MÁS DE 400.000 PERSONAS HAN HUIDO POR LOS ENFRENTAMIENTOS
EE UU, Rusia y China, tras la crisis de Kirguizistán

La grave situación de la
ex república soviética ha
provocado una grave crisis
humanitaria. El autor
analiza los intereses que
la han desencadenado.

06/07/10 · 12:27
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CAMPOS. Refugiados uzbekos desplazados por la violencia en Kirguizistán.

Los recientes enfrentamientos
que se iniciaron
el pasado 10 de junio en
la república de Kirguizistán
y que han provocado el desplazamiento
de al menos 400.000
personas, 3.000 heridos y más de
200 muertos (cifra que podría
multiplicarse por diez según el
Gobierno de este país), son la
continuidad de los sucesos que
comenzaron el pasado mes de
marzo y que tienen algunas de
sus raíces en un pasado mucho
más lejano.

Tras las manifestaciones de
abril, y el derrocamiento del anterior
presidente Kurmanbek Bakiev,
nos encontramos con un
nuevo Gobierno que se caracteriza,
entre otras cosas, por su debilidad,
sus divisiones internas y por
la repetición de los esquemas y
errores de sus predecesores.
Los nuevos gobernantes pertenecen
a la élite política del país, y
si bien cambian algunas alianzas,
el mecanismo es el mismo: apoyarse
en unos clanes o minorías
en detrimento de otras.

Décadas de conflictos

A ello habría que sumar los conflictos
entre kirguizes y uzbekos, que
se remontan a décadas de desconfianzas
y pugnas por el control del
Estado. La decisión de un dirigente
de la minoría uzbeka de apoyar al
actual Gobierno ha sido la excusa
que han utilizado los seguidores
del derrocado Bakiev para desencadenar
los enfrentamientos interétnicos.

La desconfianza y competencia
entre ambos grupos étnicos
es por tanto otro factor en la
actual crisis, aunque no es el único,
como nos quieren hacer creer
algunos medios. En ese complejo
panorama hay muchos actores e intereses
que buscan aprovecharse
de la situación: los seguidores del
derrocado Bakiev, aquellos que han
perdido el ‘favor’ de la administración
central, las bandas y grupos
dedicados al tráfico ilegal. Hay que
resaltar la importancia de Osh, la
segunda ciudad del país y epicentro
de los recientes disturbios, que
desde hace tiempo es uno de los nudos
centrales del narcotráfico de la
heroína afgana hacia Rusia y otras
partes de Europa.

Además, nos encontramos con
una realidad social duramente castigada
por el desempleo, donde los
precios de los productos de primera
necesidad (alimentos y luz eléctrica,
entre otros) aumentan para
desesperación de la población, y
donde la corrupción ha sido, y es,
una de las características de la clase
dirigente del Kirguizistán, dispuesta
a mantener sus redes de favores
y privilegios, por encima de
las demandas populares de sus
ciudadanos. También existe otra
pieza en este puzzle: la pugna por
hacerse con el control de los importantes
recursos naturales. En este
sentido, el control que actualmente
tiene Kirguizistán sobre el agua en
la región, es visto con desconfianza
por sus vecinos, Uzbekistán y
Kazajstán, sobre todo, que temen
que el gobierno kirguiz lo utilice como
arma de presión.

Durante la crisis de marzo estos
dos Estados cerraron sus fronteras
con Kirguizistán, y éste no dudó en
hacer lo mismo con el agua hacia
sus vecinos, lo que obligó a éstos a
reabrir sus fronteras. Otro temor
que impregna a los dirigentes de
los países vecinos es que la situación
actual acabe convirtiéndose en
una especie de efecto dominó que
acabe afectando a sus propias repúblicas.

Uzbekistán ha vivido en
el pasado importantes revueltas sociales
y la amenaza de una radicalización
islamista está siempre en el
horizonte. Ese país del valle de Fergana,
que comparten varias repúblicas
de Asia Central, ha sido foco
de esas tendencias en el pasado, y
Kazajstán lleva en los últimos meses
asistiendo a la proliferación de
protestas que cada vez engloban a
más fuerzas opositoras.

UN LUGAR GEOESTRATÉGICO

_ Uno de los factores
claves en la crisis desatada
en la ex república
soviética de
Kirguizistán es su
importancia geoestratégica
en la región.

Varios países están
muy interesados en el
desarrollo de los acontecimientos.
Por un lado, Rusia,
que tiene bases militares
en esta república,
sigue apostando por
mantener su pasada
influencia en la zona.

Por otro lado, Estados Unidos,
que necesita controlar
los recursos
energéticos (hidrocarburos)
de este país de
Asia Central, y utilizar
las bases que mantiene
para abastecer a
las tropas estadounidenses
de ocupación
en Afganistán. Y, al
mismo tiempo, China,
que limita al Este con
la ex republica soviética,
y que se muestra
temerosa de que la
desestabilización contagie
a la minoría Uighur.

Las siguientes
semanas pueden ser
claves para ver el
rumbo que adquiere
Kirguizistán.
El referéndum constitucional
del 27 de junio,
las elecciones parlamentarias
de octubre,
la respuesta de Rusia
al llamamiento del
gobierno kirguiz para
que actúe con sus
fuerzas militares, y los
movimientos de Washington
para evitar que
Moscú adquiera un
mayor protagonismo
regional, serán algunos
de esos aspectos
importantes.

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