"MEDIOS // LA OPOSICIÓN LLAMA A ""INCENDIAR EL PAÍS"""
Crispación y propaganda en el año 10 del proceso

La autora, experta en temas de agua y redactora de la revista ‘Mujer tenía que ser’ describe el panorama y los discursos mediáticos en Venezuela.
Texto de Diana Ovalles

05/03/09 · 0:00
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En el tema político esto es
una guerra de convencidas
y convencidos. Y
dentro de este contexto
político, no deja de sorprender las
prácticas opositoras, un paso adelante
de la violencia mediática,
simbólica, política y callejera, y
su discurso esquizofrénico. Los
infofrénicos militantes contra
Chávez y todo lo que tenga que
ver con él, están instalados ya en
una genuina fobia y hasta llegan
a justificar lo injustificable, como
la quema del Parque Nacional
Guaraira Repano por parte de los
‘estudiantes’ opositores a la
enmienda constitucional. “Incendiar
el país”, propuso Yon Goicochea,
una de las caras visibles de
este movimiento estudiantil anémico
de ideas políticas propias.
La postura y orquestación de
la respuesta mediática opositora
da mucho que pensar, comenzando
por la distorsión de sectores
que tradicionalmente juegan
a mantenerse ‘al margen’ de los
escenarios políticos, como es el
caso de la Iglesia Católica. Los
obispos, rectores y la alta jerarquía
atacan y declaran jugando a
políticos profesionales y luego
quieren que les respondan como
líderes espirituales.

No justificaré el fanfarroneo
del presidente Chávez. Los hechos
han demostrado que en los
casos de amenazas, es más lo que
dice que lo que hace. El derecho a
la protesta y a la disidencia está
más que garantizado en este país.
La gente sale en marchas y caravanas,
está organizada bajo la figura
de partidos políticos, asociaciones
civiles, frentes colectivos
de estudiantes, mujeres, empresarios,
campesinos, etc.
Al ritmo de la polarización política
del período chavista, no hay
manera que unas y otras reconozcan
las fallas y aciertos del otro
grupo. Así no hay consenso ni
avance posible. La libertad de expresión
y más allá, el derecho a
estar informada, el periodismo de
investigación, de análisis, se extravió
en este país hace mucho,
antes de Chávez inclusive. Cada
quien ha instalado sus aparatos
de propaganda política. No se le
puede pedir a nadie objetividad,
no creo en ella. Pero podría
hablarse de cierto grado de imparcialidad
que se traduciría al
menos en dar voz –oportunidad
de opinar, decir, mostrar– a las
diferentes versiones de los diversos
actores sobre un mismo caso
dentro de un mismo espacio. Es
lo básico. Pero no es posible aquí
y ahora, los aparatos de propaganda
–de uno y otro lado– no
perdonan un momento de locura,
o sea, de periodismo serio.
Estamos bastante lejos de cualquier
tipo de neutralidad. Y sospecho
de quienes vienen con discursos
conciliadores, mediadores e
imparciales. Sin embargo, que cada
quien asuma las consecuencias
de sus actos de libertad. Y allí está
el principal problema de la oposición
fascista, racista, clasista, lesbofóbica,
homofóbica, intolerante
y obtusa que jamás ha creído en
salidas democráticas, mucho menos
participativas y protagónicas:
no se asume tal como es, de ultraderecha,
conservadora y rígida.

A estas alturas, no sé cuál será
la salida política para esta guerra
de baja intensidad, pero sin duda,
pasa por exigir y esperar a que la
oposición política irracional y golpista,
madure y prescinda de ‘asesorías’
foráneas con acento anglosajón...
Con todos los desaciertos y
errores de Chávez, me quedo con
este proyecto de país sobre la base
de la apertura, la participación
y el protagonismo de los históricamente
excluidos. Apoyamos la
enmienda sobre la base de un
enunciado irrenunciable para los
sexodiversos: la ampliación de
los derechos políticos de lesbianas,
gays, bisexuales y transexuales
(LGBT) lo que comprende
una serie de compromisos y retos
impostergables para la revolución
bolivariana y su gobierno,
sus decisores y responsables.

Más acciones y menos palabras,
comportamiento coherente con
la retórica, consistencia política.
El socialismo del siglo XXI no está
reñido con los derechos de la
sexodiversidad porque hablamos
de lo mismo: ampliación de ciudadanía
y derechos humanos.

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