno casi
desde su fundación. Como escribía
el fiscal Joaquín González en un artículo
en El País, fue Max Weber quien
advertía cómo el nacimiento del
Estado moderno fue impulsado de
forma decisiva por los banqueros,
obsesionados por la seguridad de los
negocios: “Se formalizó así un matrimonio
de intereses bendecido por el
capital, con reparto de papeles bien
definido. Los magnates del dinero,
conscientes de que el poder es por
naturaleza oculto, se reservaron una
función discreta, mientras que se les
reconoció a los políticos el señorío
del gran teatro de la vida pública”.
Una vez concluido el período en política,
sólo queda pasar al otro lado
del escenario. Taguas y Zaplana serían,
exclusivamente, los últimos actores
de una farsa en la que se cruzan
el interés público y privado.
Analizamos éstos y otros casos.

Tags relacionados: David Taguas Eduardo Zaplana
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