TÚNEZ // MANIFESTACIONES DIARIAS CONTRA EL PRIMER MINISTRO INTERINO
“Empezamos la revolución y queremos terminarla”

La población sigue organizada, y en la calle, contra las milicias partidarias de Ben
Alí y miembros del antiguo régimen integrados en el nuevo Ejecutivo.

- ENTREVISTA A SANA BEN ACHOUR, PRESIDENTA DE LA ASOCIACIÓN TUNECINA DE MUJERES DEMÓCRATAS: “Ya no tenemos miedo, ya no hay ese silencio de plomo”

03/02/11 · 9:19
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“El 14 de enero el pueblo de Túnez
sabía que ese muro de miedo y de temor
había sido derribado”. Así expresa
su alegría Mohamed B., integrante
de un comité popular en la
ciudad tunecina de Ghardimaou.
Después de 23 años de dictadura
los tunecinos echaron al dictador
Zine El Abidine Ben Ali. Tras la huida
de éste a Arabia Saudí, el presidente
de la Asamblea Nacional,
Foued Mebazaa, miembro del partido
de Ben Ali y ex primer ministro,
asumió la jefatura del Estado, al mismo
tiempo que numerosas milicias
pro Ben Ali iniciaban una serie de
ataques y saqueos armados, muy
violentos, para tratar de propiciar el
caos. Como respuesta se formaron
milicias populares en los barrios para
garantizar la seguridad, proteger
a la población y favorecer la apertura
de los pequeños comercios.

El
Ejército de Túnez, que cuenta con
35.000 miembros en un país de 10
millones de habitantes, se ha puesto
del lado del pueblo. Los militares
han perseguido a estas milicias defensoras
del régimen depuesto y se
mantienen en la neutralidad política,
dando un marco de estabilidad a las
protestas y al proceso en marcha.
Mohamed B. explica a DIAGONAL
que “la prioridad del Ejército
era perseguir a las milicias que están
a favor del tirano, pero no podía
garantizar la seguridad de las ciudades”.
Ahmed Amine Ben Saad, otro
activista tunecino, actor y sindicalista,
dice que hay “algunos comités de
barrio que han evolucionado hacía
otras tareas, buscando la autoorganización
popular.

Manifestantes de todo el
país acamparon en la
capital frente a la sede del
primer ministro para
exigirle que se marche

Otros, simplemente,
han desaparecido, ya que la situación
se ha estabilizado”. Pero en
las aún existentes altas esferas de
la política, el Primer Ministro interino
Ghannouchi trata de salvaguardar
el orden establecido. El 17
de enero, Ghannouchi formó un
Gobierno de unidad nacional, que
contaba con miembros destacados
del partido de Ben Ali, llamado
Agrupación Constitucional Democrática
(RCD), en las carteras ministeriales
de Interior, Finanzas,
Defensa y Relaciones Exteriores,
entre otras.

Este Gobierno integra también
a personajes destacados de la oposición
legal y personalidades independientes,
como el bloguero Slim
Amamou, encarcelado durante las
protestas. Este personaje simboliza
una de las grandes novedades
de este movimiento, que se ha servido
de internet para incitar y organizar
las movilizaciones. No por
casualidad, en Egipto, otro país
afectado por la ola de levantamientos
del mundo árabe, el 28 de enero
los servidores de internet han cortado
la casi totalidad de las conexiones
para tratar de impedir la
propagación de la revuelta.

Dimisiones en cadena

A pesar del anuncio de elecciones
para dentro de seis meses, en pocos
días dimitieron cinco de los nuevos
ministros, entre los que se encontraban
tres miembros de la Unión
General de Trabajadores Tunecinos
(UGTT), principal sindicato del país.
Desde el domingo 23 de enero,
manifestantes de todo el país acampan
día y noche en la capital frente
a la Kasbah, sede del primer ministro,
Foued Mebazaa, para pedir su
renuncia en el nuevo Gobierno de
Unidad y exigir un recambio político
real. Haifa Jmour que estuvo en
el campamento frente a la Kasbah,
dice que “hay ya más de mil personas,
venidas sobre todo del oeste”,
de zonas que durante años han sido
excluidas, en las que las protestas
registraron el mayor número de
muertos.

Los trabajadores de
empresas como STAR o
Tunisair se rebelaron y
expulsaron a la dirección
o exigieron cambios

También cabe destacar la
Caravana de la Libertad llegada
desde Sidi Bouzid y otras zonas del
centro del país, y los trenes gratuitos
que circulan procedentes de
ciudades como Ghardimaou. “Empezamos
la revolución y queremos
terminarla”, señala uno de los
acampados en la capital. “El partido
del dictador quiere ganar tiempo
para reconstituirse y para favorecer
la huida de los implicados en las
muertes y en crímenes financieros”,
comenta Fahmi, otro de los integrantes
de este campamento, desalojado
brutalmente por la policía el 28 de
enero.

Aferrarse al poder

El día 26, mientras la policía sustituía
las balas por gases lacrimógenos,
los tribunales tunecinos
emitieron una orden de búsqueda
internacional contra Ben Ali y la
familia de su mujer, los Trabelsi,
un clan a la cabeza del Estado. Un
día después, Foued Mebazaa anunció
un nuevo Gobierno que sigue
bajo su mando, con 12 nuevos ministros
no asociados a la cúpula derrocada.
El nuevo Ejecutivo ha recibido
el apoyo de la UGTT, aunque
este sindicato no participará en
él. Aun así, sigue habiendo manifestantes
que reivindican la dimisión
de Ghannouchi.

Mientras, se han reabierto colegios
y universidades, aunque han
comenzado nuevas huelgas en la
educación. También los policías se
han manifestado durante este tiempo.
Denuncian la falta de derechos
y exigen la creación de un sindicato
propio. En Sfax, segunda ciudad
de Túnez, el jueves 26 se inició una
huelga general con una marcha de
decenas de miles de personas. La
UGTT, que tuvo una participación
controvertida durante la dictadura,
tiene un papel relevante en estas
movilizaciones.

Además, los activistas movilizados
en todo el país plantean ya liberar
empresas y otras instancias
de la sociedad comprometidas con
el antiguo régimen. En periódicos
como La Presse o radios como
Mosaïque FM, que colaboraron estrechamente
con el poder, grupos
de trabajadores se han puesto al
mando de las redacciones y están
poniendo en pie nuevas líneas editoriales.
En otras empresas, como
el caso de la sociedad aseguradora
Star o la compañía aérea Tunisair,
los trabajadores han llevado a cabo
revueltas y han exigido cambios
a la dirección. El pueblo tunecino
respira estos días el renacer a la libertad
política. “Existe una gran esperanza
en la juventud, que quiere libertad.

Ése puede ser un verdadero
motor de construcción democrática
del país”, opina Walid A., un joven
profesor de Túnez que estos días participa
en las manifestaciones. Por su
parte, Jmour cree que “no tiene que
haber un líder, porque si no nos
arriesgamos a recaer tarde o temprano
en lo mismo que hemos tenido durante
23 años”.

Acosados como están todos los países
del Magreb por los servicios secretos
y los intereses imperiales de
empresas y Gobiernos, principalmente de EE UU y Francia, la solidaridad
internacionalista se organiza
desde muchos lugares, destacando
la implicación que está teniendo en
Francia la comunidad tunecina
(600.000 personas) y diversas organizaciones
y movimientos.

Mientras, las protestas han estallado
en Argelia, Yemen y Egipto. En
estos países también se han producido
inmolaciones. En una concentración
frente a la embajada de Egipto
en la capital de Túnez puede leerse
una pancarta que dice: “Solidarios
con el pueblo egipcio y con todos los
pueblos oprimidos del mundo”.

Casi un mes
de revueltas

El joven diplomado y vendedor
ambulante Mohamed Bouazizi,
que se inmoló el 17 de diciembre
en Zidi Bouzi desesperado
después de que la policía volcará
de nuevo su carro de fruta,
encendió la llama entre los jóvenes
de Túnez. Su causa ha
hecho estallar la rabia de un
pueblo que ha protagonizado
más de un mes de manifestaciones,
enfrentamientos con piedras
contra la represión armada.
Finalmente, Zine El Abidine Ben
Ali fue derrocado del poder el 14
de enero, tras 23 años de
Gobierno dictatorial y tan sólo
dos presidentes en los últimos
55 años. La llama ha prendido
en varios países del Magreb.

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