DOBLE RASERO // EL IRANÍ AHMADINEYAD Y EL IRAQUÍ AL YAFARI, DOS DIRIGENTES CON 'PASADO OSCURO'
Dos presidentes rodeados de sospechas

La campaña que calificaba de “terrorista” al nuevo
presidente iraní contrasta con el silencio en torno al
pasado del pro-norteamericano primer ministro iraquí.

09/05/06 · 18:17
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IBRAHIM AL-YAFARI.

George W. Bush aseguraba a la televisión
israelí este verano que, para
acabar con la “amenaza” iraní, “todas
las opciones están sobre la mesa”.
No descartó “la opción militar”.
Los europeos, que no siempre han sido
escépticos respecto de Irán, ahora
desconfían de los fines “civiles” que
según el presidente iraní tienen sus
planes de desarrollo nuclear.

“Según los intereses occidentales,
el sistema de Gobierno iraní oscila
entre democracia y totalitarismo”,
protestaba un personaje de la dibujante
Marjane Satrapi cuando ésta
describía con sus cómics la forma en
la que se muestra a la opinión pública
mundial el sistema político de su
país. Pero en Occidente la idea que
se ha querido transmitir de la República
Islámica va más allá de la de
dictadura pues se ha llegado a afirmar
que Irán tenía como presidente
a un criminal. No pocos medios de
comunicación se hicieron eco de
quienes implicaban al elegido en junio
presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad,
en el secuestro de 444
días de los 52 trabajadores de la embajada
estadounidense en Teherán
durante 1979, en los días en que se
consolidó la Revolución Islámica. El
que fuera secuestrado, William
Daugherty, aseguraba a la CNN: “Vi
su foto en The Washington Post; lo
reconocí enseguida”.

Sin embargo, ese pasado criminal
parece no ser cierto. “La CIA ha indicado
que él [Ahmadineyad] no participó”,
explica Ray Takey, el experto
sobre Irán del Council of Foreign
Relations, una de las instituciones
más influyentes para las administraciones
estadounidenses en materia
de política exterior. Lo que ocurre es
que éste es un tema “delicado porque
la Administración Bush no quiere
contradecir a los secuestrados”,
asegura Tackey. Menos impacto tuvieron
las acusaciones vertidas en la
prensa europea a principios de verano
según las cuales el presidente iraní
participó en el asesinato de Abdel
Rahman Ghassemlou, un dirigente
de la oposición kurda en Irán, muerto
el 13 de julio de 1989. Tal vez evidenciando
su poca veracidad, las
acusaciones del ex jefe de Estado iraní
afincado en Francia, Abosalán
Bani-Sader, del diputado verde austríaco,
Peter Pilz, y del militante kurdo
iraní, Hossein Yozdan Panah, terminaron
por perderse en el olvido
sin mayor trascendencia entre todo
el contenido mediático lanzado contra
Irán desde que las negociaciones
sobre el programa nuclear iraní entraran
en el impasse actual.

Muy distinta es la actitud de
Occidente respecto otro líder, el
primer ministro iraquí, Ibrahim Al
Yafari. El premier iraquí surgido
en la era post Saddam cuenta con
el apoyo financiero, logístico y militar
de una comunidad internacional
que entiende que en Iraq, tras
la invasión de marzo de 2003, se
trabaja por el desarrollo de “instituciones
democráticas”. Quienes
apoyan a la casi recién nacida democracia
iraquí han olvidado lo
que se podría llamar “coqueteos
con el terrorismo” del partido de
Al Yafari, Al-Dawa. Porque desde
su nacimiento a finales de los ‘50,
los militantes de Al-Dawa, religiosos
chiíes que tomaron las armas
contra el laicismo impuesto por la
dictadura iraquí, atentaron contra
todo lo que tuvo que ver con
Saddam Hussein, incluidos Francia
y Estados Unidos.

A principios de los ‘80, Al-Dawa
destruyó por completo la embajada
iraquí en el Líbano gracias a la colocación
de una bomba. Veintitrés personas
murieron y más de 100 resultaron
heridas. Dos años después, los
siguientes objetivos fueron Estados
Unidos y Francia, los aliados de Iraq
en su guerra contra Irán. Al-Dawa
atacó sus embajadas en Kuwait, matando
a seis personas e hiriendo a
otras 63, según el balance de víctimas
de los dos atentados. Pero el
mayor número de acciones violentas
y asesinatos de los comandos de Al-
Dawa se realizaron en suelo iraquí.
El 11 de julio de 1982 la organización
que hoy forma parte de la coalición
chií Alianza Unificada Iraquí
perpetró su mayor intentona violenta
contra Saddam Hussein: un coche
bomba explotó al paso de la comitiva
del dictador. Saddam salvó la vida,
pero no tuvieron la misma suerte
nueve de sus guardaespaldas.

“Después del final de la guerra entre
Irán e Iraq, la rama más moderada
de Al-Dawa comenzó a tomar el
liderazgo del partido”, dice Sharon
Otterman, director asociado del
Council of Foreign Relations. A
Ibrahim Al Yafari se le identifica como
un moderado aunque milita en
el partido desde 1966. Con él y su
partido se ha volcado toda la Comunidad
Internacional para sacar a
Iraq del caos que vive tras el triunfo,
en parte, de las ideas por las que tanto
mató Al-Dawa.

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