Texto de Bassirou Ba.
Texto de Bassirou Ba.
Treinta de septiembre de 2005. Todavía no han pasado 24 horas de los sucesos en las fronteras de Ceuta y Melilla y ya se abre otro frente en la prensa. Madrid y Rabat se acusan recíprocamente. Imágenes apocalípticas se repiten en las cadenas mientras África descubre el limbo al que van a parar sus jóvenes de camino a Europa. Marruecos, a caballo entre el continente y el finisterre europeo, se encuentra entre dos fuegos.
El reino de Mohamed VI se lanza a una ofensiva mediática para limpiar su imagen en África.
“Marruecos llama Europa a asumir plenamente su responsabilidad”, “Rabat ‘no entiende’ la severidad del informe de Amnistía Internacional sobre los clandestinos”, “Marruecos hace mucho por sus hermanos africanos”, son algunos de los titulares del periódico oficialista Le Matin. “¿¡Un país hermano Marruecos!?”, se indigna el periódico senegalés Le popoulaire. “Hay que ver cómo se ha portado con sus hermanos africanos después de los trágicos acontecimientos en las fronteras de Ceuta y Melilla: tirados al desierto como animales salvajes (...), estos candidatos a la emigración se habrán preguntado si era cierto que todavía pisaban tierras africanas”. El mismo tono en la revista malí Le Courrier: “Si Marruecos se esconde detrás de Occidente para secuestrar e incluso matar a nuestros expatriados es porque es atraída por las fáciles ganancias de sus socios del Norte”.
En España el debate se centra en el “efecto llamada” por un lado y las responsabilidades de la Guardia Civil por el otro, llegando incluso a la reconfortante conclusión de que “los disparos que mataron a los inmigrantes no fueron efectuados por ningún Guardia Civil, aunque [el entonces ministro de Interior] Alonso eludió echar la culpa a las fuerzas marroquíes” (ABC, 7 de octubre).
La prensa marroquí aprovecha para arreglar sus cuentas con los vecinos: “Lejos de los cámaras, Argelia deja a los subsaharianos en un no man’s land desértico” (l’Opinion).
En este drama, que se ha beneficiado de un trato mediático sin precedentes, cabe preguntarse cuánto espacio ha sido reservado al respeto de los derechos humanos de los migrantes en los medios nacionales e internacionales. Menor imposible…
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