Esta pareja de antropólogos de la
Universidad de Brown
trata de hacer ‘etnografía
del imperio’. En su
próximo libro analizan una
treintena de testimonios
de desertores en Irak.
- GUERRA Y MASCULINIDAD. Los investigadores Catherine Lutz y Matthew Gutmann, en su reciente visita a Madrid.
DIAGONAL: Un complejo conjunto
de factores lleva a alistarse en el ejército
estadounidense. ¿Encontráis diferencias
de sexo o de género?
CATHERINE LUTZ: El ejército es
un resquicio del sistema norteamericano
donde la clase trabajadora, los
pobres, pero no los excluidos sociales,
superan la prueba. El ejército les
proporciona ese respeto social y honor
que ansían. El respeto que se gana
al convertirse en un soldado, en
un buen patriota, en un buen ciudadano.
Otra de las motivaciones es
proporcionar alguna dirección o sentido
a tu vida. Conseguir un buen trabajo,
seguro y estable, ya que los jóvenes
se encuentran con serias dificultades
para conseguir un empleo
fijo. En EE UU, el ejército les da a algunos
la única posibilidad de costearse
los estudios. También ofrece
una cobertura médica para muchos
padres jóvenes en un país donde no
existe la atención sanitaria universal.
MATTHEW GUTMANN: Durante
la guerra de Vietnam del 10% al 12%
de los soldados eran afroamericanos.
Recientemente, el número ha subido
a un 25%. Tiene mucho que ver con
la escasez de oportunidades dentro
de esta comunidad. Sin embargo,
desde que comenzó la guerra de
Iraq, son cada vez menos los afroamericanos
que se alistan para luchar
en esta guerra en particular. Pero, al
mismo tiempo, tienes a gente que
desde el 11-S ha decidido alistarse al
ejército por razones patrióticas, pensando
que iban a salvar al mundo del
terrorismo. Y esto le pasó de igual
forma a hombres y a mujeres jóvenes,
aunque aproximadamente un
85% del ejército son varones.
D.: ¿Cómo se renegocian las masculinidades
según los testimonios que
habéis recogido de los desertores de
la guerra de Iraq?
C.L.: En primer lugar está la idea
masculina del hombre como protector:
el deseo de proteger a los
ciudadanos frente a la amenaza terrorista
y la de proteger a los ciudadanos
iraquíes. Pero cuando llegan
a Iraq se dan cuenta de que no
están protegiendo a los iraquíes,
los están destrozando. Y la manera
de proteger a estos iraquíes es desertando
del ejército.
M.G.: Es importante comprender
que no están rechazando las ideas
sobre la masculinidad, estamos hablando
de desertores que han decidido
ser ‘buenos hombres’ de forma
distinta. Para ellos, ser un buen hombre
radica en proteger a los otros,
aunque esto suponga ponerse en
contra de tus camaradas de guerra.
Ellos dicen que es necesario un coraje
y valor descomunal para hacer esto.
Eso es ser un buen hombre.
D.: ¿Hay cifras del número de desertores?
¿Está tomando el ejército
alguna medida?
C. L.: El ejército no está dando las
cifras exactas. En Vietnam hubo
más desertores. En Iraq, varios miles
de marines y soldados han desertado,
pero la mayoría no han hecho
una declaración pública de su
oposición a la guerra. Evitan llamar
la atención y el ejército trata de
mantener oculto este problema.
Pero ha habido una cantidad de desertores
bastante destacada que
han manifestado su oposición. Los
que van a la prisión son los que han
ido a los medios y han tenido una
presencia más pública.
D.: Algunos de esos desertores son
destacados blogueros...
M.G.: El papel de internet ha sido
muy interesante. Tenemos el testimonio
de un soldado que empezó a
chatear con un hombre iraquí. Los
dos estaban en Iraq en ese momento
y el iraquí le contó al soldado lo horrible
que era su vida desde que los
norteamericanos entraron al país.
Este soldado nos cuenta que fue en
ese instante cuando se dio cuenta de
que estaban empeorando las vidas
de los iraquíes. Internet les facilitó la
compra de libros críticos y conocer a
organizaciones como Irak Veterans
Against the War (IVAW).
C.L: Jamás ha habido en la historia
una guerra con acceso a internet en
los campamentos. El ejército intentó
limitar la publicación de imágenes
en la web a los blogueros más activos
porque suponía una amenaza para
su seguridad, como que se revelara
el lugar geográfico de un campamento
de soldados, etc. Algunos blogueros
eran críticos, otros no lo eran
en absoluto.
D.: ¿Qué otras diferencias hay entre
Iraq y Vietnam?.
M.G.: En Vietnam el reclutamiento
era obligatorio. El ejército de EE UU
no se convirtió en voluntario hasta
1973 y, en parte, se debió a la experiencia
de Vietnam, donde el ejército
se degradó. El movimiento antiguerra
dentro del ejército en Vietnam vino
de los voluntarios. Fueron los primeros
que se decían “esto no es para
lo que yo me alisté” y los que iniciaron
las campañas en contra del reclutamiento
obligatorio.
Ahora, una de las claves del éxito
del ejército americano está en las
campañas de márketing para convencer
a la opinión pública americana
de que la guerra de Iraq es una
guerra justa y de que EE UU es el líder
del mundo gracias a su ejército.
Dos mil millones de dólares de presupuesto
se han dedicado al reclutamiento.
Mucho dinero va para anuncios
que dicen que el ejército es un
trabajo honorable y que lo que se está
haciendo en Iraq y en Afganistán
es algo muy positivo para la democracia.
Se presenta al ejército como
una agencia de desarrollo y cooperación.
Los anuncios muestran a los
soldados llevando agua y medicinas
a la gente, es indistinguible de las misiones
humanitarias de la ONU. En
la época de Vietnam, como se trataba
de reclutamiento obligatorio, apenas
había anuncios. Ahora estos
anuncios no solo se dirigen a los jóvenes,
también a las familias. Creo
que hoy en la opinión pública hay un
amplio sector de gente que no sabe
muy bien en qué consiste realmente
el ejército, el público cada vez está
más confuso sobre la democracia.
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