Los autores explican las últimas medidas del Gobierno y proponen próximos pasos a dar en materia energética.

Gobierno, eléctricas convencionales, renovables y consumidores. Cuando usted acabe de leer este artículo deberá ser capaz de decir quién es quién en El Cocinero, el ladrón, su mujer y su amante, la película decisiva para el futuro de la energía en España. Para complicar un poco más el tema, ha aparecido un nuevo actor, la Comisión Europea, que con una reciente evaluación del mercado de la energía y el déficit tarifario puede ayudar a clarificar el tema. Este 26 de junio hubo un desenlace parcial del drama, con la subasta trimestral de energía, que ha acabado con una subida del 4%, pero no era suficiente. Y el gobierno, tímido, el 13 de julio, ha puesto otro parche a una situación insostenible. La película nos permite visualizar el drama de lo que está pasando en España en el sector eléctrico, importantes emisiones contaminantes de las energéticas convencionales, con subvenciones a los grandes consumidores de energía, unido a las tarifas más caras de Europa para el pequeño consumidor (han subido el 70% en seis años, el triple que en la UE), y aun así, con una deuda –el déficit de tarifa– creciendo año tras año.
El cocinero hace las normas, las leyes y por Real Decreto establece las tarifas, y la forma de calcularla, los peajes, la parte que se subasta, etc. Este cálculo y su origen, que parte del Gobierno de Aznar en el año 2000, deben ser auditados y no está nada claro si el origen del déficit de 25.000 millones de euros corresponde a la realidad o si es simplemente un desiderátum de las propias compañías. Esta “deuda” sigue aumentando. Hoy supone el 2,5% del PIB, –lo mismo que el rescate de Bankia–.
En un momento determinado se produce una sentencia judicial, se titulizan dos terceras partes de esta deuda (cerca de 17. 000 millones de euros) y se avalan por el país. El Gobierno posibilitó que se crearan grandes empresas eléctricas, con las tarifas marcadas por el BOE, que pudieron presentar cuentas saneadas y salir al exterior gracias a la capitalización de todos los españolitos durante años. De precios políticos se pasó a precios regulatorios. ¿Y los precios reales? El mercado energético no es para lograr generar energía eficiente y competitiva, sino operaciones en el mercado global, gracias a los costes regulatorios, que permiten a las empresas ser más grandes. Se establecieron cuotas de participación del déficit tarifario: Endesa (44,16%), Iberdrola (35,01%), Gas Natural-Unión Fenosa (13,75%), HC Energía (6,08%) y E.ON España (1,00%). Recordemos que estas empresas están agrupadas en Unesa y que han sido las grandes beneficiadas por estos precios regulados. Los informes interesados de estas fuentes afirman que el déficit de tarifa se debe a las generosas primas a las renovables. Reclamaron una moratoria y lo consiguieron. Estas mismas empresas, sobre todo las que tienen nucleares e hidráulicas, han sido beneficiadas por el precio de la venta de electricidad.
Este escenario cambia en julio, el Gobierno reconoce de hecho estos beneficios caídos del cielo y anuncia que va a implementar, décadas después, una medida que el anterior gobierno no llevó a cabo: cobrar una tasa de 10 euros/megavatio (Mw) a la nuclear permitirá ingresar 550 millones, y de 15 euros por Mwh en el de la hidráulica, con lo que se obtendrán 400 millones, cambiando el “esquema de fiscalidad energética” para repartir entre los “diferentes sectores implicados” la solución “definitiva” al déficit de tarifa. Es decir, reconocen los beneficios caídos del cielo y a cambio les recompensan con 10 años más de negocio nuclear y 20 años más para el hidraúlico.
Dentro de las renovables, la norma distinguirá entre tecnologías gestionables y no gestionables, e incluirá imposiciones del 11% para la eólica, para recaudar 400 millones, y del 19% para la fotovoltaica, lo que permitirá obtener 550 millones. Las empresas de régimen especial como Acciona, ACS o Abengoa y los pequeños inversores propietarios de más de 50.000 instalaciones fotovoltaicas, unas veces particulares y, en otros, fondos de inversión se verán muy afectados. “Es el fin del sector”, dijo la Asociación Empresarial Eólica, que calcula que el gravamen supondrá un 27% de las primas. El sector fotovoltaico estima que las medidas suponen una reducción del 30%de la retribución hasta 2013.
Las renovables se nutren de las primas recibidas, en algunas tecnologías se puede ajustar, pero es importante que tenga una seguridad a largo plazo, ya que es el futuro, como reconocen desde la Agencia Internacional de la Energía a la Administración norteamericana o la china. Además, cumplen misiones de diversificación, disminución de importaciones de combustibles fósiles, disminución de emisiones de CO2 y la creación de un valor de futuro como es el tejido tecnológico científico. La energía eólica llegó a cubrir el 16 de abril el 60,46 % de la demanda eléctrica peninsular, lo que supuso un nuevo récord. Por otra parte, la UE ha establecido unos objetivos claros para el año 2020. La utilización de estas tecnologías permitirá tender hacia el autoabastecimiento y hacia la menor dependencia energética.
Dos tipos de consumo
Los consumidores –la mujer, en este caso– asumen el exceso desde las nucleares a las grandes hidráulicas, y también las subvenciones al carbón que, por supuesto, emiten CO2. En cualquier caso hay dos tipos de consumidores. Unos que somos la mayoría, es decir, unos 25,7 millones de domésticos, acogidos a la última tarifa, y otros consumidores industriales (unos 100.000), entre los que está la gran industria española. Los domésticos (los que tienen menos de 10 kW de potencia contratada), pagamos 90 euros/MWh (algunas pymes en baja tensión superan incluso los 100 euros/MWh), mientras que los industriales oscilan entre 55 y 7,2 euros/MWh de las grandes instalaciones, como las siderúrgicas. Es decir, favorecemos la gran industria frente a la pequeña industria, las pymes y el consumidor. En junio ha aparecido un nuevo agente en el drama: la portera, es decir, la Comisión Europea: “Una competencia insuficiente en el sector energético ha contribuido, al menos en parte, a la constitución del déficit tarifario al favorecer una compensación excesiva de algunas infraestructuras, tales como centrales nucleares y grandes centrales hidroeléctricas, ya amortizadas, o al mantener la concesión de subvenciones ineficientes y perjudiciales para el medio ambiente a las minas de carbón. Estas medidas no se han traducido enmenores precios, por lo que obstaculizan el crecimiento económico”. Los datos y los roles de esta película son muy diferentes según quien los cuenta, normalmente los que escriben de esto tienen intereses muy determinados.
Recuerden las puertas giratorias en el sector energético y eléctrico. Presidentes, ministros, vicepresidentes de Gobierno y secretarios de Estado dando vueltas en las puertas giratorias entre la Administración, legislando y luego ocupando puestos en consejos de administración o como “técnicos” en las mismas. Por ello es urgente el auditar de una forma independiente para que la ciudadanía decida con “luz” y taquígrafos y las decisiones se basen en la mejor ciencia y tecnología disponible.
Con este escenario, como es lógico, el temor invade a las eléctricas. Los grandes beneficiados de este sistema de regulación están inquietos y una decisión debe tomarse estos próximos días, a pesar de los globos sonda lanzados el 12 de julio, y volver a cargar todo el peso en los consumidores con la que está cayendo no es viable. Si el déficit de tarifa sólo lo pagan los consumidores tendremos que pagar la electricidad más cara del continente multiplicando el precio por dos o por tres. Además, mantendremos unas tecnologías obsoletas y contaminantes. En la película, al final, se aclara todo. El déficit tarifario no es culpa de las renovables, sino que no se hacía bien el cálculo de las tarifas, y los consumidores no tienen que pagar todo, todo. El actual sistema eléctrico es insostenible, la dependencia energética desde un 79% tiene que disminuir, la media en Europa es 49%, así como las emisiones de CO2.
En las actuales circunstancias de demanda, con niveles de 2005, se da una oportunidad para avanzar hacia una economía baja en carbono. La solución: aunque el cocinero ya ha anunciado que pretende actuar de una forma tímida, debe hacerlo de una forma mucho más resolutiva encarando la subasta, del precio de la electricidad y la forma de cálculo del déficit tarifario. Sólo así se avanzará hacia la eficiencia, la eficacia y el desarrollo sostenible, es decir, hacia la clarificación del sistema y las renovables. De todas formas, como en las mejores películas, habrá una segunda parte.
HOY ES EL FUTURO
La sostenibilidad del modelo energético
El único futuro posible será el sostenible o no lo será. Los recursos energéticos de futuro serán los propios y los más sostenibles serán los que tengan el combustible gratuito. El Gobierno debe acometer soluciones valientes para atajar este problema que ha creado él mismo. Algunas de las siguientes medidas irían en la correcta dirección: aplicación de tasas a la nuclear y a las hidroeléctricas que obtienen estos “beneficios caídos del cielo”. Bruselas pide introducir la fiscalidad ambiental como instrumento para incentivar la innovación tecnológica, la competitividad y mejorar la eficiencia energética.
Por otra parte, redefinir el sistema de tarifas eléctricas. La Comisión considera que “el sistema de tarificación de la electricidad en España sigue siendo ineficiente y presenta un nivel de competencia insuficiente”. Cada tecnología debe asumir paulatinamente los costos de la generación, combustible, riesgos y residuos que produce. Y el precio debe acercarse a estos valores de la forma “más real posible”.
También se debe avanzar hacia la seguridad y la disminución de la dependencia energética; recuerden las inestabilidades de esos mercados en cuanto a petróleo y gas. Además, se debe potenciar el desarrollo del autoabastecimiento y la energía distribuida. Esto permitiría que los consumidores produzcan su propia energía, ahorren y dependan menos de las grandes eléctricas.
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