La cumbre contra el cambio climático muestra el retraso de los actores globales para abordar un modelo que permita la reducción de emisiones de CO2.

Luces de Navidad y cumbre contra el cambio climático. La de 2012, llamada COP18, en Doha (Qatar), ha abierto su segunda semana y está previsto que el día 7 se lea una declaración final que mantenga el perfil bajo de las últimas rondas de negociaciones, después de que la cita de Copenhague en 2009 redujese los compromisos de los países más dependientes de las energías fósiles en los objetivos de mitigación ante la subida de las temperaturas. De momento, el principal anuncio de la Conferencia de Naciones Unidas del Cambio Climático ha sido una prórroga del acuerdo de Kioto rubricado sin la firma de Japón, Rusia, Canadá y Nueva Zelanda. Los 194 países que firmaron el acuerdo, incluidos los de la Unión Europea, suman un 15% de las emisiones globales, ya que actores como EE UU nunca se comprometieron a reducir sus emisiones de dióxido de carbono.
“No hay avance respecto a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero”, resume Pablo Cotarelo, responsable de clima de Ecologistas en Acción, quien explica a DIAGONAL que los objetivos que se marcan estos países están muy por debajo de lo que marca la ciencia, “que es cada vez más restrictivo”. Héctor de Prado, responsable del área de cambio climático y energía de Amigos de la Tierra, explica que los Estados implicados retrasan sus compromisos con el pretexto de que el próximo Informe de Evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) no estará listo hasta 2013. Aunque el 14 de diciembre The Guardian publicó que este informe ya ha sido filtrado.
Febrero de 2007. Unos meses después de que se celebrara la COP12, el IPCC establece unas recomendaciones para limitar las emisiones de gases de efecto invernadero, principalmente dióxido de carbono (CO2), y reducirlas entre el 25 y el 40% respecto a los niveles de 1990, fecha de referencia establecida por el Protocolo de Kioto. Desde entonces, las cumbres del clima han sido cada vez menos vinculantes para los países que más contaminan ante un reto que pasa nada menos que por un cambio de modelo productivo. Si la Cumbre de Bali parió una hoja de ruta en la que se requerían “recortes profundos en las emisiones globales”, las citas de 2009, 2010 y 2011 en Copenhague, Cancún y Durban están definidas por las negociaciones entre países, no para el conjunto; pero también por la consolidación de un eje crítico representado por países del sur global, no así Estados emergentes como Brasil o India. La ausencia de compromisos de mitigación, aquellos destinados a frenar la subida del termómetro, ha sido sustituida en buena medida por la agenda de “adaptación” al cambio climático, que ha ganado espacio en las sucesivas rondas. También en Doha las negociaciones parecen avanzar más cuando se trata de establecer cómo los países más industrializados van a compensar su responsabilidad al resto de la comunidad internacional, a través de fondos o de transferencia tecnológica, explica de Prado.
Cañete en el Emirato
El papel de los Estados y las obligaciones de cada uno de ellos, es el punto sobre el que inciden las plataformas ecologistas a la hora de establecer su hoja de ruta. Pablo Cotarelo critica que la UE no termine de dar el paso de comprometerse a reducir un 30% sus emisiones de gases de efecto invernadero. El fiasco, para los Estados y las sociedades, de los planes nacionales de asignación, que han llegado a un punto en el que la emisión de carbono en los mercados de derivados ha llegado a costar prácticamente cero, ha movido a Bruselas a plantear una reforma de los derechos de emisión. Cotarelo explica que el primer ensayo ha derivado en la “falta de motivación de las empresas contaminantes para reducir su nivel de emisiones”. Héctor de Prado, de Amigos de la Tierra, explica que, a pesar de ello, la UE va a conferencias internacionales como la de Doha a intentar expandir esta forma de capitalismo verde a otras regiones del planeta. "En lugar de fortalecer los reglamentos y normas para reducir las emisiones" los textos aprobados en Doha "promueven los intereses empresariales y las falsas soluciones, como los mercados de carbono y REDD+, a pesar del evidente fracaso de las ya existentes", denuncian desde Ecologistas en Acción.
El Gobierno español, a través del ministro de Agricultura, Miguel Arias Cañete, ha aterrizado en Qatar con la tarea de evitar en lo posible un desembolso en las políticas de adaptación. La caída de la cifra de automóviles matriculados, el descenso de la actividad industrial y de la construcción de vivienda ha favorecido que el Estado español llegue a Doha con sus compromisos cumplidos, aunque haya sido a costa de acudir a los mercados de carbono a comprar “aire caliente”, es decir, derechos de emisión, a Polonia. Precisamente este país, y Ucrania, son algunos de los “trolls” de la cumbre del clima. “Son los que bloquean los objetivos de eficiencia y mitigación”, indica Héctor de Prado. Lo cierto es que, aunque el Gobierno no haya puesto en marcha políticas claras de lucha contra el calentamiento global, Agricultura no siente la presión de la sociedad ante una cumbre que se cerrará con el “premio de consolación” de la renovación del protocolo que sustituya al primer tramo de Kioto (que llegaba hasta 2012) y que se plasmará de facto como pronto en 2015 para entrar en vigor en 2020. Ante la rutina de una cumbre más, desde Ecologistas en Acción reclaman la necesidad de construir nuevos discursos que incidan en que la crisis ha traspasado fronteras también temáticas y que la sociedad debe ser consciente de la conexión entre el declive de los combustibles fósiles, la crisis financiera y la crisis climática.
Datos recogidos de “El mayor contaminador del mundo preside la cumbre sobre el clima”, de Daniel Tanuro.
>2º La cifra mágica sigue como objetivo lejano
El límite de aumento de las temperaturas en dos grados, que serviría para mitigar las peores consecuencias del calentamiento global, parece difícil de alcanzar. El Banco Mundial, principal actor del Fondo Verde para el Clima, sitúa el punto de no retorno en cuatro.
25% del PIB global costaría una transición ‘verde’
El World Economic and Social Survey 2011, de la ONU [PDF], considera “improbable que el mundo decida de un día para otro “entre 15 y 20.000 billones de dólares en infraestructuras y reemplazarlas por un sistema energético renovable cuyo precio es más elevado”. Naciones Unidas habla de las miles de minas, los 50.000 campos petrolíferos y los millones de kilómetros de tuberías de transporte de energía, que deberían ser reemplazados en una operación que, calcula la ONU, tendría un coste equivalente a un 25% del PIB global.
2050 Nueva fecha límite para los actores globales
La ONU asegura que ningún camino realista permite pensar que se pueda producir una descarbonización del sistema energético antes de 2050. Para entonces, más de 200 millones de personas habrán tenido que emigrar a causa del clima.
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